Información del libro

Visión central necesaria para servir a la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8315-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 7 Sección 2 de 5

LLEVAR A CABO NUESTRA SALVACIÓN
Y SER LIBRADOS DE MURMURACIONES Y ARGUMENTOS

Filipenses 2:12-13 dice: “Llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros realiza así el querer como el hacer, por Su beneplácito”. En este versículo el término salvación no se refiere a la salvación que nos libra de la condenación por parte de Dios y del lago de fuego. Se refiere a ser salvos a diario para que seamos librados de varias situaciones en nuestro vivir diario. El versículo 14 continúa, diciendo: “Haced todo sin murmuraciones y argumentos”. Por muchos años no entendí por qué el versículo 14 fue escrito de esta manera. Los versículos 12 y 13 hablan de algo muy grande, pero el versículo 14 habla de algo bastante pequeño. Con experiencia, comencé a entender que la palabra salvación del versículo 12 se refiere a ser librados de las murmuraciones y los argumentos. En el idioma original la expresión murmuraciones significa “gruñidos” o “refunfuños”.

Aunque hemos oído muchos mensajes, no hemos sido librados de nuestras murmuraciones. Murmurar es quejarnos de otros. Creo que muchos de nosotros murmuramos continuamente. Si nosotros realmente viviésemos en el espíritu, nuestros oídos serían sordos, nuestros ojos serían ciegos y nuestra boca estaría en silencio. No seríamos capaces de oír, ver o hablar; sólo viviríamos delante del Señor. Esto eliminaría el hablar innecesario, que incluye las críticas e incluso nuestras oraciones de preocupación, y nuestro espíritu sería como un río que fluye rebosando para impartir el suministro a otros. Nuestras supuestas preocupaciones y oraciones confirman que nosotros todavía estamos en el alma, y nuestras críticas acerca de otros son una prueba de que no estamos en el espíritu. No estamos en el espíritu incluso si hay alguna base para nuestra crítica. Estamos aún menos en el espíritu cuando no hay base alguna para nuestra crítica. Cuando estamos en el espíritu, no sabemos nada ni tenemos nada que decir, aunque tenemos una perspectiva y una comprensión divinas acerca de un asunto en particular. Ésta es nuestra condición cuando estamos en el Lugar Santísimo.

Nuestro problema consiste en que no comprendemos que la espiritualidad genuina, la salvación genuina, es Dios mismo. Cuando murmuramos y argumentamos acerca de distintas cosas en nuestra mente, estamos completamente capturados por Satanás. Mientras que él hacía que nosotros pecáramos y amáramos al mundo antes de ser salvos, él también hace que nosotros murmuremos acerca de otros tan pronto como tocamos al Señor.

No podemos hacer que una semilla crezca al estudiarla; más bien, necesitamos plantar la semilla en la tierra a fin de que ella crezca. Hemos oído muchos mensajes acerca de nuestro espíritu, pero ¿cuántos de nosotros vivimos en nuestro espíritu? Tal parece que sólo estudiamos el espíritu. Si nosotros realmente estuviésemos en nuestro espíritu, no estaríamos en nuestra mente dando vueltas y vueltas. En vez de estar en el desierto, estaríamos en Canaán y en el Lugar Santísimo, disfrutando la presencia del Señor. Además, de nuestro interior fluirían ríos de agua viva, y seríamos un suministro a otros. Por tanto, no habría preocupaciones acerca de otros y no habría necesidad alguna de oraciones. Espero que los hermanos responsables en todas las localidades no permanezcan en su mente, pues no podemos introducir a los santos a una experiencia de salvación más profunda usando tan solo nuestra mente. Más bien, nuestro espíritu tiene que ser lo suficientemente fuerte para tocar el espíritu de los santos; entonces ellos experimentarán la salvación. No podemos tocar a otros con una predicación del evangelio que es meramente elocuente y lógica. Aunque esto podría tocar su mente, la salvación depende de que su espíritu humano sea tocado por el Espíritu divino.

Cuando los santos me piden consejos, usualmente respondo, diciendo: “No sé nada. Ningún método lo puede ayudar. Dios es Espíritu. Usted debería simplemente contactarle a Él. Usted no necesita un método; más bien, usted necesita tocarle a Él”. Algunas personas podrían responder, diciendo: “Si éste es el caso, entonces yo no necesito ir a una reunión o escuchar un mensaje”. Aun si esto fuese cierto, todavía tendríamos que volvernos a nuestro espíritu. Todos hemos caído en la trampa de Satanás; es decir, hemos caído en nuestra mente. Por esta razón Pablo nos dice que huyamos al refugio de nuestro espíritu (He. 6:18). Todos necesitamos huir. Los que piensan que ellos han entrado en el espíritu son los que más necesidad tienen de huir al espíritu. Tales personas están bajo la auto-ilusión y el autoengaño.


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