Reino, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4708-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Señor Jesús no nació de una manera sencilla, sino de forma muy significativa, ya que Él era el fruto de toda clase de generaciones humanas, desde Abraham, Isaac y Jacob, pasando por los reyes y por los que fueron capturados como también los que retornaron. Sin embargo, éste es apenas uno de los aspectos del Señor Jesús. Otro aspecto es la mezcla con el Dios Triuno. Él no fue solamente fruto de muchas generaciones del linaje humano, sino que además estaba mezclado con el Dios Triuno. Por lo tanto, Él era el fruto de cuarenta y un generaciones del linaje humano mezclado con el Padre Santo, el Hijo Santo y el Espíritu Santo. De acuerdo con la revelación de la Biblia, el Padre está en el Hijo (Jn. 14:11), el Hijo está en el Espíritu (2 Co. 3:17) y el Espíritu es el Dios Triuno que ha sido aplicado a la humanidad mezclada (13:14). Cuando obtenemos al Señor Jesús, lo obtenemos todo. En Él tenemos a Abraham, Isaac, Jacob, José, David, Salomón y María. Obtenemos también al Padre Santo, al Hijo Santo y al Espíritu Santo. Él era el fruto de las cuarenta y un generaciones del linaje humano mezclado con el Dios Triuno. Se necesitará toda la eternidad para que podamos aprehender plenamente este asunto. Únicamente en la eternidad entenderemos plenamente qué es el Señor Jesús.
El Señor Jesús no es tan bajo ni simple. Él es mucho más que un Salvador que tuvo compasión de los pobres pecadores a quienes salvó del infierno. ¡Él es maravilloso! Debemos orar nuevamente el capítulo 1 de Mateo a la luz de toda la historia del Antiguo Testamento. Entonces veremos lo qué es Él.
Jesús significa “Jehová-más”. Jesús no solamente es Jehová; Él es “Jehová-más”. En el idioma hebreo, el nombre de Jesús está incluido en el nombre de Jehová. Jesús significa “Jehová-más el Salvador” o “Jehová-más la salvación, o la liberación”. Jesús es, pues, “Jehová-más la salvación todo-inclusiva”. Emanuel significa Dios “con nosotros”, lo cual representa otra adición. El Señor Jesús no es solamente Dios, sino que Él es Dios “con nosotros”. En consecuencia, podríamos decirles a nuestros amigos judíos que somos más ricos que ellos. Por un lado tenemos lo que ellos tienen, pero, por otro, ellos no tienen lo que nosotros poseemos. Ellos tienen a Jehová y tienen a Dios, pero nosotros tenemos a “Jehová-más la salvación” y a Dios-más “con nosotros”. Podríamos, entonces, invitarlos a venir y unirse a nosotros; y así ellos podrían ganar todo y no perder nada. Nosotros jamás nos uniremos a ellos, porque tenemos algo más valioso, más elevado, superior y grandioso, esto es, al Señor Jesús. Él es el fruto de todas las generaciones humanas mezcladas con el Dios Triuno, Él es “Jehová-más” y “Dios-más”. A partir de ahora, ustedes ciertamente percibirán un sabor distinto al invocar el nombre del Señor Jesús. Su nombre es tan rico, tan dulce, y Él es rico para con todos los que invocan Su nombre (Ro. 10:12). ¡Aleluya por Jesús! ¡Aleluya por “Jehová-más”! ¡Aleluya por Emanuel! ¡Aleluya por “Dios-más”! “Jehová-más” y “Dios-más” es la semilla que ha sido sembrada en nuestro ser.
Ahora abordaremos el significado del número cuarenta y dos. En la Biblia tenemos el número cuarenta y también el número cuarenta y dos. Según la revelación dada en las Escrituras, entendemos que el número cuarenta representa tribulaciones, padecimientos, pruebas y tentaciones. El número cuarenta aparece en diferentes ocasiones en la Biblia. Fue por un periodo de cuarenta años que el pueblo de Israel permaneció en el desierto donde fue examinado y puesto a prueba por Dios, lo cual produjo mucho sufrimiento. Cuando Moisés estuvo por cuarenta días en el monte, ello fue una prueba para el pueblo de Israel (Éx. 24:18). Hubo un periodo de cuarenta días y cuarenta noches relacionado con Elías (1 R. 19:8), y el propio Señor Jesús fue tentado por cuarenta días (Mt. 4:1-2). Después de Su resurrección, el Señor puso a prueba a Sus discípulos por un periodo de cuarenta días al no realizar ninguna acción que lo vindicase o demostrase que le había sido dada toda autoridad en los cielos y en la tierra. Si yo hubiera estado en el lugar de Pedro, no habría tenido la paciencia necesaria para esperar día tras día, semana tras semana, sin que nada sucediera por treinta y nueve días. Aquellos cuarenta días deben haber sido un verdadero periodo de prueba. Es bastante claro que el número cuarenta significa ser puesto a prueba, pasar por pruebas, tentaciones y padecimientos.
Obviamente, el número cuarenta y dos está compuesto por cuarenta más dos. El número dos es el número que denota un testigo, un testimonio. El número cuarenta y dos significa que después de ser puesto a prueba por un periodo de tiempo y pasar por dichas pruebas, algo será logrado con miras al cumplimiento del propósito de Dios. ¡Aleluya! Desde el tiempo de Abraham hasta el nacimiento del padre de José transcurrió un periodo de cuarenta generaciones, un periodo de prueba. La promesa hecha a Abraham no se había cumplido, ni tampoco la promesa hecha a David. Ni aun las promesas de tantas cosas buenas para los hijos de Israel se habían cumplido. El paso de todas estas generaciones representó una verdadera prueba.
Sin embargo, después de dos generaciones más, se llevó a cabo el cumplimiento. ¡El Señor Jesús vino! ¡Él es el Dios encarnado! Él no se encarnó durante la segunda generación del linaje humano, ni tampoco durante la vigésima o la cuadragésima generación. Dios no contó estas generaciones desde Adán, que representa el linaje creado, sino que las contó a partir de los hijos de Abraham, el pueblo de la promesa. Se habían hecho muchas promesas, pero Dios no se encarnó sino hasta la cuadragésima segunda generación, la segunda generación después de un largo periodo de pruebas, tribulaciones e incluso fracasos.
El relato que abarca desde Abraham hasta Malaquías es, por un lado, un relato de todas las promesas hechas por Dios; pero por otro, es un relato de pruebas, derrotas, desilusiones y fracasos. Ciertamente, nosotros ya nos habríamos dado por vencidos. Habríamos dicho que Dios hizo una serie de promesas a nuestro antepasado Abraham unas cuarenta generaciones atrás, pero que nada había sucedido. Pero ahora, en la cuadragésima segunda generación, Dios mismo se encarnó. La cuadragésima segunda generación es la del Señor Jesús, la generación del cumplimiento de las promesas de Dios y del propósito de Dios, incluso el cumplimiento de todo cuanto Dios se había propuesto hacer. Así pues, cuarenta más dos representa los sufrimientos y las pruebas más el cumplimiento del propósito divino. Después de cuarenta y dos generaciones todo lo relacionado con el propósito de Dios fue cumplido.
Apocalipsis 12:6 habla de un periodo de cuarenta y dos meses o tres años y medio. Al final de esos cuarenta y dos meses finalizará la gran tribulación. Cuando ésta concluya, el Señor Jesús retornará, lo cual será el cumplimiento del propósito de Dios.
Las cuarenta y dos generaciones mencionadas en Mateo 1 están divididas en tres grupos. Mateo 1:17 nos dice que desde Abraham hasta David hay catorce generaciones, desde David el rey hasta el inicio del cautiverio hay otras catorce generaciones, y desde el cautiverio hasta el nacimiento de Jesucristo hay un tercer grupo de catorce generaciones. Las primeras catorce generaciones se relacionan principalmente con Dios el Padre; el segundo grupo, las generaciones de la realeza, obviamente guardan relación con Dios el Hijo, el Rey; y el tercer grupo, que incluye muchos padecimientos y experiencias, se relaciona con el Espíritu Santo. Por tanto, la Trinidad está implícita en estas cuarenta y dos generaciones, y el resultado, el fruto, de todas estas generaciones es el Señor Jesús, la cuadragésima segunda generación. Él es el fruto todo-inclusivo de estas generaciones mezcladas con el Padre, el Hijo y el Espíritu. Por tanto, Su nombre es “Jehová-más” y “Dios-más”. Para ver esto necesitamos un espíritu de sabiduría y de revelación. ¡Cuán maravilloso es nuestro Señor Jesús! Nuestro vocabulario humano es inadecuado para describirlo. Él es el fruto de todas las generaciones del pueblo prometido mezclado con el Dios Triuno, para ser “Jehová-más” y “Dios-más”.
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