Cristo como la realidadpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3063-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El cuarto punto es que al presentar el holocausto debemos ser uno con Cristo. Por un lado, el holocausto es Cristo mismo. Sin embargo, por otro lado, si vamos a presentar a Cristo como el holocausto, debemos ser uno con Él. Es por eso que al presentar el holocausto el oferente debía poner las manos sobre el sacrificio. Esto significa que el oferente era uno con el presente; el oferente era uno con la ofrenda. Poner las manos sobre la cabeza del holocausto significa estar identificado con la ofrenda.
Si durante el día, nunca hemos sido uno con Cristo, será difícil venir a la reunión para presentar a Cristo como el holocausto. Si nuestra mano ha estado alejada de Cristo y, sin embargo, venimos a la reunión y tratamos de presentarlo como el holocausto, eso es realmente desagradable. Todos debemos estar identificados con Cristo. Debemos ser uno con Cristo durante todo el día. A lo largo del día, nuestras manos deben estar sobre la cabeza de Cristo. En otras palabras, durante el día debemos ser uno con Cristo en nuestro espíritu.
Este Cristo en quien ponemos nuestras manos, no es uno que da muerte a otros. Su vida no es una vida que mata, sino una que está dispuesta a morir. Permítanme citar el ejemplo de un hermano y su esposa. Cuando este hermano ha sido verdaderamente uno con Cristo, él sabe que Cristo no es Aquel que da muerte, sino Aquel que está dispuesto a morir. Supónganse que cuando él llega a su casa su esposa le causa un disgusto. Esto es darle muerte. Muchas veces las esposas son los mejores matarifes. Pero tengo que ser justo y decirles que los esposos también matan. Las esposas matan a los esposos, y los esposos a las esposas. Así que ambas vidas son vidas que matan. No piensen que cierto hermano es muy apacible, porque su vida es una vida que despedaza. Muchas veces corta a su esposa en pedazos. Y su esposa tiene la misma clase de vida. Tal vez ella, aún más, trata de cortarlo en pedazos.
Pero cuando su esposa o esposo esté cortándolo en pedazos, si usted es uno con Cristo, estará dispuesto a ser cortado. La vida de Cristo dentro de nosotros está tan dispuesta a ser despedazada. Por medio de esta vida, usted no peleará jamás; nunca intercambiará palabras con su esposa, pues estará dispuesto a ser cortado en pedazos. Así cuando venga a la reunión tendrá algo de Cristo que ofrecer y presentar a Dios. Por otro lado, si usted discute un poco con su esposa o argumenta con ella aun ligeramente, está acabado. Vendrá a la reunión con las manos vacías. No tendrá nada de Cristo que ofrecer.
Este caso sucede no sólo en la vida conyugal, sino también en la oficina, en la escuela o en el apartamento donde vivimos. Todo el tiempo debemos experimentar a Cristo como la vida que está dispuesta a ser cortada en pedazos. Esto no lo podemos hacer por nosotros mismos, sino por medio del Cristo que mora en nosotros. Él es el holocausto, y Su vida es la que está dispuesta a ser cortada.
Pablo dice en 2 Corintios 4:10-12: “Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, mas en vosotros la vida”. Debemos llevar la muerte de Jesús en nuestra vida. Durante todo el día estamos entregados a la muerte.
No piensen que sus enemigos son los que los matan. Muchas veces su esposa lo matará; y a veces será un anciano en la iglesia el que lo mata. Todos éstos son los cortes apropiados para usted.
Si todos nosotros hemos de ser edificados y hemos de tener un recobro excelente de la iglesia, todos debemos experimentar estas cosas. No digan que cuando viene a la iglesia el amor que se manifiesta es tan maravilloso, porque después de dos semanas han de sufrir mucho. Van a sufrir los cortes. No traten de cortar a otros, sólo estén dispuestos a ser cortado. Sin embargo, no importa cuán cuidadosos sean, habrá tiempos en que ustedes cortarán a otros. Muchas veces fui extremadamente cuidadoso para evitar cortar a otros, pero finalmente los herí mucho. No fue intencionalmente, pero lo hice. Muchas veces todos nos hemos cortado unos a otros; sin embargo, hoy en día estamos aquí en verdadera unidad porque estamos dispuestos a ser cortados unos con otros. Tenemos una vida dentro de nosotros que está dispuesta a ser cortada.
No tome al holocausto como una enseñanza de forma objetiva. Todos debemos darnos cuenta de que el holocausto es nuestra unión con Cristo. Durante todo el día, en nuestro andar cotidiano, debemos identificarnos con Cristo de forma práctica. No es un asunto de sólo traer a Cristo a las reuniones y presentarlo como el holocausto. Eso no funcionará. Debemos ser uno con Cristo en nuestra vida práctica diaria, y ser uno con Cristo como el holocausto quiere decir que tomamos la vida que está dispuesta a ser muerta, desollada y cortada en pedazos.
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