Conocimiento de la vida, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-917-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Si deseamos crecer en vida, debemos comprender todo el significado de la regeneración y debemos saber lo que hemos obtenido mediante la regeneración. La regeneración nos proporciona un comienzo en vida, y lo que se obtiene por medio de la regeneración nos proporciona el crecimiento de vida. Por tanto, si queremos buscar el crecimiento en vida, es menester que tengamos algún conocimiento acerca de la regeneración, y debemos saber lo que se obtiene por medio de la regeneración.
Lo que obtenemos por medio de la regeneración se relaciona muy íntimamente con los resultados de la regeneración. Los resultados de la regeneración provienen de lo que obtenemos por medio de la regeneración; pues los resultados son llevados a cabo debido a lo que obtenemos. Los resultados de la regeneración son lo que la regeneración lleva a cabo en nosotros, mientras que lo obtenido mediante la regeneración es lo que recibimos por medio de la regeneración. Debido a que la regeneración nos permitió obtener ciertas cosas, puede realizar ciertos logros en nosotros. La regeneración puede hacernos hijos de Dios porque nos hace obtener la vida de Dios. La regeneración puede hacer de nosotros una nueva creación porque nos proporciona los elementos de Dios. La regeneración puede unirnos a Dios porque hace que obtengamos el Espíritu de Dios. Todo lo que la regeneración lleva a cabo en nosotros se realiza debido a las cosas que hemos obtenido mediante la regeneración. Estas cosas no sólo nos hacen tener ciertas experiencias en la vida espiritual en el momento de ser regenerados, sino que también nos hacen crecer en vida después de la regeneración. Por tanto, si buscamos el crecimiento en vida, debemos saber cuáles son las cosas que hemos obtenido mediante la regeneración.
Según la enseñanza de la Biblia, la regeneración nos da por lo menos siete cosas. Estas siete cosas o son divinas y grandes, o nos son muy importantes y subjetivas. Consideremos estos siete puntos brevemente, uno por uno.
Lo primero que obtenemos mediante la regeneración es la vida de Dios. Ya vimos en el capítulo anterior que la regeneración se efectúa cuando el Espíritu de Dios pone en nuestro espíritu la vida de Dios. En la regeneración la acción principal efectuada por el Espíritu de Dios es poner en nosotros la vida de Dios. Por lo tanto, lo principal que la regeneración nos da es la vida de Dios.
Pero ¿qué es la vida de Dios? Es el contenido de Dios y es Dios mismo. La vida de Dios contiene todo lo que está en Dios y todo lo que Dios mismo es. Toda la plenitud de la Deidad está escondida en la vida de Dios. La naturaleza de Dios también está en la vida de Dios. Todo aspecto de lo que Dios es, está incluido en la vida de Dios.
En todo ser viviente, todo lo que él es se basa en el contenido de su vida. Todas las capacidades y funciones proceden de su vida y todas sus actividades y expresiones exteriores se originan en su vida. Es lo que es por la vida que posee. Su ser se basa en su vida. Este es un principio evidente.
Dios es el ser viviente supremo, y todo lo que El es, por supuesto (y aún más), está en Su vida. Todo lo que El es —ya sea verdad, santidad, luz o amor— proviene de Su vida. Todas Sus expresiones —ya sea la bondad, la justicia, la ternura o el perdón— se derivan de Su vida. Su vida le permite tener estas capacidades y funciones divinas interiormente, así como estas acciones y expresiones divinas exteriormente. La vida que Dios tiene es lo que le hace el Dios que es. Así que, el hecho de que es Dios se basa en Su vida.
Por ser la vida de Dios el contenido de Dios, en ella está escondida la plenitud de Dios y en ella también está la naturaleza de Dios; por lo tanto, cuando recibimos la vida de Dios, recibimos la plenitud de Dios (Col. 2:9-10), y tenemos la naturaleza de Dios (2 P. 1:3-4). Ya que todo lo que Dios tiene en Sí y todo lo que Dios mismo es, reside en la vida de Dios, cuando recibimos esta vida, recibimos todo lo que Dios tiene en Sí mismo y todo lo que Dios mismo es. Debido a que la vida de Dios hace que Dios tenga por dentro tales capacidades y funciones divinas, la vida de Dios en nosotros también puede hacer que tengamos en nosotros la misma clase de capacidades y funciones divinas que están en Dios. Debido a que todo lo que Dios es y hace proviene de Su vida, esta vida que está en nosotros también puede hacer que seamos lo que Dios es y que hagamos lo que hace Dios, lo cual significa que puede hacer que seamos como Dios y que vivamos a Dios.
Hermanos y hermanas, ¿se han dado cuenta alguna vez de que por estar en nosotros la vida de Dios, tenemos en nosotros todas las capacidades y funciones que están en Dios? ¿Se han dado cuenta alguna vez de que la vida de Dios en nosotros nos permite ser lo que Dios es y hacer lo que Dios hace? En Dios está la capacidad para ser santo y la función de ser luz. Debido a que la vida de Dios está en nosotros, la misma capacidad para ser santo y la misma función de ser luz que están en Dios también están en nosotros. Así como Dios puede vivir Su santidad y hacer resplandecer Su luz desde Su interior, así también nosotros, debido a la vida de Dios que está en nosotros, podemos vivir la santidad de El y hacer resplandecer Su luz desde nuestro interior, lo cual significa que podemos ser santos tal como Dios es santo y resplandecer tal como Dios resplandece. Lo que Dios es, es amor, y lo que hace, es justicia. Ya que tenemos la vida de Dios en nosotros, podemos ser lo que Dios es y hacer lo que hace Dios. De la misma manera que Dios puede ser amor y hacer justicia, nosotros también, debido a la vida de Dios en nosotros, podemos ser el amor que Dios es y hacer la justicia que Dios hace. Esto significa que podemos amar como Dios ama y ser justos como Dios es justo. De esta manera, podemos ser como Dios y vivir a Dios.
Debemos saber además, que la vida de Dios es el gran poder que resucitó al Señor Jesús. Cuando el Señor Jesús resucitó, arrojó de Sí la muerte y la venció. La muerte es muy poderosa (Cnt. 8:6). En todo el universo, aparte de Dios y la vida de Dios, no hay nada más poderoso que la muerte. Cuando el Señor Jesús entró en la muerte, ésta empleó todo su poder para retenerlo, ¡pero el Señor rompió el poder retenedor de la muerte y se levantó! El Señor puede levantarse así y no ser retenido por la muerte (Hch. 2:24) porque en El está la vida poderosa de Dios. La vida del gran poder de Dios le capacitó para romper el gran poder retenedor de la muerte. ¡La vida de Dios que nos es dada por la regeneración es esta gran y poderosa vida de Dios! Esta gran y poderosa vida de Dios es el gran poder de resurrección que está en nosotros hoy y nos permite desechar la muerte y vencer todo lo que pertenece a la muerte, tal como Dios lo venció.
La Biblia nos muestra que Dios tiene dos clases de gran poder: el gran poder de creación y el gran poder de resurrección. El gran poder creador de Dios llama las cosas que no son, como existentes. El gran poder de resurrección da vida a los muertos. Esto es lo que creyó Abraham (Ro. 4:17). El gran poder creador de Dios, el cual está en la mano de Dios, es poderoso para crear todas las cosas para el hombre. El gran poder de resurrección de Dios, el cual reside en la vida de Dios y es la vida de Dios, permite que el hombre sea librado de todas las cosas muertas fuera de Dios y que así viva a Dios mismo. ¡La vida de Dios que recibimos mediante la regeneración es este gran poder de resurrección de Dios! Por medio de la regeneración, Dios ha forjado Su vida en nosotros, lo cual significa que ha forjado en nosotros Su gran poder de resurrección. ¡Que veamos que esta vida de Dios, la cual recibimos cuando somos regenerados, es el gran poder de resurrección de Dios! Esta vida que está en nosotros hoy puede hacernos tan fuertes como Dios. Así como Dios puede vencer a la muerte, así también nosotros podemos vencer a la muerte, debido a esta vida que está dentro de nosotros. ¡Qué vida es esta vida de Dios que hemos obtenido por medio de la regeneración! ¡Hasta qué punto nos puede llevar al hacernos semejantes a Dios! ¡Cuánto debemos adorar a Dios y darle gracias por esta vida!
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