Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7182-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En la iglesia no sólo tenemos la cuestión de sumisión a la autoridad, sino también la de ser la autoridad. Someterse a la autoridad significa que otros poseen la autoridad y usted se somete a ella. Ser una autoridad significa que la autoridad está con usted y que usted debe actuar como la autoridad. Por un lado, los ancianos deben someterse a la autoridad; por otro, ellos también son la autoridad. Hablando con propiedad, este principio no sólo se aplica a la iglesia, sino también a todas autoridades delegadas que existen entre las comunidades humanas. Por un lado, existe la cuestión de la sumisión a la autoridad y, por otro, la del ejercicio de la autoridad.
En algunas iglesias locales los ancianos son humildes por nacimiento. Ellos han sido influenciados por la era moderna y son muy democráticos. Nunca han sabido lo que es la autoridad. Podemos predecir que las iglesias que están en sus manos nunca serán fuertes. A fin de que una iglesia local sea fuerte, debe haber algunos hermanos de los que se someten a la autoridad y que actúan como la autoridad. Ellos no intentarán anular el sentimiento de los demás, pero tampoco permitirán que todos digan lo que quieran. En ciertas iglesias uno no percibe ninguna autoridad; en vez de ello, se perciben argumentos y muchas opiniones. La razón de ello es que, por un lado, los ancianos allí no han aprendido la lección de someterse a la autoridad y, por otro, mucho menos han aprendido a ser la autoridad.
En algunas iglesias locales he conocido ancianos que, debido a que no están dispuestos a someterse a la autoridad, deliberadamente han hecho las cosas un poco más democráticas. Creo que entienden a lo que me refiero. Tales hermanos quieren condenar la autoridad a la que ellos debieran someterse; ellos no quieren ninguna autoridad. Como resultado, no quieren ser la autoridad, y todo llega a ser democrático. Sin embargo, quiero decirles a los hermanos y hermanas que esa clase de acción traiciona a la iglesia y la sacrifica. A fin de justificar su rechazo a someterse a la autoridad, ellos mismos tratan de no ser la autoridad. No importa qué suceda, ellos simplemente hacen lo que les parece mejor a los hermanos y hermanas. El significado de esto, siendo francos, es simplemente éste: “Yo no me meto en los asuntos de los demás y, por tanto, no se metan en los míos. Yo no seré la autoridad de nadie, ni me someteré tampoco a la autoridad de otra persona”. Hermanos y hermanas, esto es algo que proviene de Babel. Es algo que proviene del espíritu de Babel. La iglesia en ese lugar debiera ser llamada Babilonia, porque allí hay confusión, y las lenguas han sido confundidas, y los que están allí ya no hablan el mismo idioma. Tener muchos idiomas y tener confusión de lenguas es una señal del castigo de Dios. Ello muestra que allí no hay autoridad. No era una buena señal que no hubiera rey en Israel y que cada uno hiciera lo que le parecía recto ante sus propios ojos.
Hermanos, cada vez que ustedes proponen tener una democracia o una autocracia en la iglesia, están rechazando la autoridad de Dios. En la iglesia no hay democracia, ni tampoco hay autocracia. En la iglesia sólo debe estar la presencia de Dios y la autoridad delegada por Dios. Los ancianos deben aprender a tocar la autoridad, a someterse a la autoridad y a ser la autoridad. La iglesia no es un lugar donde las personas expresan sus opiniones y donde debaten; no, es un lugar donde Dios es temido, donde Su señorío es honrado y donde está Su presencia y Él es representado. Sólo cuando todo esto se encuentre, allí estará la iglesia.
Una vez más, en la iglesia está la presencia de Dios y la representación de esta presencia. Esta representación es la autoridad. Si usted se somete a ella y permite que ella se manifieste sobre usted, con el tiempo llegará a ser la autoridad. Si usted es un anciano en una iglesia local, pero nunca puede ser una autoridad, debe entender que ha fracasado rotundamente.
Ya que un anciano es la autoridad, ¿cómo debe ejercer la autoridad? Recordemos que la manera de ejercer la autoridad es no ejercer la autoridad. Si los ancianos de la iglesia tienen la actitud de que ellos son los ancianos, que ellos tienen la autoridad y que están aquí para ejercer su autoridad, ¡ello sería una de las cosas más aborrecibles! Vemos algo asombroso en la actitud de Moisés en Números. Él sin duda era una autoridad, pero observen cómo ejerció la autoridad. Por un lado, él era la autoridad; por otro, no ejercía la autoridad. El ejercicio de la autoridad del cual estoy hablando es el que no se abstiene de usar la autoridad, pero tampoco ejerce la autoridad. Esto es ciertamente maravilloso. Moisés era alguien que siempre era la autoridad entre los israelitas, pero nunca ejercía su autoridad. La manera en que ejercía la autoridad era no ejercer la autoridad. Creo que ustedes entienden a lo que me refiero. Todo el que ejerce la autoridad para reclamar que es un anciano, que él tiene la autoridad para tratar determinado asunto y que él va a ejercer esta autoridad, ¡está usando su autoridad de manera equivocada! Una persona sólo puede ser una autoridad; jamás puede ejercer la autoridad. Si usted puede ser una autoridad sin ejercer la autoridad, ése es el verdadero ejercicio de la autoridad. A esto me refiero cuando hablo de ejercer la autoridad.
Ustedes pueden descubrir al leer las Escrituras que Moisés como líder difiere de los demás líderes del mundo. Hoy en día, todos los líderes de las naciones ejercen su autoridad, pero Moisés no ejerció su autoridad. No obstante, Moisés nunca dejaba pasar nada por alto; él siempre estaba allí como la autoridad. Después que descendió del monte Sinaí y vio a los israelitas danzando y adorando el becerro de oro, él no convocó una reunión del comité. Si hubiese hecho esto, probablemente el noventa por ciento del pueblo habría estado de acuerdo con adorar el becerro de oro. Moisés no les dio la oportunidad de discutir nada. Les dijo que quitaran el becerro, y luego lo molió hasta reducirlo a polvo y lo esparció sobre las aguas para que los hijos de Israel lo bebieran. Esto no fue el ejercicio de su autoridad; era él mismo que estaba allí como autoridad. En todo el relato acerca de Moisés, ustedes pueden ver que él jamás ejerció su autoridad. Él era la autoridad, pero nunca ejerció la autoridad. En realidad, era así como él ejercía su autoridad.
Es lamentable y también vergonzoso que en algunas iglesias locales haya ancianos que al parecer no son la autoridad. Sin embargo, ellos en realidad ejercen mucho la autoridad. Aparentemente actúan muy democráticamente, pero en realidad conservan la autoridad en sus propias manos. Esto es muy vergonzoso. Si usted y yo hemos de ser ancianos y velar por la iglesia, tenemos que aprender, por un lado, a someternos a la autoridad y, por otro, ser la autoridad delegada por Dios. Al mismo tiempo, no debemos ejercer la autoridad. Ustedes no deben decir que puesto que son ancianos, lo que dicen tiene que ser tenido en cuenta y lo que deciden debe hacerse. Si no ejercen su autoridad, ustedes en realidad están siendo la autoridad allí. Esto aparentemente es una contradicción. ¿Cómo puede alguien ser una autoridad sin ejercer autoridad? ¿Y cómo puede una persona no ejercer su autoridad y a la vez ser la autoridad? Sin embargo, yo creo que los hermanos y hermanas saben lo que esto significa en su experiencia práctica. No hay nada contradictorio al respecto. Si usted no tiene claro este asunto, considere nuevamente la historia de Moisés. Él era una autoridad delegada. Él se sometía a la autoridad, y también actuaba como autoridad. Sin embargo, muchas veces cuando surgieron las dificultades, él se sometía a Dios, y no ejercía su autoridad. El hecho de no ejercer la autoridad era la manera más decorosa de ejercer la autoridad. Es sólo cuando alguien se somete a la autoridad en la iglesia, y cuando también él mismo es una autoridad, que puede aplicar su autoridad al abstenerse de ejercer la autoridad. Creo que ustedes, hermanos y hermanas, entienden lo que quiero decir. Ésta es la condición apropiada de un anciano.
Que el Señor tenga misericordia de nosotros y abra nuestros ojos para que veamos que sin autoridad, no puede haber administración, y que sin administración, no puede existir la iglesia. Que recibamos Su misericordia para que tarde o temprano conozcamos tal representación de Su presencia en la iglesia. Esta representación es la autoridad. Una vez que toquemos la autoridad, tendremos que aprender a someternos a ella y aprender a representar a Dios como autoridad. Al mismo tiempo, debemos ser como Moisés y no ejercer la autoridad. A la postre, éste será el ejercicio apropiado de la autoridad.
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