Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Unpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-9118-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Debemos buscar al Señor y Su palabra simultáneamente. Primero necesitamos buscar al Señor. Cada vez que vayamos a leer la Escritura, aun antes de abrir la Biblia, deberíamos orar. No importa si es la mañana, el mediodía o la noche; siempre que usted abra la Biblia, antes de leer la Palabra del Señor, siempre debería orar primero. No tiene que seguir ningún formalismo, así que puede arrodillarse o sentarse. Lo único que necesita hacer es expresar espontáneamente los sentimientos que hay en su corazón. Esta expresión de su corazón es la oración y es su espíritu que surge: “Oh Señor, te amo. Gracias que ahora me acerco para leer Tu Palabra”. Sólo se necesita una oración corta y sencilla como esta para que usted busque al Señor. No menosprecie esta simple práctica; verdaderamente es preciosa. Usted no necesita decir lo mismo cada vez, pues no se trata de lo que usted diga. El punto es que usted ore, mostrando que su corazón está vuelto al Señor y que usted busca al Señor.
Cuando usted ore, primero busque al Señor. Entonces, cuando abra su Biblia para leer, podrá entender interiormente lo que lee, y deseará la Palabra. En este momento, usted espontáneamente convertirá lo que ha leído, deseado y entendido en una oración. Por ejemplo, quizás usted lea Juan 1:1, y tal vez ore diciendo: “Oh Señor, te alabo porque eres la Palabra que era en el principio. Tú existías desde el principio, y eres la Palabra del principio. Cuando respiramos, te respiramos a Ti como esta Palabra. Esta Palabra define a Dios”. De este modo usted convierte la palabra del Señor en oración; su oración podría ser muchas palabras o tan sólo unas pocas. Incluso está bien orar una sola frase. Usted puede decir: “Oh Señor, gracias que eres la Palabra quien era en el principio”. Cuando usted convierte la Palabra del Señor en su oración, el Espíritu viene y al mismo tiempo usted busca al Señor.
Si usted ora de esta forma, el Señor dice que Sus palabras son espíritu y son vida. Si usted no ora así, sino que meramente abre la Biblia para leer, entonces aunque esta Biblia es la palabra del Señor, para usted sólo serán palabras en blanco y negro. El señor Hu Shih, un filósofo chino moderno, también leyó y estudió la Biblia, pero él solamente estudió con su mente y nunca tocó al Espíritu; por consiguiente, no recibió vida. Nosotros no somos así. Siempre que leemos la Biblia, primero oramos al Señor para abrirnos a Él de modo que nuestro espíritu lo pueda contactar, y entonces leemos y somos capaces de entender. Una vez entendemos, espontáneamente tenemos un deseo, y luego en ese momento convertimos lo que hemos leído y deseado en una oración. Entonces, cuando oramos, las palabras de la Biblia llegan a ser el Espíritu y la vida. ¡Ésta es una experiencia maravillosa!
En Juan 5:39-40 el Señor Jesús dijo: “Escudriñáis las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de Mí. Pero no queréis venir a Mí para que tengáis vida”. Aquí dice que la Biblia es el testimonio del Señor Jesús. Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, los maestros y líderes judíos eran celosos en cuanto a escudriñar las Escrituras. Ellos no solamente leían, sino que escudriñaban y estudiaban porque pensaban que en las Escrituras tenían vida eterna. No obstante, el Señor Jesús dijo: “Ellas son las que dan testimonio de Mí”. Lo que el Señor Jesús quiso decir era: “Piensan que en las Escrituras hay vida eterna, pero deben saber que las Escrituras hablan de Mí, el Cristo. La razón por la que las Escrituras tienen vida eterna es porque el contenido de las Escrituras habla acerca de Mí, el Señor Jesús. Sólo Yo, el Señor Jesús, soy la vida eterna”.
La vida eterna no es lo que la mayoría de las personas piensa que es, a saber, meramente una bendición eterna. La vida eterna es la vida increada e indestructible de Dios. El Señor reprendió a esos fariseos, diciendo: “Vosotros los maestros de los judíos escudriñáis las Escrituras que dan testimonio de Mí, pues pensáis que en ellas tenéis la vida eterna, pero no queréis venir a Mí”. Esto comprueba que las personas pueden leer la Biblia sin contactar al Señor de vida. Por consiguiente, nuestra verdadera necesidad consiste en buscar al Señor mismo y a Su Palabra simultáneamente.
No podemos separar al Señor de Sus palabras. Si usted separa al Señor de Sus palabras, no recibirá nada. Debemos ver que el Señor es el contenido de Sus palabras; Sus palabras son Su expresión y lo que le contiene. La Biblia es como una botella, y el Señor mismo es como el agua en la botella. Si usted hoy en día no tiene la botella, no tiene cómo beber el agua, y tampoco puede portar el agua. Del mismo modo, si usted sólo sostiene la botella sin beber el agua, no recibirá nada. Si deseamos disfrutar el agua, debemos sostener la botella y también beber de ella.
Nuestra lectura de la Biblia y nuestra búsqueda del Señor son semejantes a beber agua; leer la Biblia es como sostener la botella y orar al Señor es como beber el agua. Supongamos que usted me ofrece una taza de té, y yo recibo la taza de té pero sólo la observo, diciendo: “Esta taza es de la mejor porcelana, producida en Ching The Chen en la provincia Chiang-hsi, una ciudad reconocida por su porcelana”. Si yo admirara la taza durante medio día sin beber ni un sorbo de té, lo ofendería. Usted me ofrece el té, no la taza. Usted desea que yo beba el té, no que admire su taza. Únicamente al beber el té podré saciar mi sed y honrarlo a usted. Esto es lo que significa lo dicho por el Señor en Juan 5. Él reprendió a los maestros judíos por admirar las Escrituras sin estar dispuestos a tocar el contenido de la Biblia, que es la Persona viviente, Jesucristo, el Señor que vive eternamente. Ellos estudiaban las Escrituras porque pensaban que únicamente en ellas tenían la vida eterna, pero ellos no sabían que esta Biblia habla acerca del Señor Jesús quien es la vida eterna. Ellos meramente escudriñaban las Escrituras pero no querían venir al Señor Jesús para obtener la vida eterna.
Por ende, recuerde que cuando usted lea la Biblia, debe contactar al Señor. No meramente lea la Biblia sin ejercitar su espíritu. Cuando usted lee la Biblia sin ejercitar su espíritu, eso equivale a escudriñar las Escrituras sin venir al Señor. Si usted no viene al Señor, entonces sólo recibirá conocimiento. La misma Biblia podrá ser conocimiento o vida para usted; todo depende de si usted ejercita su espíritu para tocar al Señor cuando lee o no. El árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal ambos están aquí; todo depende de cómo usted lea. Primero debe leer la Biblia con su cuerpo, entenderla y anhelarla con su alma y orar sobre ella con su espíritu. En cuanto ore, usted inmediatamente tocará al Señor por medio de las santas Escrituras y obtendrá vida.
Algunas personas podrían preguntar: “¿Acaso no está el Señor dentro de nosotros? No importa si acudimos al Señor o no porque Él ya está en nuestro interior”. Esto es correcto; en cualquier evento el Señor está en nosotros, pero de todos modos necesitamos contactarlo. El Señor está en nosotros, pero debemos orar para contactarlo. Puesto que el Señor como Espíritu permanece en nuestro espíritu, cada vez que oramos, ejercitamos nuestro espíritu y somos capaces de contactar al Señor. Sin embargo, muchas personas no están dispuestas a ejercitarse de esta manera. Ellos escuchan un mensaje o leen la Biblia, pero no están dispuestos a orar. El resultado es que solamente obtienen las doctrinas en las letras en blanco y negro, pero no contactan al Señor. Si sólo recibimos las doctrinas o tocamos la Biblia sin contactar al Señor, entonces no tenemos cómo obtener vida eterna.
Espero que todos nosotros podamos corregir este error al siempre orar antes de leer la Biblia y al convertir en oración lo que hemos entendido en nuestra lectura. En esto consiste buscar al Señor y buscar Su Palabra simultáneamente. De ninguna manera debemos separar estos dos asuntos. Más bien, debemos combinar nuestra lectura de la Biblia con nuestra oración, de modo que nuestra lectura sea nuestra oración y nuestra oración sea nuestra lectura. Así, no sólo entrarán las palabras del Señor en nosotros, sino que Él también entrará en nosotros en Sus palabras y juntamente con ellas. Como resultado, no sólo obtendremos las palabras del Señor, sino que el Señor será uno con Sus palabras, y Él entrará en nosotros como nuestro suministro.
En Juan 6:63 el Señor Jesús dijo: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Las palabras, el Espíritu y la vida son tres elementos, pero aquí el Señor habla de ellos como una sola entidad. Cuando las palabras son meramente palabras, sólo son letras negras impresas en papel blanco; no son el Espíritu. Pero cuando las palabras entran en su mente a través de sus ojos, y usted comienza a orar con su espíritu, entonces las palabras llegan a ser el Espíritu. Cuando las palabras llegan a ser el Espíritu, éstas son vida.
Cuando oramos en nuestra lectura de la Palabra, convertimos los versículos que hemos leído en oración. Cuando oremos, debemos olvidarnos de todo lo demás y sólo tener al Señor y Su palabra. Himnos, #171 dice: “Del alba al ocaso mi mundo eres Tú”. Esto significa que cuando buscamos al Señor, tenemos un solo mundo: “Oh Señor, Tú eres mi mundo; te busco a Ti”. Cuando usted ora una oración sencilla como esta, todo lo que usted lea y entienda entrará en usted. En cuanto la palabra entra en su espíritu, llega a ser el Espíritu y la vida. Sin embargo, si usted no ora, entonces la palabra que usted lea no llegará a ser el Espíritu ni tampoco será vida.
Deuteronomio 8:3 dice: “Y te humilló; te hizo pasar hambre y te alimentó con maná, que no conocías tú, ni tus padres lo habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que procede de la boca de Jehová vive el hombre”. Cuando el Señor Jesús estaba siendo tentado en el desierto, Él citó este versículo en respuesta al diablo (Mt. 4:4). Esto nos muestra que las palabras de Dios no sólo son enseñanzas, sino que, como maná del cielo, ellas también son alimento para ser nuestro nutrimento y suministro. Las enseñanzas tienen como fin educar nuestra mentalidad para que podamos tener conocimiento de modo que entendamos y comprendamos. El alimento no transmite conocimiento; el mismo hace que obtengamos un suministro interior de vida. Por consiguiente, el Señor Jesús dijo que las palabras que Él nos habla son espíritu y son vida, es decir, el suministro de vida.
Es por esto que en Juan 6 el Señor también nos dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a Mí viene, nunca tendrá hambre” (v. 35). Además, Él dijo: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí” (v. 57). Estos pasajes nos muestran que la Biblia no es meramente un libro cuyo fin es que nosotros recibamos enseñanzas religiosas y obtengamos conocimiento acerca de Dios. Más bien, las palabras contenidas en la Biblia son las palabras que salen de la boca de Dios. Cuando leamos la Biblia, no debiéramos solamente leerla y entenderla, sino que también debemos orar. Cuando oramos, las palabras que salen de la boca de Dios entran en nuestro espíritu. Cuando las palabras entran en nuestro espíritu, ellas son espíritu y son vida, y llegan a ser nuestro alimento como nuestro suministro viviente.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.