Mensajes para creyentes nuevos: Si alguno peca #6por Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0129-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Este asunto se revela cuando nos damos cuenta de que el Señor Jesús llevó todos nuestros pecados a la cruz. Todos los pecados que cometimos, que cometemos hoy y que cometeremos durante el resto de nuestra vida, fueron clavados en la cruz.
El día que creímos en el Señor Jesús, la iluminación de la luz de Dios nos hizo ver los pecados que habíamos cometido antes de haber creído. Sólo somos conscientes de los pecados que Dios nos ilumina, no de los que aún no hemos cometido. Así que, como podemos ver, los pecados que el Señor Jesús llevó a la cruz, son muchos más de los que podemos imaginar. El Señor Jesús llevó todos nuestros pecados a la cruz; no obstante, sólo vemos los que hemos cometido.
En el momento de nuestra salvación, ya sea que recibiéramos al Señor a los dieciséis años o a los treinta y dos, el Señor perdonó, absoluta y totalmente, todos los pecados que cometimos antes de ser salvos. Sin embargo, cuando recibimos el perdón, fuimos conscientes de una cantidad de pecados mucho menor de los que el Señor llevó por nosotros. La gracia del Señor sólo la experimentamos hasta donde llega nuestra experiencia personal acerca del pecado. Sin embargo, el Señor conoce todos nuestros pecados y actúa en nuestro favor basado en este conocimiento. Necesitamos ver que aun los pecados de los que no somos conscientes, están incluidos en la obra redentora del Señor.
Supongamos que fuimos salvos a la edad de dieciséis y que durante ese tiempo cometimos mil pecados. Al momento de recibir al Señor, le dimos gracias por haber perdonado y quitado nuestros pecados, que en este caso eran mil. ¿Qué habría sucedido si hubiéramos sido salvos a la edad de treinta y dos? Habríamos sido perdonados de dos mil pecados, y por supuesto, habríamos dado gracias por esto. Lo mismo habría sucedido si hubiéramos sido salvos a los sesenta y cuatro años. Es evidente que el Señor eliminó tanto los pecados que cometimos hasta los dieciséis años, como los que cometamos desde esa edad hasta los sesenta y cuatro. El Señor eliminó en la cruz todos nuestros pecados. Uno de los criminales que fue crucificado junto al Señor, creyó en El antes de morir. El Señor eliminó todos sus pecados (Lc. 23:39-43). Es decir, el Señor eliminó en la cruz, todos los pecados que cometemos en nuestra vida. Aunque cuando creímos en el Señor Jesús sólo sentimos que perdonó los pecados de nuestro pasado; en realidad, El los quitó todos, incluyendo los que cometeríamos después de ser salvos. Debemos entender este hecho si queremos recobrar nuestra comunión con Dios.
Las cenizas de la vaca alazana son un tipo de la muerte substitutiva del Señor Jesús por nuestros pecados.
Números 19, un capítulo muy particular en el Antiguo Testamento, menciona una vaca alazana. El sacrificio de esta vaca no satisfacía la necesidad del momento, sino una necesidad futura. Esto es muy significativo.
En el versículo 2, Dios les dijo a Moisés y a Aarón: “Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca alazana, perfecta, en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo”. Podemos ver que se ofrecía en holocausto una vaca, no un toro. En la Biblia el género es muy significativo. Por ejemplo, el género masculino indica todo lo que se relaciona con el testimonio de la verdad, y el femenino representa las experiencias. Debemos estar conscientes de este principio cuando leemos la Biblia. Abraham representa la justificación por fe, mientras que Sara, indica obediencia. La justificación por fe tiene que ver con la verdad y el testimonio; mientras que la obediencia tiene que ver con la vida y la experiencia. En la Biblia, con respecto a la obra del Señor en el hombre, el género femenino es símbolo de la iglesia. En este pasaje, en lugar de un toro, se usa una vaca, porque ésta representa otro aspecto de la obra del Señor: Su obra hacia el hombre. La vaca alazana significa que la obra es más personal que doctrinal.
¿Qué hacían con la vaca alazana? La degollaban y con su sangre rociaban siete veces hacia la parte delantera del tabernáculo de reunión. Esto indica que esta sangre era para Dios y para la redención del pecado.
Una vez que degollaban la vaca, la quemaban con su cuero, su carne, su sangre y su estiércol; y mientras era quemada, el sacerdote echaba en medio del fuego madera de cedro, hisopo y escarlata. ¿Qué representan la madera de cedro y el hisopo? Dice en 1 Reyes 4:33 que Salomón disertó sobre los árboles, desde el cedro hasta el hisopo. La madera de cedro y el hisopo representan todos los árboles, es decir, el mundo entero. ¿Y qué representa la escarlata? La palabra escarlata también se puede traducir como grana. En Isaías 1:18 dice: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos”. La escarlata o grana, por consiguiente, representa nuestros pecados. Quemar conjuntamente el cedro, el hisopo y la escarlata indica que los pecados del mundo se pusieron sobre la vaca alazana cuando ésta fue ofrecida a Dios. Vemos aquí una fotografía de la cruz. El Señor Jesús se dio como ofrenda a Dios, y en esa ofrenda incluyó todos nuestros pecados, ya sean graves, trivales, pasados, presentes, futuros, los que sentimos que necesitan perdón y los que no nos molestan; todos estaban allí. Todos los pecados fueron quemados junto con la vaca alazana.
¿Qué sucedía después que todo esto se quemaba? Números 19:9 dice: “Y un hombre limpio recogerá las cenizas de la vaca y las pondrá fuera del campamento en lugar limpio, y las guardará la congregación de los hijos de Israel para el agua de purificación; es una expiación”. ¿Qué significa esto? La vaca alazana era muy especial. Después de quemar la madera de cedro, el hisopo y la escarlata junto con la vaca, se recogían las cenizas y se guardaban en un lugar limpio. Más tarde, si alguno de los israelitas tocaba algo inmundo y se contaminaba delante de Dios, una persona limpia mezclaba el agua de purificación con las cenizas y las rociaba sobre la persona contaminada, quitando así la inmundicia. Es decir, estas cenizas estaban destinadas a quitar las impurezas en el futuro.
En el Antiguo Testamento, los pecadores tenían que ofrecer sacrificios al Señor. Si alguien, después de ofrecer un sacrificio tocaba algo inmundo, se contaminaba delante de Dios y perdía su comunión con El. ¿Qué hacía entonces? Otra persona tomaba cenizas de la vaca alazana, las ponía en una vasija, las mezclaba con agua y rociaba con ellas el cuerpo de la persona inmunda. De esta manera se eliminaba la impureza, y el pecado era perdonado. Cuando un israelita ofrecía un toro o un cordero como ofrenda por el pecado, lo hacía porque conocía su pecado. Pero la ofrenda de la vaca alazana era diferente. Esta se quemaba, no por los pecados conocidos que se hubiesen cometido en el pasado, sino por la inmundicia futura. La vaca alazana no se quemaba por los pecados pasados, sino por las transgresiones futuras.
Esto nos muestra otro aspecto de la obra del Señor Jesús, tipificada aquí por la función de las cenizas de la vaca alazana. La eficacia de la redención del Señor es representada por las cenizas, en las que se hallaba la sangre junto con todos los pecados del mundo. Cuando un hombre se contaminaba o tocaba cosas inmundas, no necesitaba matar otra vaca alazana para ofrecerla a Dios, sólo necesitaba que las cenizas de aquella vaca que ya había sido ofrecida, se mezclaran con el agua y fueran rociadas sobre su cuerpo. De la misma manera, no es necesario que el Señor muera por segunda vez, porque Su redención ya se consumó. El proveyó, por medio de Su redención, lo necesario para limpiarnos de todas nuestras inmundicias y pecados futuros.
¿Qué representan las cenizas? En la Biblia las cenizas representan el estado final de las cosas. Cuando se quema un toro o un cordero, sólo quedan cenizas, las cuales son estables pues no se pueden corromper ni destruir.
Las cenizas de la vaca alazana representan la eficacia eterna e inmutable de la redención del Señor. La redención que nuestro Señor efectuó por nosotros es estable. No creamos que las rocas de las montañas son estables ya que también pueden reducirse a cenizas. Así que las cenizas son más estables que las rocas. Las cenizas de la vaca alazana representan la redención incorruptible e inmutable que el Señor preparó para nosotros. Debido a esto, podemos acudir a ella en cualquier momento. Si algún creyente por error toca algo inmundo y se contamina, no necesita pedirle al Señor que vuelva a morir por él. A fin de ser limpio, sólo necesita confiar en la eficacia eterna e incorruptible de las cenizas y rociar su cuerpo con el agua de vida. Las cenizas de la vaca alazana indican que la obra de la cruz que ya se realizó fue llevada a cabo para aplicarse hoy. Además, la eficacia de la cruz abarca todas las necesidades que lleguemos a tener en el futuro. Estas cenizas son específicamente para el futuro. La vaca alazana sólo se quemaba una vez; sin embargo, sus cenizas eran suficientes como para abarcar toda la vida de uno. Damos gracias al Señor porque Su redención se puede aplicar el resto de nuestra vida y porque Su muerte quitó todos nuestros pecados.
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