Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6426-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-6426-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Ahora proseguiremos del salmo 2 al salmo 8. Si usted no ha visto la diferencia entre el salmo 1 y el salmo 2, le será difícil avanzar al salmo 8. Por esta razón, antes de proseguir al salmo 8, debemos detenernos un poco más y examinar los salmos 1 y 2. En el capítulo 1 declaramos con denuedo que el salmo 1 no es muy positivo, especialmente para nosotros los cristianos hoy en día. Si usted aboga por el salmo 1, esto significa que seguramente es un santo del Antiguo Testamento y que no pertenece aquí. En la vida de iglesia debe haber santos neotestamentarios, no santos del Antiguo Testamento.
Hemos señalado que en el Libro Uno de Salmos, la intención de Dios es hacer que los santos que le buscan se vuelvan de la ley a Cristo a fin de que disfruten de la casa de Dios. Definitivamente, si nosotros estamos a favor de la ley, nos será difícil entrar en la casa para disfrutar a Dios. Debemos volvernos de la ley a Cristo; entonces nos hallaremos en la casa de Dios y disfrutaremos de todas Sus riquezas.
El libro de Gálatas fue escrito con el propósito de mostrar la diferencia entre la ley y Cristo. En la época en que fue escrito, los judíos ancianos estaban haciendo todo lo posible por introducir el concepto de la ley en las iglesias, lo cual era una distracción de Cristo, un sustituto de Cristo. Por lo tanto, el apóstol Pablo escribió esta carta, en la que les decía a los santos que la ley era algo que pertenecía al pasado y que ahora Cristo nos ha sido dado a nosotros. No estamos a favor de la ley; ahora estamos a favor de Cristo.
Gálatas 3:24 dice que la ley fue nuestro ayo. En la antigüedad, conforme a la costumbre judía, los padres usaban a un siervo como ayo para llevar a sus hijos a un maestro que vivía en cierta casa. Pablo aquí compara la ley con dicho ayo. “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo”. Cristo es el Maestro, y la ley es el ayo que nos lleva a Cristo para que seamos justificados por la fe. “Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo” (v. 25). Cristo ha venido, y ahora Él mora en nosotros. Por lo tanto, el ayo ha pasado y ya no lo necesitamos.
Gálatas 5:4 dice: “Habéis sido reducidos a nada, separados de Cristo, los que buscáis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído”. Éste es un asunto muy serio. Si usted trata de guardar la ley, esto significa que ha sido reducido a nada, separado de Cristo y ha caído de la gracia. ¿Abogaría aún por la ley? Si lo hace, las consecuencias son terribles.
El problema de la ley tiene dos orígenes: (1) nuestro concepto humano, natural y religioso, y (2) la pobreza del cristianismo, incluyendo el cristianismo fundamentalista. Muchas veces en la cristiandad, después que las personas han sido traídas a la gracia, de inmediato se les ha enseñado que guarden la ley. Así, han sido conducidas a una situación en la que se hallan parcialmente en la gracia y parcialmente en la ley. Los cristianos dicen que conocen la gracia, pero sólo conocen un cincuenta por ciento de ella, y aún me atrevería a decir que menos de un cincuenta por ciento. La gracia debe ser el cien por cien; en la gracia no hay ningún elemento de la ley. De manera que si usted aún aboga por la ley, ha caído de la gracia. Éstas no son mis palabras ni mi propia enseñanza, sino una cita de la Palabra santa. Éste es el concepto de Dios que se halla en Su Palabra, y específicamente en el Nuevo Testamento.
En Gálatas 2:19 Pablo dijo: “Porque yo por la ley he muerto a la ley”. ¿Por qué ama usted tanto la ley? ¿Está usted casado con la ley? Sé que cuando les digo que el salmo 1 no es tan bueno, muchos de ustedes estarán en desacuerdo conmigo. La primera vez que hablé de esta manera del salmo 1 fue en 1956. En aquel tiempo ofendí a muchas personas. Si no tuviéramos el Nuevo Testamento, sino únicamente el libro de Salmos, usted podría ganar el argumento. Sin embargo, hoy podemos decir: ¡Aleluya!, pues tenemos el libro de Salmos y también el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento es simplemente un libro que contiene ilustraciones; pero las definiciones de ellas se hallan en el Nuevo Testamento. Tengo el denuedo de decir que este concepto es acertado, porque es el concepto que nos presenta el Nuevo Testamento. Por la ley he muerto a la ley. ¿Cómo puede su conciencia cristiana justificarlo en su deleite en la ley? Por la ley he muerto a la ley; es decir, ya no tengo nada que ver con la ley, a fin de vivir para Dios. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20).
Prosigamos a Romanos 10:4: “El fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. ¿Tiene usted claro lo concerniente a la ley? Cristo es el fin de la ley. ¿Qué entonces del salmo 1? El salmo 2 es el fin del salmo 1. Si usted tiene el salmo 2, entonces debe olvidarse del salmo 1.
Cuando el Señor Jesús estuvo en el monte de la transfiguración, Pedro habló de manera disparatada. Dijo: “Señor, bueno es que nosotros estemos aquí; si quieres, haré aquí tres tiendas: una para Ti, otra para Moisés, y otra para Elías” (Mt. 17:4). Moisés era el representante de la ley, y Elías era el representante de los profetas. Después que Pedro dijo estas palabras, se escuchó del cielo una voz que decía: “Éste es Mi Hijo, el Amado, en quien me complazco; a Él oíd” (v. 5). Después de esto, Moisés y Elías desaparecieron y únicamente quedó Cristo. Cuando ellos alzaron sus ojos, “a nadie vieron sino a Jesús solo” (v. 8). Ya no estaba la ley ni los profetas, sino solamente Cristo. Si usted aún estima tanto el salmo 1, esto significa que está haciendo dos tiendas, una para Cristo y otra para Moisés. Eso es absurdo. Debemos escuchar la voz del cielo que dice: “Éste es Mi Hijo, el Amado [...] a Él oíd”, ¡Cristo y nada más!
Incluso podemos declarar con denuedo que debemos poner el salmo 2 sobre nuestra cabeza y el salmo 1 bajo nuestros pies. ¿Cómo podemos poner parte de la Biblia bajo nuestros pies? Ése no es mi pensamiento, sino el pensamiento que nos comunica la Biblia misma. Remítase a Apocalipsis 12. Allí vemos a una mujer maravillosa y universal: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas” (v. 1). Esta mujer representa a todos los escogidos de Dios; al final ella llegará a ser la Nueva Jerusalén. Ella está vestida del sol, tiene la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza hay doce estrellas. ¿Qué significan estas cosas? Ellas denotan tres diferentes dispensaciones: la dispensación del sol, la dispensación de la luna y la dispensación de las doce estrellas. Sin lugar a dudas, la era del Nuevo Testamento es la dispensación del sol. La luna corresponde al Antiguo Testamento, la era de la ley. La luna es buena, pero muy inferior al sol; asimismo, la ley es buena, pero está muy inferior al Nuevo Testamento. Ahora nos encontramos en la era del sol; la era de la luna, la ley, está bajo nuestros pies. La dispensación de las estrellas era la era de los patriarcas. Éstas son las tres dispensaciones. La era de los patriarcas era el período de los antepasados antes de la ley, desde los tiempos de Adán o Abel hasta Moisés. Luego de Moisés a Cristo tenemos la era de la luna, que fue un período nocturno. Pero luego Cristo vino, y Cristo es el sol. Cuando Cristo vino, el día amaneció, el sol se levantó. Debemos entender cuál es la posición de la ley. La era de la ley está debajo de nuestros pies. Éste es el concepto que nos presenta la Biblia.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.