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Cómo administrar la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6251-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 9 Sección 4 de 4

EL SISTEMA SATÁNICO DE ERROR

Los hombres de plena madurez que se mencionan en Efesios 4:13 no escuchan estos vientos de enseñanza, porque saben de este engaño. Cuando escuchan mensajes acerca de las setenta semanas y del número seiscientos sesenta y seis, ellos saben que la Biblia está siendo usada como una fachada solamente para engañar a las personas. Debido a su conocimiento del Hijo de Dios, ellos son hombres de plena madurez y han crecido hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Ellos no son afectados por vientos de enseñanza, ni son sacudidos ni zarandeados por dichos vientos. Los vientos de enseñanza son conforme a las artimañas de los hombres, en astucia, con miras a un sistema de error (v. 14); por consiguiente, es un sistema de error. Todos los que conocen la guerra espiritual reconocen que esto se refiere a la astucia de Satanás en la iglesia. Estos vientos de enseñanza provienen del sistema satánico. Los mensajes que suelen atraer e inspirar a los hombres son, de hecho, parte del complot satánico.

Si alguien entre nosotros nos enseñara que no honremos a nuestros padres, de ningún modo lo escucharíamos porque estamos convencidos de que esto proviene de Satanás. Sin embargo, si nos desviamos de Cristo después de escuchar un mensaje muy atractivo que nos habla de honrar a nuestros padres, esto también es la astucia de Satanás. Si alguien nos enseñara que no debemos leer la Biblia, de ningún modo lo escucharíamos. Sin embargo, si alguien dice que la Biblia es un libro verdaderamente maravilloso porque habla de asuntos tales como el número seiscientos sesenta y seis y las setenta semanas, y si nosotros, al escucharlo, somos alejados de Cristo, entonces esta clase de enseñanza es una artimaña del maligno. Las artimañas de Satanás son un sistema de error que él ha preparado intencionalmente. Satanás hace que algunas personas den mensajes atractivos en la iglesia y utiliza tales mensajes para alejar a los creyentes de Cristo a fin de que no conozcan a Cristo como vida, aunque hayan sido salvos por muchos años.

Me temo que hay muchos así entre nosotros; es posible que hayan sido salvos por más de diez años y hayan escuchado mensajes y asistido a reuniones semana tras semana, pero aún no conozcan a Cristo como la vida que está en ellos. Esto se debe a que las enseñanzas que ellos escuchan los alejan de Cristo. Un mensaje puede ser bíblico, puede ser sacado de la Biblia, y aun podría decir que es de Dios, pero si dicho mensaje no nos motiva a amar a Cristo, a desearle, a ser llenos de Él, a vivir en Cristo y a expresar a Cristo en nuestro vivir, entonces es un viento de enseñanza que nos aleja de Cristo. Esta clase de mensajes es parte de las artimañas de Satanás, el fin de las cuales es anular la obra del Espíritu Santo. Hoy en día muchas enseñanzas que aparentemente son apropiadas distraen a los creyentes, apartándolos de Cristo. Estas enseñanzas aparentemente provienen de los hombres como resultado de su estudio, pero en realidad son las artimañas del maligno y pertenecen al sistema del maligno. Por medio de los vientos de enseñanza, Satanás desvía a los creyentes y los conduce a su sistema de error. Él es como un mago que hace que las personas, sin darse cuenta, sean engañadas por su prestidigitación.

TENER CUIDADO DE LA ASTUCIA DE SATANÁS

En términos prácticos, debemos considerar si nuestra predicación de la palabra aleja a las personas de Cristo. Muchos hermanos sin tener el deseo ni la intención de alejar a las personas de Cristo, aún terminan haciéndolo. Si no tenemos un entendimiento completo acerca de la astucia de Satanás y no tenemos el debido cuidado, podemos volvernos a nuestra mente en vez de nuestro espíritu cuando vayamos a predicar la palabra. Así, espontáneamente, caeremos en el sistema satánico de error y cederemos a sus estratagemas y maquinaciones. Por ejemplo, es posible que nos demos cuenta de que no tenemos la elocuencia necesaria para predicar a Cristo y la cruz. Por consiguiente, otro tema, como el número seiscientos sesenta y seis y las setenta semanas, puede venírsenos a la mente, y pensamos que debemos hablar de esto para demostrar lo maravillosa que es la Biblia. Cuando predicamos conforme al tema que se nos viene a la mente, aunque éste puede ser muy interesante y los hermanos y hermanas pueden ser conmovidos y tomar la determinación de estudiar la Biblia, inconscientemente ellos quitarán la mirada de Cristo, y su mente estará ocupada con los números.

Más aún, debido a que un hermano habló acerca del número seiscientos sesenta y seis y de las setenta semanas, cuando otro hermano vaya a hablar, también pensará en decir algo que atraiga a las personas. ¿Deberá hablar acerca del servicio en coordinación? ¿Qué pasará si los santos no responden a esto? ¿Deberá él hablar acerca de Cristo como vida? ¿Qué pasará si nadie es conmovido? ¿Deberá hablar acerca de que la cruz de Cristo ha puesto fin al viejo hombre? ¿Qué sucederá si no tiene las palabras suficientes para hablar? En efecto, no sabe sobre qué debe hablar. Después de considerar esto por muchos días y después de mucha oración, él siente que debe evitar el tema de Cristo como nuestra vida. En lugar de ello, decide contar una maravillosa historia acerca de la experiencia de cierto gigante espiritual. Así que, cuenta esta historia de una manera maravillosa, de tal modo que muchos hermanos y hermanas son conmovidos, pero ninguno ha tenido contacto con Cristo. Una semana después, otro hermano puede hallarse en la misma situación. Él piensa en hablar de cierto tema pero lo rechaza por no ser tan atractivo y luego considera otro tema, pero lo rechaza también porque no resulta inspirador. Así que, en vez de ello, da un mensaje acerca de ser buenas personas, lo cual tampoco hace que las personas tengan contacto con Cristo. Por consiguiente, un mensaje tras otro es sólo un viento de enseñanza que sopla, llevando los hermanos y hermanas en una dirección y luego en otra. Después de ser zarandeados por estos vientos por muchos años, ellos aún no conocerán a Cristo ni sabrán vivir en Cristo, y la vida de Cristo en ellos no habrá aumentado.

Por consiguiente, no debemos dejarnos engañar por la astucia del diablo. El enemigo trata de usar estas estratagemas para anular de forma sistemática la obra del Espíritu Santo, la cual consiste en hacerles posible a las personas conocer al Hijo de Dios. Aunque hayamos sido cristianos por muchos años, con todo y eso ¿nos hemos dado cuenta de que debemos conocer a Cristo interiormente, ser llenos de Él y permitirle vivir en nosotros? Si los mensajes que escuchamos no nos ayudan en estos asuntos, entonces no son más que vientos de enseñanza. Este mes seremos zarandeados en la dirección de hacer el bien, y el próximo mes seremos zarandeados en la dirección de estudiar la Biblia. Aunque estos mensajes quizás nos conmuevan y puedan ser buenos, después de diez o veinte años aún no estaremos más cerca de Cristo ni conoceremos más a Cristo como vida, y la vida de Cristo no habrá aumentado en nosotros. Lo único que habrá sucedido es que hemos sido sacudidos por las olas que levantan los vientos.

DISCERNIR LOS VIENTOS DE ENSEÑANZA
Y EXPERIMENTAR A CRISTO

Con respecto a la administración de la iglesia, todos los colaboradores, ancianos, diáconos y todos los que aprenden a servir a Dios, deben pedirle al Señor que tenga misericordia para que veamos cómo debemos servir, con qué debemos servir y el propósito de nuestro servicio. Debemos ver tanto el aspecto negativo como el aspecto positivo. Muchos ancianos y diáconos dan a los santos un mensaje tras otro al administrar y servir en la iglesia. Sin embargo, cuanto más hablan, más los vientos de enseñanza sacuden a los santos. Puesto que ellos no tienen un conocimiento interior adecuado, algunos hermanos alejan a otros de Cristo por medio de su hablar, incluso cuando intentan ayudarlos. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos no solamente cuando escuchemos mensajes, sino también cuando tengamos comunión con otros. Si no somos cuidadosos, sin darnos cuenta seremos engañados por el maligno y los mensajes que demos desviarán a las personas.

Por esta razón, no estamos de acuerdo en publicar nada que sea escrito por hermanos que no estén entre nosotros. Esto se debe a que muchos libros que supuestamente son “buenos” contienen vientos de enseñanza que alejan a los santos de Cristo. Espero que todos prestemos más atención al “viento de enseñanza” mencionado en Efesios 4:14 para que cuando vayamos a cierto lugar y escuchemos la predicación, podamos discernir si es un viento de enseñanza. Cuando hablemos con las personas, debemos ser cuidadosos y fijarnos si estamos haciendo soplar un viento de enseñanza. Podemos saber esto por medio de Efesios 4:13, que dice: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

Nuestro servicio en la iglesia debe hacer que las personas conozcan al Hijo de Dios y lleguen a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; por consiguiente, nunca debemos usar nada que sea un sustituto de Cristo. Debemos tomar únicamente al Hijo de Dios —Cristo— como el material; sólo entonces podremos generar y producir a Cristo. Que Dios tenga misericordia de nosotros para que nuestros ojos sean abiertos y veamos la administración de la iglesia. Todo lo relacionado con la administración de la iglesia debe ser Cristo. Puesto que el propósito de la administración de la iglesia es que las personas ganen a Cristo, debemos usar solamente a Cristo como el material cuando administremos la iglesia. Por lo tanto, debemos conocer a Cristo, experimentarle y ganarle. Una vez que experimentemos a Cristo en todas las cosas, podremos impartirlo y llevarlo a otros en nuestro diario vivir.


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