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Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4442-5
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UNA ENTIDAD CONSTITUIDA DE CRISTO

La iglesia no es una entidad que está fuera del Dios Triuno. Tampoco es simplemente un grupo de creyentes que se reúnen. La iglesia es una entidad constituida de Cristo. No es una organización, sino una entidad constituida de Cristo y con Cristo. Considere en su cuerpo físico. Su cuerpo no es una organización, sino una entidad viviente compuesta por muchos miembros. Cuando usted va al dentista, él puede arreglar sus dientes colocando oro en ellos. Sin embargo, dicho elemento no es parte de su constitución. Por muy puro, valioso y hermoso que sea, el oro no puede formar parte de su constitución, porque no tiene su vida. Asimismo, la iglesia no es simplemente un grupo de creyentes de Cristo que han sido limpiados de gérmenes contaminantes, que han sido justificados, limpiados y purificados, y quienes se reúnen con regularidad. Éste no sería un entendimiento acertado de la iglesia. La iglesia es una entidad constituida de Cristo. Es Cristo mismo, quien se ha forjado en las fibras de nuestro ser. El Cristo que se ha forjado en nuestra constitución es la iglesia. La iglesia es una entidad constituida del Cristo resucitado, quien es la corporificación de la realidad del Dios Triuno. Por lo tanto, la iglesia es una entidad viviente constituida del Dios Triuno, quien se ha forjado en nuestra humanidad. En efecto, nosotros somos seres humanos, pero en nuestra humanidad, estamos constituidos del Dios Triuno, pues Él se ha forjado, se ha constituido en nosotros. Por consiguiente, no somos simplemente seres humanos; somos también la iglesia. No somos simplemente un grupo de creyentes que se reúnen. Somos aquellos que han sido sumergidos en el Dios Triuno y en cuya constitución Cristo se ha forjado. Esto es la iglesia. Quienes componen la iglesia no son simplemente personas que han sido redimidas, limpiadas, purificadas y enmendadas. Ellas son personas que han sido reconstituidas de Cristo, quien es la corporificación misma del Dios Triuno.

Permítanme hacerles esta pregunta: ¿somos solamente personas que han sido redimidas, limpiadas, purificadas y enmendadas? Debemos responder a esta pregunta con un fuerte: “¡No!”. Además de todo esto, hemos sido reconstituidos de Cristo. Por lo tanto, tenemos que decirle a Satanás: “¡No me toques! ¿Acaso no sabes que tengo a Cristo en mí, que Cristo se ha forjado en las fibras de mi ser?”. Yo puedo verdaderamente decir que para mí el vivir es Cristo (Fil. 1:21). No solamente soy una persona redimida, ni simplemente una persona que ha sido limpiada y purificada; soy una persona llena de Cristo, una persona en quien Cristo se ha forjado. Ahora dentro de mí hay un elemento constitutivo espiritual y celestial. Por lo tanto, digo una vez más que la iglesia es el Dios Triuno que se ha convertido en la constitución de nuestro ser.

LA CONCEPCIÓN Y EL NACIMIENTO DE LA IGLESIA

El día de la resurrección, la iglesia fue concebida pero no nació. Cuando el Señor, con Su soplo, se infundió en los discípulos, ellos fueron impregnados de la iglesia, pero la iglesia no fue dada a luz. La iglesia sólo fue concebida en el interior de ellos. Cuando el Cristo resucitado entró en los discípulos, aquello fue la concepción de la iglesia. Sin embargo, el Día de Pentecostés, el Cristo ascendido, el Cristo que está en el trono, se derramó a Sí mismo sobre Sus discípulos. Este derramamiento del Cristo ascendido sobre los discípulos fue el nacimiento de la iglesia, fue dada a luz. Así pues, cuando el Cristo resucitado entró en los discípulos, la iglesia fue concebida, y cuando el Cristo ascendido fue derramado sobre los discípulos, la iglesia fue dada a luz. Por lo tanto, el Día de Pentecostés la iglesia llegó a existir. Ese día, la iglesia, un niño corporativo, nació.

Examinen la situación de los ciento veinte discípulos el Día de Pentecostés. Ellos eran la iglesia descrita en Mateo 16:18 y 19. Dondequiera que ellos estaban, allí también estaba el reino de los cielos con la autoridad de Dios. Y las puertas del Hades no podían hacer nada al respecto. Por lo tanto, el Día de Pentecostés, la promesa que el Señor hizo en Mateo 16:18 se cumplió de manera preliminar. Sin embargo, esta situación tan maravillosa no duró mucho. No obstante, el Día de Pentecostés la iglesia, el niño corporativo, nació.

Esto no tiene que ver con la doctrina. Muchos cristianos hacen demasiado hincapié en las doctrinas. Lo importante aquí es ver cómo la iglesia es producida, cómo ella llega a existir. La iglesia es producida al sumergir a los creyentes en el Dios Triuno, al ellos recibir al Cristo resucitado como su vida, contenido y constitución, y al ser derramado sobre ellos el Cristo ascendido, de modo que sean completa y enteramente llenos del Dios Triuno y sumergidos en Él. Es de esta manera que la iglesia es producida. Nosotros, como aquellos que están en el recobro del Señor, debemos conocer la iglesia a tal grado.

NUESTRO CONTENIDO INTERNO
Y NUESTRO EQUIPO EXTERNO

Muchos cristianos no se han dado cuenta de que el Cristo resucitado vino como el aliento celestial el día de la resurrección y se infundió en Sus discípulos al soplar en ellos. Éste es un aspecto de la formación de la iglesia. Luego, cincuenta días más tarde, el Día de Pentecostés, el Cristo ascendido que está en el trono se derramó sobre los discípulos. Éste es el otro aspecto. El aliento santo que fue exhalado el día de la resurrección tenía como fin impartir vida, y el Espíritu que fue derramado el Día de Pentecostés tenía como fin suministrar poder. El día de la resurrección vemos el pnéuma, el aliento, el aire. Pero el Día de Pentecostés se menciona un viento recio (Hch. 2:2). El aire está relacionado con la vida, y el viento, con el poder. El Espíritu de vida, quien es el Cristo resucitado, es nuestro contenido de vida, y el Espíritu de poder, a quien el Cristo ascendido derramó, es nuestro equipo externo. Por consiguiente, tenemos la vida como el contenido interior y el poder como el equipo externo. Estos dos juntos producen la iglesia. La iglesia es un grupo de creyentes que están en el Dios Triuno, quienes poseen al Cristo resucitado como su contenido de vida y al Cristo ascendido como su equipo externo. Esto es la iglesia como el reino de Dios, la cual posee la autoridad de Dios para derrotar el poder de Satanás. Las puertas del Hades no prevalecerán contra tal iglesia. Ésta es también la clase de iglesia que el Señor está recobrando hoy. Mi carga en este mensaje es que todos recibamos una visión de tal iglesia.

Alabado sea el Señor porque, por Su misericordia, estamos en el proceso de llegar a ser esta clase de iglesia. Todos podemos testificar que estamos en el Dios Triuno, que poseemos al Cristo resucitado en nuestro interior como contenido de vida, y que tenemos al Cristo ascendido sobre nosotros como nuestro equipo. Aunque el grado no sea tan elevado como lo fue el Día de Pentecostés, con todo, estamos en esta iglesia. Ahora este grado debe llegar a ser más y más alto, y más y más grande.

CRISTO HACE SU HOGAR EN NOSOTROS
CON MIRAS A LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA

Por este motivo, el apóstol Pablo oró por nosotros en Efesios 3:14-19. Él dobló sus rodillas ante el Padre y oró para que nos concediera por Su Espíritu el ser fortalecidos con Su poder en nuestro hombre interior, esto es, en nuestro espíritu regenerado, para que Cristo pudiera hacer Su hogar en todo nuestro ser, y así poseer cada una de las áreas de nuestra mente, parte emotiva y voluntad. De esta manera, Cristo se establece y hace Su hogar en todo nuestro ser. Cuanto más Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, más elevado será el grado al cual se llevará a cabo la edificación de la iglesia. Finalmente, la iglesia será llena hasta la medida de toda la plenitud de la Deidad. Esta iglesia será la casa de Dios en la tierra, una casa llena de la gloria de Dios. También será la novia que está preparada para la venida de Cristo. Ésta es la iglesia que el Señor está recobrando hoy.


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