Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 063-078)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6928-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje llegamos a la obra realizada por Cristo en Su resurrección.
En Su resurrección, Cristo realizó la obra de levantarse de entre los muertos para ser las primicias de la resurrección ofrecidas a Dios para Su satisfacción. Hechos 10:41 dice que Él “resucitó de los muertos”, y Romanos 14:9 dice que “Cristo [...] murió y volvió a vivir”. Con respecto al Señor Jesús como hombre, el Nuevo Testamento nos dice que Dios le levantó de entre los muertos (8:11). Con respecto a Él como Dios, el Nuevo Testamento nos dice que Él mismo se levantó de entre los muertos. Esto indica Su doble estatus: humano y divino. El Señor Jesús es Dios y también es la resurrección misma (Jn. 1:1; 11:25), Aquel que posee la vida indestructible (He. 7:16). Debido a que Él es Aquel que vive para siempre, la muerte no puede retenerlo. Él se entregó a la muerte, pero la muerte no pudo retenerlo; más bien, la muerte fue derrotada por Él, y Él se levantó de ella.
En Juan 20:17 el Señor Jesús le dijo a María: “No me toques, porque aún no he subido a Mi Padre”. En este versículo el Señor se refiere a Su ascensión al Padre. El día que el Señor Jesús resucitó, ascendió al Padre. Ésta fue una ascensión secreta ocurrida cuarenta días antes de Su ascensión pública, la cual se llevó a cabo ante los ojos de los discípulos (Hch. 1:9-11). En la madrugada del día de resurrección, Él ascendió para satisfacer al Padre. El Padre debe ser el primero en disfrutar la frescura de la resurrección, así como en tipología las primicias de la cosecha eran traídas primeramente a Dios.
Vemos el tipo en Levítico 23:10-11 y en Éxodo 23:19a. Levítico 23:10-11 dice: “Traeréis al sacerdote la gavilla de las primicias de vuestra siega, y él mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptados; el día después del Sábado la mecerá el sacerdote”. Esta gavilla de las primicias tipifica a Cristo en resurrección (1 Co. 15:20, 23). Cristo resucitó exactamente el día después del Sábado, es decir, el primer día de la semana. El Sábado es el séptimo día, y el día después del Sábado es el primer día de la semana. Las primicias de la siega eran ofrecidas a Dios el día después del Sábado, el primer día de la siguiente semana. En el primer día de la semana Cristo, las primicias de la resurrección, resucitó de entre los muertos para ofrecerse a Dios. Esto no solamente es un tipo, sino también una profecía que se cumplió en Juan 20.
Éxodo 23:19a dice: “Lo primero de las primicias de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios”. Según este versículo, lo primero de las primicias debía ser traído a la casa de Dios. Esto tipifica a Cristo como primicias de la resurrección traídas a la morada de Dios para Su satisfacción. Por tanto, un aspecto de la obra realizada por Cristo en Su resurrección consistió en que Él resucitó a fin de ser las primicias presentadas al Padre para Su satisfacción.
En la obra realizada por Cristo en Su resurrección, Él hizo que Sus creyentes fuesen regenerados por Dios. Dios “nos ha regenerado para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos” (1 P. 1:3). La regeneración, al igual que la redención y la justificación, es un aspecto de la plena salvación de Dios. La redención y la justificación resuelven el problema que tenemos con Dios y nos reconcilian con Él; la regeneración nos vivifica con la vida de Dios, llevándonos a una relación de vida, una unión orgánica, con Dios. Por consiguiente, la regeneración da por resultado una esperanza viva. Tal regeneración es efectuada por medio de la resurrección de Cristo de entre los muertos. Cuando Cristo resucitó, todos nosotros, Sus creyentes, estábamos incluidos en Él. Por tanto, nosotros también fuimos resucitados con Él (Ef. 2:6). En Su resurrección Él nos impartió la vida divina y nos hizo iguales a Él en vida y naturaleza. Éste es el factor básico de nuestra regeneración.
Ser regenerados es recibir otra vida, la vida divina, la cual se añade a nuestra vida humana. Todos recibimos la vida humana de nuestros padres; pero debido a que Dios nos escogió, a que el Espíritu nos santificó y a que Cristo nos redimió, Dios nos engendró, nos regeneró. Como resultado de ello, hemos experimentado un segundo nacimiento. Mediante la regeneración Dios el Padre imparte la vida divina en nosotros. Por tanto, el primer nacimiento fue el nacimiento de nuestra vida humana, y el segundo nacimiento, el nacimiento de la vida divina. Todos nacimos de la vida divina. Esto es lo que significa ser regenerados.
Mediante la resurrección de Cristo, Dios nos regeneró para una esperanza viva. La palabra griega traducida “para” también significa: conduciendo a, dando por resultado, con miras a. Dios el Padre nos ha regenerado con miras a una esperanza viva, la esperanza de que todas las partes de nuestro ser y todo lo relacionado con nosotros será vivificado. Todo lo relacionado con una persona que no es salva, está muerto. Pero uno que ha sido regenerado por Dios con la vida divina tiene la firme esperanza de que todo será vivificado y, por tanto, llegará a ser viviente.
En Adán morimos todos, pero mediante la resurrección de Cristo como instrumento Dios nos ha regenerado, nos ha vivificado. Nacimos juntamente con Cristo en Su resurrección. Dean Alford dice: “La resurrección de Cristo, la cual nos trae la vida y el don del Espíritu vivificante, es lo que hace posible que el nuevo nacimiento llegue a ser una esperanza viva”. La resurrección de Cristo hace posible que nuestra regeneración llegue a ser una esperanza viva. Cuando fuimos regenerados, el Cristo resucitado entró en nosotros. Él no solamente es el Viviente, sino también el Resucitado. Ahora Él es la vida dentro de nosotros que infunde poder a nuestro nuevo nacimiento y hace que todas las partes de nuestro ser lleguen a ser vivientes.
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