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Mensajes de la verdadpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6894-0
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CAPÍTULO CINCO

LA VERDAD NOS SANTIFICA
POR CAUSA DE LA UNIDAD

La verdad ocupa un lugar prominente en el Evangelio de Juan. El Evangelio de Juan no es solamente un libro acerca de la vida, sino también un libro que nos habla de la verdad. Juan 1:14 dice: “En Él estaba la vida”, y el versículo 14 dice: “La Palabra se hizo carne [...] llena de gracia y de realidad”. Además, Juan 1:17 dice: “La gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo”. En Juan 14:6 el Señor Jesús declara que Él mismo es la verdad. Además, este Evangelio revela que el Espíritu compuesto, el cual “aún no había” (7:39) antes que el Señor fuese crucificado y resucitado, era el Espíritu de realidad (14:17). Con respecto a la palabra del Padre, el Señor Jesús dice: “Tu palabra es verdad” (17:17). Por consiguiente, el Señor Jesús es la verdad, el Espíritu es el Espíritu de realidad, o sea, de verdad, y la palabra del Padre es verdad.

LAS DOS FUNCIONES DE LA VERDAD

El Evangelio de Juan revela que la verdad cumple dos funciones. La primera de ellas es que nos libera. Juan 8:32 dice: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Luego, en Juan 17:17 el Señor Jesús oró, diciendo: “Santifícalos en la verdad”. Por consiguiente, según el Evangelio de Juan, las funciones de la verdad son liberarnos y santificarnos.

Juan 17 indica que la verdad, la santificación y la unidad están relacionadas entre sí. Aquí tenemos la palabra del Padre, la cual es la verdad que nos santifica. Por consiguiente, el versículo 17 asocia la verdad con la santificación, puesto que la santificación proviene de la verdad. Cuando la verdad opera en nosotros, el resultado de ello es la santificación. Esta santificación obtenida a través de la verdad tiene por objetivo la unidad. Los versículos del 17 al 23 del capítulo 17 abarcan la verdad, la santificación y la unidad. La verdad nos santifica, y la santificación da por resultado la unidad.

LA VERDAD ES LA REALIDAD DEL DIOS TRIUNO

La verdad que nos santifica por causa de la unidad incluye al Señor Jesús, al Espíritu de realidad y la palabra del Padre. Por lo tanto, todos los tres del Dios Triuno están relacionados con la verdad. El Señor Jesús, el Hijo, es la verdad; el Espíritu es el Espíritu de verdad; y la palabra del Padre es verdad. En el Nuevo Testamento, en especial en el Evangelio de Juan, la verdad no denota la doctrina; más bien, se refiere a la realidad del Dios Triuno. Probablemente ya sabíamos que el Padre, el Hijo y el Espíritu están relacionados con la vida, pero es posible que nunca hayamos visto que los tres del Dios Triuno también están relacionados con la verdad.

Ya dijimos que la palabra del Padre es verdad. Puesto que la palabra del Padre es Su expresión y puesto que Su palabra es verdad, la verdad es, por tanto, la expresión del Padre.

Toda la Biblia es la palabra de Dios. Debe impresionarnos profundamente el hecho de que la Biblia no es simplemente un libro, sino la palabra que expresa a Dios. Cada vez que acudamos a la Biblia, debemos percatarnos de que estamos acudiendo a la expresión de Dios, a Dios mismo expresado. Cada vez que yo acudo a la Palabra, tengo la profunda sensación de que estoy acudiendo a Dios mismo, no a un Dios escondido ni a un Dios oculto, sino al Dios que se expresa y manifiesta. Por medio de la Biblia, yo puedo encontrarme con Dios, hablarle a Él y escucharlo. Todos debemos tener esta profunda convicción cada vez que acudamos a la Biblia.

Cristo, el Hijo, también es la verdad. Esto es más bien fácil de entender porque la palabra del Padre es el Hijo, quien es la expresión de Dios. Muchos maestros del cristianismo han dicho acertadamente que la Biblia es la Palabra escrita y que el Hijo es la Palabra viva. Yo estoy de acuerdo con esto. La Biblia es la palabra que está fuera de nosotros, y el Hijo es la palabra que está dentro de nosotros. No obstante, estas dos, la palabra externa y la palabra interna, son una sola.

Podemos tener la realidad de todo esto gracias a Dios el Espíritu. Ya señalamos que en el Evangelio de Juan el Espíritu es el Espíritu de verdad. El Padre está corporificado en el Hijo, y el Hijo se hace real para nosotros en el Espíritu de realidad. El Espíritu es el Hijo hecho real para nosotros como corporificación del Padre. Por consiguiente, el Espíritu es la realidad. El Espíritu también es la palabra. Juan 6:63 dice que la palabra es espíritu, y Efesios 6:17 dice que el Espíritu es la palabra. ¡Aleluya, pues fuera de nosotros tenemos la Palabra y dentro de nosotros tenemos al Espíritu!

Cada vez que acudimos a la Palabra manteniendo abiertos nuestro corazón y nuestro espíritu, de inmediato tocamos la Palabra y al Espíritu como la verdad. Puedo testificar que cada vez que abro mi corazón y mi espíritu al acudir a la Biblia, me encuentro con Dios. Por medio de esta acción, toco simultáneamente la Palabra y el Espíritu, esto es, toco al mismo tiempo la Palabra escrita y la Palabra viva. Deberíamos acudir a la Palabra dos o tres veces al día. Es más bien difícil acudir al Señor en el Espíritu aparte de la Palabra. Aunque ciertamente podemos hacerlo, definitivamente necesitamos la Palabra. ¡Qué maravilloso instrumento es la Palabra para contactar al Señor! Cuando nos sentimos desilusionados o deprimidos y nos sentimos vacíos interiormente, podemos abrir nuestro ser y acudir a la Palabra. Después de leer la Palabra por unos minutos, percibimos que algo en nuestro interior se levanta y disfrutamos la presencia del Señor. Es así como experimentamos la verdad, la realidad. Éste es el Dios Triuno que en Su Palabra se imparte a nuestro ser, y esto es la verdad.

El Padre está corporificado en el Hijo, el Hijo se hace real a nosotros como Espíritu, y el Espíritu es uno con la Palabra. Por ello, cuando tocamos la Palabra, tocamos también al Espíritu. Entonces algo se infunde en nuestro ser. Todo lo que se infunde en nosotros de esta manera es la verdad. Aunque esto incluye la adquisición de cierto conocimiento bíblico, hay algo viviente dentro de este conocimiento. Éste es el Dios Triuno que se hace real a nosotros y se nos transfunde por medio de la Palabra. Esto no es simplemente la Palabra; es la Palabra que está mezclada con el Dios Triuno y saturada de Él y que se infunde en nuestro ser. Ésta es la verdad que nos libera y nos santifica.


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