CAPÍTULO OCHO

EXPERIMENTAR A CRISTO
AL SER UNIDOS Y ENTRELAZADOS

Lectura bíblica: Ef. 4:13-16, 22-24

LA PRIMERA VEZ QUE APARECE LA IGLESIA
VEMOS A UN GRUPO INTERNACIONAL DE PERSONAS

La iglesia fue establecida en la tierra por primera vez el Día de Pentecostés. Todas las obras de Dios están sujetas a Su autoridad soberana y Su autoridad soberana está presente en todas Sus obras. El Día de Pentecostés, cuando fue establecida la iglesia en Jerusalén, no sólo incluía a los habitantes de Jerusalén, sino también a personas de todo el mundo, quienes se hallaban congregadas en Jerusalén. Ese día había personas que hablaban diferentes dialectos, al menos catorce o quince. Por consiguiente, la primera vez que aparece la iglesia, vemos a un grupo de personas de diferentes lugares y países, quienes hablaban diversos idiomas. En cuestión de un momento, todas estas personas que venían de tantos lugares y países y que hablaban tantos idiomas diferentes, llegaron a ser un solo y nuevo hombre. Todos ellos hablaban el mismo idioma allí. Todo lo que el hombre hace requiere ser mejorado de forma gradual, y el resultado que se obtiene al final es el mejor; sin embargo, lo que Dios hace, no necesita ser mejorado, pues es lo mejor desde su inicio. La primera vez que aparece la iglesia, ella se encuentra en el nivel más elevado. Esto es muy significativo. La primera vez que la iglesia aparece no vemos simplemente a un grupo de personas de esa región, sino a un grupo internacional de personas. Damos gracias a Dios porque aquí en esta conferencia no tenemos simplemente a un grupo de personas de una sola localidad. Las regiones representadas aquí hoy son muchas más que las representadas en Jerusalén en ese entonces. ¡Aleluya! Si invitáramos al estrado a los representantes de cada uno de los seis continentes que están aquí, podríamos pedirles que hablen todos una misma cosa en su idioma nativo. Esta demostración dejaría en nosotros una sensación profunda del nuevo hombre manifestado en un grupo internacional de personas.

EL SEÑOR HOY DESEA RECOBRAR EL TESTIMONIO
DEL NUEVO HOMBRE EN LA TIERRA

Creo con toda certeza que esta reunión internacional no es una coincidencia, sino algo preparado por el Señor. En esta ocasión hemos tenido el sentir profundo de que el Señor en estos días se está moviendo en Su recobro. Yo mismo siento que es muy maravilloso poder dar estos mensajes acerca del nuevo hombre, los cuales nunca habíamos dado antes. Incluso durante la conferencia que tuvimos antes de este entrenamiento, no tenía tanta claridad respecto a lo que debía compartir en este entrenamiento de cinco días. No fue sino hasta el primer día que tuve claro en mi interior que el Señor quería que aprovecháramos esta oportunidad para dar los mensajes sobre el nuevo hombre, ahora que tenemos representantes de los seis continentes. Creo que de ahora en adelante las iglesias de los seis continentes no seguirán siendo las mismas, sino que avanzarán por el camino que conduce al nuevo hombre. Todos debemos llegar a la meta de ser el nuevo hombre en toda la tierra, hablando una misma cosa con un solo corazón y a una voz, a fin de glorificar a Dios.

El testimonio que ha exhibido el cristianismo por muchos siglos ha sido un testimonio negativo, al decir continuamente que es imposible que los cristianos sean uno. Pero hoy el Señor desea presentar un testimonio positivo para que el cristianismo vea que los cristianos ciertamente pueden ser uno. Hermanos y hermanas, ¿realmente pueden los cristianos ser uno? ¡Por la gracia del Señor esto es más que una posibilidad! En un mensaje anterior usé palabras negativas para hablar de asuntos positivos. Dije que así como no es posible que el esposo y la esposa lleguen a la verdadera unidad, mucho menos lo es que los creyentes logren esta unidad. Sin la misericordia y la gracia del Señor, todos nosotros, como descendientes de Adán, somos “pequeños demonios”, y nadie puede ser uno con nadie. Sin embargo, en el Día de Pentecostés el Señor vino, y todos aquellos que hablaban diferentes dialectos de inmediato llegaron a ser uno en el Señor. Damos gracias al Señor porque todos fuimos bautizados en el Dios Triuno. Cada uno de nosotros puede gloriarse, diciendo: “Aleluya, hoy estoy en Cristo. En Cristo todos tenemos al Señor y Su gracia, y por eso todos somos uno. Podemos ser uno; ¡esto es perfectamente posible!”. Es posible porque todos estamos en el Señor y tenemos Su gracia.

Si ponemos la mirada en nosotros mismos, veremos que no es posible ser uno con los demás. Por lo tanto, no debemos poner la mirada en nuestra condición; de hecho, el Señor nunca nos pide hacer esto. En lugar de ello, el Señor quiere que pongamos nuestros ojos en Él. El Señor nos dice: “Pon tus ojos en Mí y serás salvo”. En cuanto miramos al Señor, somos uno en el Señor. Por lo tanto, hoy todos podemos testificar juntos que es posible que los cristianos sean uno. Más aún, no sólo es posible, sino que ya estamos practicando esto. Los dos días que tuvimos reuniones para el evangelio durante la conferencia no habrían sido posibles si meramente tuviésemos una alianza cristiana. En la iglesia del Señor no hay necesidad de alianzas porque ya somos uno. Esto es un símbolo, una señal. Yo creo con absoluta certeza que cuando les digo que de ahora en adelante el Señor avanzará de la misma manera y hará la misma obra en cada uno de los seis continentes; Él hará sonar la misma trompeta y producirá el mismo testimonio.