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Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 19 Sección 4 de 4

I. EL TERCER ITEM DE LA BENDICION DE DIOS

Los versículos del 4 al 5 revelan que Dios nos escogió y nos predestinó. Después de ser creados, caímos; por eso requerimos la redención, la cual Dios efectuó por nosotros en Cristo, por medio de Su sangre. Este es otro ítem de las bendiciones que Dios nos otorgó. La primera bendición consiste en que El nos escogió para que fuésemos santos; la segunda, en que nos predestinó para filiación; y la tercera, en que nos redimió en el Hijo.

II. LA REDENCION EFECTUADA
EN EL AMADO DE DIOS SATISFACE LOS JUSTOS REQUISITOS DE DIOS Y LE AGRADA A EL

Aunque Dios se deleita en nosotros y nos ha hecho objeto de Su gracia, aún necesitamos la redención, porque El es un Dios justo. Nuestro Padre se complace en nosotros, pero El es justo y no puede tolerar las injusticias, las ofensas, ni los delitos. Tales iniquidades ofenden Su justicia. Por lo tanto, Su justicia requiere que se realice la redención. La redención satisface los justos requisitos de Dios y agrada a Dios. Dios no solamente es un Dios de amor, sino que también es justo, y todo lo que es injusto, le desagrada. Todo lo que se relacione con El debe satisfacer los requisitos de Su justicia. A esto se debe el que, a fin de agradar a Dios, el Hijo amado tuvo que ir a la cruz para efectuar la plena redención a favor de los escogidos de Dios.

III. MEDIANTE LA SANGRE QUE DERRAMO
EN LA CRUZ POR NUESTROS PECADOS

El Hijo efectuó la redención derramando Su sangre en la cruz por nuestros pecados (1 P. 1:18-19). Debido a que la muerte que el Hijo sufrió en la carne sobre la cruz satisfizo los justos requisitos de Dios, Su sangre llega a ser el instrumento por el cual somos redimidos.

IV. LA REDENCION POR MEDIO DE SU SANGRE
ES EL PERDON DE NUESTROS DELITOS

La redención del Hijo por medio de Su sangre es el perdón de nuestros delitos (Mt. 26:28; He. 9:22). La redención es lo que Cristo efectuó por nuestros delitos; el perdón es la aplicación a nuestros delitos de lo que Cristo realizó. La redención fue efectuada en la cruz, mientras que el perdón se nos aplica en el momento que creemos en Cristo. La redención y el perdón son en realidad dos aspectos de una misma cosa. Ya vimos que el perdón de delitos es la redención efectuada por medio de la sangre de Cristo; sin embargo, aquí se usan dos expresiones diferentes porque este asunto tiene dos aspectos: el aspecto que corresponde a lo que se llevó a cabo en la cruz, y el que corresponde a lo que se aplica a nosotros en el momento que creemos. Aunque la redención se efectuó en la cruz cuando Cristo derramó Su sangre, ella no nos fue aplicada a nosotros en ese momento. La aplicación no se efectuó sino hasta que creímos en Cristo y confesamos nuestros pecados al Dios justo. En ese momento, el Espíritu de Dios nos aplicó la redención que Cristo efectuó en la cruz. Por consiguiente, la redención es el cumplimiento, mientras que el perdón es la aplicación.

V. SEGUN LAS RIQUEZAS DE SU GRACIA

El versículo 7 declara que la redención se efectuó según las riquezas de la gracia de Dios. De acuerdo con nuestro concepto, era fácil que Dios nos perdonara, pues El es soberano y todopoderoso; pero realmente no fue tan sencillo. La redención fue un evento de mucha importancia y seriedad; fue tan solemne, que requirió las riquezas de la gracia de Dios.

Ahora debemos meditar en el por qué la redención requirió las riquezas de la gracia de Dios. La Biblia dice que sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados. Por consiguiente, para que fuésemos perdonados, se requería el derramamiento de sangre. Pero en este asunto la sangre de los animales era inútil (He. 10:4). Esa sangre era solamente una sombra. Para realizar la redención se requería la sangre de una vida superior, una sangre en la que no hubiera pecado. ¿Dónde podría Dios encontrar esta sangre entre el linaje humano? Esto era imposible, porque todos los hombres son pecadores. Entre la humanidad caída no existe sangre sin pecado. Además, Dios tiene millones de escogidos. Si por cada uno de ellos se ofreciera una ofrenda por el pecado, se necesitarían millones de ofrendas. Por consiguiente, además de una sangre perfecta y sin pecado, se necesitaba una ofrenda por el pecado que pudiera incluir a millones de personas. Esto indica que la sangre por medio de la cual se efectuaría la redención no sólo tenía que estar libre de pecado, sino que además debía incluirnos a todos, o sea, que debía ser capaz de redimir a todos los escogidos de Dios. Unicamente Jesucristo podía ser tal ofrenda, pues sólo El poseía una sangre sin pecado, la cual derramó a favor de millones de escogidos. Al derramar El Su sangre en la cruz una vez y para siempre, efectuó la redención eterna de todos los escogidos de Dios de una vez por todas (He. 9:28; 10:10, 12).

Ahora necesitamos ver cómo fue posible que Dios obtuviera una sangre tan pura que pudiera ser eficaz para todos nosotros. Obtener esa sangre le fue mucho más difícil que crear el universo. Para crear el universo, Dios simplemente tuvo que hablar. Por ejemplo, El sencillamente dijo: “Sea la luz” y fue la luz (Gn. 1:3). En cambio, la redención no se llevó a cabo así. Dios no podía simplemente decir: “Efectúese la redención”. Dios no tuvo que emplear la gracia para crear el universo, pero para efectuar la redención, se necesitaron todas las riquezas de Su gracia.

Veamos ahora cómo fue concebido el Redentor, el Señor Jesús. Para la concepción del Señor Jesús, fue necesario que el Espíritu Santo interviniera en la virgen María. No podemos explicar cómo el Espíritu Santo efectuó la concepción del Redentor en el vientre de la virgen. Esto requirió las riquezas de la gracia de Dios. Conforme a Lucas 1:35, al niño concebido en María por obra del Espíritu Santo se le llamó “lo santo”, lo cual indica que la concepción del Señor Jesús fue absolutamente un acto santo. (La santidad se refiere a algo que se concibe por obra del Espíritu Santo). Durante nueve meses, “lo santo” permaneció en el vientre de María. ¿Quién podría explicar cuánta gracia se necesitó para esto? ¡Cuánta gracia se requirió para que Jesús, Jehová el Salvador, permaneciera en el vientre de María por nueve meses!

El Señor Jesús trabajó como carpintero hasta la edad de treinta años. El hecho de que la persona llamada Emanuel, Dios con nosotros, hiciera esto por tantos años también requirió mucha gracia. Con el tiempo, El inició Su ministerio, el cual duró tres años y medio. Aunque El se preocupaba por los pecadores, éstos se le opusieron, lo persiguieron, y conspiraron para matarlo. Después de ser traicionado por uno de Sus apóstoles, El fue arrestado. Aunque de hecho no lo arrestaron, sino que El mismo se entregó a los que vinieron a prenderle. El Señor Jesús pudo haberle pedido al Padre que le enviara doce legiones de ángeles para que lo rescataran, pero no lo hizo (Mt. 26:53). Después de Su arresto, fue probado ante el sumo sacerdote, ante Pilato y ante Herodes. Luego, fue clavado en la cruz y permaneció allí durante seis horas, de las nueve de la mañana a las tres de la tarde. ¡Cuánta gracia se requirió para que se llevara a cabo todo esto! En la cruz, el Señor Jesús murió por nuestros pecados. Luego, fue sepultado, resucitó y ascendió a los cielos para recibir el arrepentimiento y el perdón (Hch. 5:31). Debido a las riquezas de la gracia de Dios, nosotros podemos arrepentirnos y recibir el perdón de pecados. No piense que su arrepentimiento se originó en usted mismo; no fue así, sino que Dios el Padre le dio el arrepentimiento al Hijo, el Redentor, y El se lo concedió a usted mediante el Espíritu. Junto con el arrepentimiento, recibimos el perdón. Todo esto sucedió según las riquezas de la gracia de Dios. ¡Cuán ilimitada e inmensurable es Su gracia!


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