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Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Lospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6380-8
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LA PRÁCTICA DE LA IGLESIA

Tanto Mateo como Hechos nos muestran que la práctica de la iglesia es que la única iglesia en el universo se expresa en cada localidad conforme al principio de que debe haber una sola iglesia en una localidad. Al comienzo, cuando el Señor trajo por primera vez Su recobro a los Estados Unidos, a fin de que éste se propagara a los estadounidenses caucásicos, no prestamos mucha atención a la obra de habla china. En lugar de ello, laboramos activamente con los caucásicos. Por esta razón, perdimos a algunos hermanos y hermanas que emigraron de Taiwán a este país. Muchos de estos hermanos y hermanas que emigraron a los Estados Unidos, un país de habla inglés, no podían hablar inglés. Tampoco podían entender los mensajes ni orar en las reuniones. Debido al creciente número de chinos que han emigrado a los Estados Unidos por los cambios en las leyes inmigratorias, hemos también empezado a prestar atención a la obra de habla china. El Señor ha confirmado lo que estamos haciendo dándonos muy buenos resultados.

Sin embargo, debemos tener claro que llevar a cabo la obra de habla china no es realizar una obra aparte de la obra de la iglesia. Hacemos esto únicamente por causa del idioma. Cambiar de idioma no es nada fácil. Los estudiantes chinos que han obtenido un doctorado en los Estados Unidos pueden hablar de lo que han aprendido en su campo, pero son incapaces de hablar sobre las verdades bíblicas. Por consiguiente, necesitamos tener una obra de habla china todo el tiempo. Sin embargo, la obra de habla china no se lleva a cabo fuera de la iglesia; más bien, forma parte de la obra de la iglesia local. Ésta existe únicamente debido a que en la iglesia hay personas de habla china que no entienden inglés y, por tanto, necesitan valerse del chino como alternativa. Esto significa que la iglesia puede tener únicamente los límites de la localidad, mas no las limitaciones del idioma. No debemos formar una iglesia debido al idioma, ya que en la iglesia no hay diferencias de nacionalidad, raza o idioma (Col. 3:10-11).

Por consiguiente, la obra de habla china en todo lugar en los Estados Unidos debe llevarse a cabo en la comunión de la iglesia local. Nunca hagan de la obra de habla china una unidad de habla china aparte de la iglesia local. Hacer eso sería crear división y caer en Babilonia. La primera iglesia, la iglesia en Jerusalén, también experimentó el problema del idioma, pero pudieron propagarse y ser edificados en unanimidad al guardar la comunión de los apóstoles (Hch. 6:1-7). Del mismo modo, los hermanos y hermanas que participan en la obra de habla china en todo lugar también deben someterse a los ancianos en sus respectivas iglesias locales y ser edificados conjuntamente independientemente del idioma. Si hacen esto, la iglesia será enriquecida y crecerá. Por otro lado, los ancianos no deben permitir que la obra de habla china tenga una libertad ilimitada de modo que se convierta en una unidad separada. Los ancianos siempre deben brindar su comunión, orientación y supervisión por el bien del testimonio de la unidad entre el pueblo de Dios.

Damos gracias al Señor porque bajo Su soberanía Él ha traído a tantos chinos a los Estados Unidos, y también ha traído Su recobro a este país. En 1938 yo estaba laborando en Peiping, que ahora es Beijing; en aquel tiempo jamás soñaba con venir a los Estados Unidos. Cierta santa que había estudiado en los Estados Unidos me envió dos cheques y me dijo: “Hermano Lee, siento que usted debería ir a los Estados Unidos. Los estadounidenses necesitan oír las verdades que usted predica. Adjunto le doy dos cheques: uno por la suma de mil seiscientos dólares estadounidenses para sus gastos de viaje, y otro por la suma de mil doscientos yuanes chinos para cubrir los gastos de sostenimiento de su familia por un año. Espero que usted pueda ir a los Estados Unidos para laborar allí por un año”. En respuesta, le dije a esa hermana que no tenía ninguna carga de ir a los Estados Unidos. Ella contestó: “Quizás no tenga la carga ahora, pero creo que más tarde el Señor lo enviará allí. Por lo tanto, quédese con esos dos cheques. Vaya cuando el Señor lo envíe”. Posteriormente, su profecía se cumplió. Veinte años más tarde pasé por los Estados Unidos, y tres años después, vine a los Estados Unidos para empezar la obra oficialmente.

No vinimos a los Estados Unidos a buscar refugio; antes bien, trajimos el recobro del Señor a los Estados Unidos. Verdaderamente es la misericordia del Señor que tantos chinos estén en los Estados Unidos. Por lo tanto, debemos ser fieles expresando este testimonio en nuestro vivir y presentándolo a los estadounidenses para que haya una verdadera propagación y multiplicación en cada iglesia. En lugar de producir una unidad de habla china, debemos realizar la obra de habla china sólo por causa del problema del idioma y usar esta obra como un puente para que los hermanos y hermanas sean edificados, y así nuestro Señor no sufra una gran pérdida. Por lo tanto, la obra de habla china en cada lugar debe escuchar a la iglesia y ser uno con la iglesia. No hagan nada sin la comunión de la iglesia; tampoco hagan nada que la iglesia desapruebe o algo en lo cual la iglesia rehúse participar. Esto es un principio que debemos guardar. Sólo de esta manera podremos guardar el terreno de unidad de la iglesia.

Las iglesias locales son expresiones de la iglesia en las localidades. La iglesia es el Cuerpo de Cristo; por lo tanto, una iglesia local es la expresión del Cuerpo de Cristo a nivel local. El Cuerpo de Cristo es uno solo, y en él no hay diferencias en cuanto a nacionalidad, raza, idioma o estrato social. En vez de ello, Cristo es el todo y en todos (Col. 3:10-11). El idioma está relacionado con la práctica, pero a fin de considerarse apropiada cualquier práctica de la iglesia, ella debe llevarse a cabo dentro del límite de la localidad y con miras a guardar el terreno de unidad.


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