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Práctica del profetizar, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0267-8
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Basada en su conocimiento de como Dios
trata con las personas

La profecía de María también se basaba en su conocimiento de como Dios trata con las personas en general. Los versículos del 47 al 50 hablan de la manera en que Dios trataba con María en específico, mientras que los versículos del 51 al 53 tienen que ver con los principios por los cuales Dios trata con las personas en general. En los versículos del 51 al 52 María dijo: “Hizo proezas con Su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes”. Dios puede tratar con todos. En vista de los principios revelados en estos versículos acerca de la manera en que Dios trata con las personas, no debemos ser arrogantes. En su arrogancia, Mussolini, el dictador de Italia, invadió a Etiopía en 1935. Asimismo, Hitler en su arrogancia rompió su promesa con el primer ministro de Gran Bretaña e invadió Checoslovaquia y Polonia en 1939. Estos eventos dieron comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, Dios esparció estos dos hombres sumamente arrogantes. Hasta el día de hoy nadie sabe dónde yace el cadáver de Hitler. Dios quitó de sus tronos a los poderosos, incluyendo a Mussolini y a Hitler, y exaltó a los humildes. Durante toda la historia Dios ha hecho esto con frecuencia.

En el versículo 53 María continuó: “A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos despidió vacíos”. Dar cosas buenas es algo externo y objetivo, pero llenar es algo interno y subjetivo. Dios nos ha colmado de bienes y a los ricos despidió vacíos; no meramente sin nada en las manos, sino vacíos interna y subjetivamente. Si nos consideramos ricos, seremos pobres; en todo estaremos vacíos. Pero si somos pobres y tenemos hambre, seremos llenos. En Mateo 5:3 y 6 el Señor Jesús habló acerca de este principio: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos [...] Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”.

Basada en su conocimiento de las misericordias
de Dios a sus antepasados

La profecía de María también se basaba en su conocimiento de las misericordias de Dios a sus antepasados. En Lucas 1:54-55 ella dijo: “Socorrió a Israel Su siervo, acordándose de la misericordia, tal como habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre”. Dios ejerció Su misericordia para con Abraham y su descendencia, incluyendo a María. María heredó las bendiciones de los tratos que Dios tuvo con sus antepasados.

Los versículos del 46 al 55 constituyen una profecía completa y significativa. En su hablar, María cubrió su propia experiencia de Dios, la manera en que Dios trata con las personas de modo general, y las misericordias que Dios realizó a sus antepasados. En la profecía de esta hermana joven, se encuentran las riquezas del conocimiento de la Biblia, el conocimiento del trato de Dios con el pueblo y el conocimiento de las misericordias que Dios hizo son sus antepasados. Después de ver todos estos puntos elevados con respecto a la profecía de María, ciertamente debemos sentirnos humillados y darnos cuenta que necesitamos aprender mucho para poder hablar como María.

APRENDER A HABLAR, PEDIR HIMNOS
Y ORAR EN LAS REUNIONES

A veces se piden himnos en la reunión de la mesa del Señor que no son apropiados para esa reunión. El propósito de la mesa del Señor es recordar al Señor. El Señor Jesús dijo: “Haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de Mí” (1 Co. 11:25). Sin embargo, algunos de los himnos que se piden en la reunión de la mesa del Señor no son para hacer memoria del Señor. Puede que un himno sea muy bueno, pero tal vez no corresponda con la naturaleza de la mesa del Señor. Cuando se pide semejante himno, no debemos discutir, sino que debemos escoger un himno apropiado que lo reemplace. De este modo, todos los que asisten a la reunión aprenderán a pedir los himnos apropiados.

Además, algunas de las oraciones ofrecidas en la reunión de la mesa del Señor no son apropiadas para esa reunión. Por tanto, todos nosotros necesitamos aprender a hablar, a pedir himnos y a orar. María no podría haber expresado su profecía en Lucas 1 sin haber aprendido. Tal vez ella practicaba hablando día tras día en su hogar en Nazaret. Necesitamos practicar el modo de ofrecer nuestras oraciones en la reunión de la mesa del Señor. Podemos aprender a decir: “Señor, te damos gracias de que estamos en Tu mesa. Sobre la mesa la copa está separada del pan, lo que significa que Tu sangre fue separada de Tu cuerpo. Por lo tanto, esta mesa nos exhibe Tu muerte. Gracias por la copa, y gracias por el pan”. Luego otro hermano o hermana puede continuar: “Señor, esta copa representa el pacto que Tú promulgaste por nosotros con Tu sangre”. Luego, otro puede añadir: “Señor, el pan representa Tu cuerpo físico que Tú diste por nosotros en la cruz, y también representa Tu Cuerpo místico, el cual es la iglesia, que me incluye a mí y a todos los santos”. Si tres santos oraran de esta manera en la reunión de la mesa del Señor, la reunión se elevaría al tercer cielo.

Si se piden himnos y se ofrecen oraciones que no corresponden con la reunión de la mesa del Señor, será difícil repartir el pan y el vino, aun después de que haya pasado un tiempo considerable, debido a que no se ha levantado la atmósfera adecuada. Por otro lado, si se piden himnos correctos y se ofrecen oraciones adecuadas, la atmósfera se levantará, y el partimiento del pan puede ocurrir muy temprano en la reunión. A veces en la reunión se pide un himno correcto, pero después de cantar el himno, no se ofrece ninguna oración. Esto se debe a que los asistentes no tienen la capacidad de ofrecer alabanzas que correspondan a un himno cómo ese. Por lo tanto, todos tenemos mucho que aprender.

Muchos de nosotros no nos damos cuenta de cuán escasos estamos del aprendizaje espiritual adecuado. Ésta es la razón por la cual nuestras reuniones son pobres, viejas, vacías y carecen de un rico contenido. Todos tenemos que aprender, a fin de mejorar nuestra situación. No hay muchos entre nosotros, incluyendo a los ancianos y colaboradores, que hayan sacrificado suficiente tiempo y energía para aprender las lecciones espirituales. Los ancianos y los colaboradores deben dedicar más tiempo para aprender las lecciones espirituales. Este aprendizaje nos constituirá con una mejor capacidad para las reuniones, y estas serán más elevadas. Todos necesitamos aprender, no sólo a hablar en las reuniones, sino también a hablar algo que tenga mucho significado de acuerdo a una capacidad mejorada.


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