Visión celestial, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0927-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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¿Hemos visto la visión celestial de la cual hablamos? ¿Hemos visto las visiones de Cristo, la iglesia, el Cuerpo, el yo y el mundo? Sinceramente sí creo que hemos visto algo. Al encontrarnos frente al tribunal del Cristo, ¿podríamos decirle que no recibimos ninguna de estas visiones? Sin duda hemos vislumbrado algo con respecto a Cristo, la iglesia, el Cuerpo, el yo y el mundo; por lo tanto, no tenemos ninguna excusa con respecto a la consagración.
Algunos pueden argumentar que no han tenido la visión, pero dicen esto porque no están dispuestos a pagar el precio requerido para estar en el aposento alto. En otras palabras, no están dispuestos a pagar el precio por la visión celestial. Saben que estas visiones exigen mucho, y no están dispuestos a pagar tal precio.
Acerca del precio que se debe pagar por causa de esta visión, leamos las palabras del Señor Jesús en Apocalipsis 3:18: “Yo te aconsejo que de Mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se manifieste la vergüenza de tu desnudez; y colirio con qué ungir tus ojos, para que veas”. En este versículo el Señor no nos aconseja que oremos, que pidamos, que recibamos ni que aceptemos por fe; más bien, El nos aconseja que “compremos”. Aquí subrayamos principalmente el tercer artículo que el Señor nos aconseja que compremos: el colirio con el cuál ungir nuestros ojos para ver. Es posible que uno no haya recibido la visión celestial, pero en cuanto esté dispuesto a pagar el precio requerido por el colirio, podrá verla. Lo importante es que estemos dispuestos a pagar el precio. Una vez que hayamos venido al aposento alto, lo veremos todo claramente, pero si no estamos dispuestos a subir al aposento alto, no importa cuántos mensajes escuchemos, no veremos nada.
Es necesario comprar el colirio. No se excusen diciendo que no han recibido la visión. Tampoco argumenten que no tienen claridad al respecto. Tal vez sí vean claramente, pero quizás no estén dispuestos a pagar el precio. Si no están dispuestos a pagar el precio, no se atreverán a decir que tienen la visión. Recibir la visión depende de estar dispuestos a pagar el precio. Si pagan el precio requerido por el colirio, ciertamente tendrán la visión.
Les animo a orar de esta manera: “Señor Jesús, por Tu misericordia he de comprar el colirio. Por Tu misericordia estoy dispuestos a pagar el precio para estar en el aposento alto”. Si le dicen esto al Señor, los cielos se abrirán, las escamas caerán de sus ojos y obtendrán la visión celestial.
Si uno paga el precio que la visión celestial requiere, entonces, romperá todos los lazos que le unen con el pasado, y no habrá manera de volver atrás. El cristianismo quedará atrás y uno no tendrá modo de retornar a él. Aun si uno quisiera regresar allí, ya no sería recibido.
Supongamos que recibe una oferta del cristianismo que le da la oportunidad de tener una mejor posición y un mejor futuro. Los beneficios podrían ser tanto para usted como para su esposa e hijos. Si calcula esa propuesta, eso significaría que no ha roto todos los lazos de su pasado, y que se ha reservado una manera de retornar. Por la misericordia del Señor puedo testificar que rompí todos esos lazos hace más de treinta años. No debemos avergonzarnos de haber hecho esto; antes bien, debemos alabar al Señor por ello.
Elegir el camino del recobro del Señor no es barato; por el contrario, exige una consagración muy costosa. Al optar por esta senda hemos de pagar el precio de renunciar a la religión de nuestros padres, de renunciar a nuestra patria, a las relaciones con nuestros vecinos y parientes, y estar dispuestos a pagar el precio de nuestra propia vida. ¿Estamos dispuestos a efectuar semejante consagración? ¿Estamos listos para entrar al aposento alto, donde se ve claramente la visión celestial?
No estamos en un movimiento, sino en el recobro del Señor. ¿Cómo se puede llevar a cabo este recobro? Sólo experimentando la consagración que vemos en el aposento alto. Esta no es una consagración ordinaria, sino una consagración especial, específica y extraordinaria, la cual es crucial y ha de determinar el rumbo de nuestras vidas.
¿Qué sucedió con los ciento veinte que se encontraban en el aposento alto en el primer capítulo de Hechos? Todos ellos llegaron a ser un holocausto para Dios, una ofrenda consumida en su totalidad por el fuego. Ellos estaban ardiendo, y al consumirse, encendieron a otros. Nosotros también necesitamos ser completamente quemados, pues sólo entonces arderemos de una manera que ha de encender a los demás.
¿Qué expectativas tiene usted hoy? ¿Espera un avivamiento o un movimiento? ¿Busca acaso una nueva clase de actividad cristiana? ¿Con qué propósito estamos aquí? ¿Acaso nos reunimos solamente para escuchar algo que no se escucha en otro lugar? Tal vez éste sea el motivo por el que estamos aquí, pero eso no es suficiente. Debemos estar aquí por causa del recobro del Señor, el cual es el resultado de la consagración ofrecida en el aposento alto.
Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, grandes multitudes le siguieron. Muchos fueron los salvados y sanados, e innumerables personas recibieron el favor de Dios. Sin embargo, al final sólo quedaron ciento veinte en el aposento alto. Las multitudes no le aportaron al Señor Jesús nada que contribuya a Su mover. El mover del Señor se llevó a cabo con los que estaban en el aposento alto, cuyos ojos fueron abiertos y cuyos corazones fueron conmovidos. Sólo éstos subieron al aposento alto para arder hasta consumirse, y ellos trastornaron completamente el mundo y sacudieron sus cimientos. El principio es el mismo hoy. Son pocos los que han de trastornar el mundo y cambiar la era.
¿Preferimos estar entre las multitudes o en el aposento alto? ¿Permaneceremos con las multitudes o, por la misericordia del Señor, subiremos al aposento alto? Yo no puedo saber quién es usted en realidad. Sólo el Señor sabe quién estará en el aposento alto.
Les insto a que oren pidiendo la misericordia del Señor para que les conceda estar en el aposento alto. Si no están dispuestos a subir allí, entonces lo que han leído en estos capítulos no tendrá nada de fruto en ustedes. En este caso, ustedes serán como aquellas multitudes, con quienes el Señor no podía contar. Pero si desean estar en el aposento alto, deben orar de una manera específica, diciendo: “Señor, estoy dispuesto a estar en el aposento alto, para que se lleve a cabo el recobro de Tu testimonio”.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.