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Autobiografía de una persona que vive en el espíritu, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1126-7
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CARTAS DE CRISTO

En el capítulo dos, Pablo dice que él era un cautivo. Y en el capítulo tres dice que los creyentes debemos ser cartas de Cristo; éste es el segundo aspecto de una persona que vive en el espíritu, en el Lugar Santísimo. En 3:3 Pablo dice: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo”. Una carta es un papel escrito. El Espíritu del Dios vivo escribe en nosotros sólo cuando hemos sido capturados por Cristo. Tenemos que ser capturados por Cristo, y esto requiere que nuestros sentimientos, nuestra voluntad y aun nuestros deseos sean subyugados y conquistados. Sólo entonces el Espíritu tendrá la libertad de escribir en nosotros lo que El desee escribir de Cristo. Hoy Cristo está en nosotros (Col. 1:27), y como el Espíritu (2 Co. 3:17) El está escribiendo los elementos, las riquezas, de Cristo en todo nuestro ser. Pero si nuestra mente, parte emotiva y voluntad permanecen en rebeldía, no habrá manera de que el Espíritu de Cristo escriba en nosotros algo de Cristo. El es paciente y espera hasta que estemos dispuestos a ser cautivados. Si somos conquistados, derrotados, subyugados y capturados por Cristo, seremos un papel sobre el cual el Espíritu podrá escribir.

Quizás usted piense que es apto y que puede emprender una obra para el Señor; sin embargo, tal vez sólo sea un papel en blanco que no tenga mucho de Cristo escrito en él. ¿Cuánto de Cristo se puede leer en usted? Esto no depende de cuán elocuentes seamos, ni de cuánto prediquemos, sino de que los demás puedan leernos. Lo que otros vean y lean de Cristo en nosotros, depende de cuánto El haya escrito en nuestro ser.

La obra que Cristo efectúa al morar en nosotros consiste en que escribe en nuestro interior. El Espíritu del Dios vivo mora en nosotros y siempre busca la oportunidad de escribir algo de Cristo en nuestro ser. Les repito que, en tanto no estemos dispuestos a ser capturados por Cristo, el Espíritu Santo no podrá escribir nada de El en nuestro ser. Cristo está en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22), pero aún no ocupa gran parte de nuestra mente, parte emotiva ni voluntad. Aunque ciertamente El está en nuestro espíritu, nosotros seguimos siendo rebeldes en nuestros pensamientos, sentimientos y decisiones. Por tanto, es menester que seamos derrotados, conquistados y subyugados en cada área de nuestra alma. A medida que Cristo subyugue nuestro ser, el Espíritu Santo, quien es el Espíritu de Cristo que mora en nosotros, gradualmente tendrá la libertad de escribir algo de Cristo en todas las áreas de nuestro ser. En 3:3 Pablo no usó la palabra “escrita”, sino “inscrita” (lit. griego). Cristo es inscrito en cada parte de nuestro ser con el Espíritu del Dios vivo para hacer de nosotros Sus cartas vivas, a fin de que El pueda ser expresado en nosotros y leído en nosotros por los hombres.

Es importante estudiar la Biblia, pero si sólo la estudiamos para obtener conocimiento, recibiremos poco provecho. Ni el conocimiento ni las enseñanzas dan vida, pues sólo el Espíritu vivifica (3:6). Es fútil leer o estudiar la Palabra de Dios sólo para obtener conocimiento o doctrinas; leemos y estudiamos la Palabra por la razón principal de alimentar nuestro hombre interior (Jer. 15:16; 1 Ti. 4:6). No importa cuánto conocimiento obtengamos de la Biblia, en tanto no seamos subyugados por Cristo ni seamos inscritos por el Espíritu del Dios vivo, no podremos laborar para el Señor de manera que edifiquemos Su Cuerpo.

Si deseamos edificar el Cuerpo de Cristo, primero tenemos que ser derrotados y conquistados, pues sólo entonces el Espíritu podrá escribir en nosotros. El elemento de Cristo es inscrito en nuestro ser, no por el conocimiento acumulado en nuestra mente, sino por el Espíritu vivo en nuestro espíritu. De este modo, los elementos de Cristo son inscritos y forjados en las partes internas de nuestro ser, a saber, en nuestra mente, parte emotiva y voluntad; y finalmente, todo nuestro ser será una carta de Cristo. Este no es un asunto de salir a predicar a Cristo meramente con palabras, sino de ser una carta viva de Cristo, es decir, de llegar a ser una persona en quien Cristo se haya sido inscrito. Como resultado de esta inscripción, dondequiera que vayamos las personas podrán ver y leer a Cristo en nosotros.

Nos estamos refiriendo al ministerio, y no a la manifestación de algún don. Los dones se reciben en un instante, pero se requiere tiempo para tener el ministerio, pues antes que todo debemos ser conquistados, subyugados y capturados por Cristo. Sólo entonces el Cristo que mora en nosotros tendrá la libertad para escribirse en nuestro ser. Finalmente, llegamos a ser ministros que tienen un ministerio, y no simplemente personas dotadas.

Todo lo que está revelado en las Escrituras tiene que inscribirse en nosotros, no solamente al estudiar o leer la Biblia, sino al estar dispuestos a ser capturados por Cristo. Muchos piensan que serían mejores creyentes si escucharan mejores mensajes y adquirieran más conocimiento de la Biblia. Esta manera de pensar es errónea, pues el camino para llegar a ser un ministro que tiene un ministerio que edifica el Cuerpo de Cristo, no depende de adquirir enseñanzas ni de oír buenos mensajes, sino de que Cristo se inscriba en nosotros de una manera viva, real, activa y práctica.

¡Necesitamos orar-leer desesperadamente los versículos de este capítulo! Podríamos incluso ayunar y orar, diciendo: “Señor, a pesar de que en mi vida te he buscado, aún no me has conquistado y capturado. Confieso que mi mente, parte emotiva y voluntad todavía se rebelan contra Ti. Esta es la causa de mi ayuno. Señor, ten misericordia de mí; derrótame, captúrame y conquístame”. Es importante que seamos específicos al orar, a fin de llegar a ser el papel apropiado sobre el cual el Espíritu inscriba las riquezas de Cristo. Así, Dios podrá usarnos como Sus cautivos y como cartas vivas de Cristo.


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