Mensajes para creyentes nuevos: Cuerpo de Cristo, El #24por Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0126-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Génesis 2 nos muestra que Dios tomó una costilla de Adán y con ella hizo a Eva, lo cual tipifica la relación que existe entre Cristo y la iglesia. Así como Eva procedió de Adán, pues Dios la creó con el elemento de éste, asimismo la iglesia sale de Cristo, ya que Dios la creó a partir del elemento de Cristo. Dios no sólo nos dio la gracia, el poder y la naturaleza de Cristo, sino también el Cuerpo de Cristo. Dios nos dio Sus huesos, Su carne y a Sí mismo, de la misma manera que le dio a Eva la costilla de Adán. ¿Qué es entonces la iglesia? La iglesia es aquello que proviene de Cristo. La Biblia nos muestra que Cristo es la Cabeza de la iglesia y que la iglesia es Su Cuerpo. Cada cristiano, a nivel individual, es miembro del Cuerpo de Cristo.
Debemos notar que aunque el Cuerpo de Cristo está en la tierra, no es terrenal; es celestial. Cuando Saulo perseguía a la iglesia, el Señor Jesús se le apareció, camino a Damasco, y le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch. 9:4). Lo que el Señor dijo fue muy extraño. No le preguntó a Saulo: ¿Por qué persigues a Mi iglesia?, sino: ¿Por qué me persigues a Mí? Esto le mostró a Paulo que la iglesia y Cristo son una sola entidad. La iglesia y Cristo son uno solo, de tal modo que cuando un hombre persigue a la iglesia, persigue a Cristo. Al mismo tiempo esto pone de manifiesto que el Cuerpo de Cristo está en la tierra, porque si estuviera en el cielo nadie podría perseguirlo. Pablo podía perseguir el Cuerpo de Cristo dado que éste se hallaba en la tierra, mas al hacerlo, perseguía al Señor mismo. Muchas personas piensan que el Cuerpo de Cristo solo se manifestará en el cielo y que, por ende, tenemos que esperar hasta estar allí para ver dicha manifestación. Si tal fuera el caso, mientras Pablo perseguía a la iglesia no debía considerarse esto como un ataque al Señor, pero el Señor le dijo que lo perseguía a El. Por consiguiente, el Cuerpo de Cristo se manifiesta en la tierra, no en el cielo. La iglesia como Cuerpo de Cristo está en la tierra. La Cabeza está en el cielo y el Cuerpo está en la tierra, sin embargo, el Cuerpo y la Cabeza son uno solo. Así, perseguir al Cuerpo equivale a perseguir a la Cabeza. Perseguir a la iglesia es lo mismo que perseguir al Señor, pues ambos son una sola entidad, y no es posible separarlos.
Posiblemente algunos se pregunten: “¿Cómo podía expresarse el Cuerpo de Cristo en la tierra en los días de Pablo? Desde ese tiempo hasta ahora, han transcurrido mil novecientos años. Cada año, una enorme cantidad de personas en todo el mundo es salva y añadida al Cuerpo de Cristo. Muchos más se añadirán en los días y años por venir. ¿Cómo podía ser llamada la iglesia del tiempo de Pablo el Cuerpo de Cristo?” En el siglo pasado un hermano dio una buena respuesta. El dijo que la iglesia es como un ave. Cuando recién sale del cascarón, las plumas no se han desarrollado bien, y aún así, podemos decir que es un ave. Cuando crece, sigue siendo un ave. Las plumas le salen espontáneamente, no son traídas de otra parte. El crecimiento y madurez del ave son el resultado del metabolismo interior de la vida del ave. Es así como la iglesia crece hoy. Aunque la iglesia que Pablo perseguía estaba en su infancia, de todos modos era el Cuerpo de Cristo. Desde entonces hasta hoy nada se le ha añadido; sencillamente ha madurado.
Aunque hoy la iglesia en la tierra es pequeña, es perfecta por dentro. El crecimiento de la iglesia es interno y procede de Cristo. La iglesia que está hoy en la tierra es el Cuerpo de Cristo. Parecería que los que reciben la salvación son añadidos a la iglesia, pero en la realidad espiritual, nunca nadie se ha “añadido” a la iglesia, pues el Cuerpo de Cristo crece desde dentro. Crece continuamente a partir de la Cabeza. La iglesia es simplemente la extensión del Cuerpo de Cristo en la tierra, ya que aquí habita, pero procede de la Cabeza celestial. Al mismo tiempo, por ser el Cuerpo, está unida a la Cabeza.
Tenemos que entender claramente lo que es la iglesia a los ojos de Dios. Ella es el Cuerpo de Cristo. Por consiguiente, nada que sea más pequeño que el Cuerpo puede ser la base de la formación de la iglesia. No podemos establecer la iglesia basándonos en doctrinas, ni en sistemas ni en ritos, ni en el nombre de un fundador o un lugar de origen. Todas estas posibles bases son más pequeñas que el Cuerpo de Cristo. Si deseamos establecer una iglesia en una localidad, debemos permanecer en el principio del Cuerpo. Debemos recibir y aceptar a todos los miembros, todos los que tienen comunión con el Cuerpo de Cristo. Quienquiera que esté en el Cuerpo y sea parte de él es un hermano o hermana y es parte de la iglesia. Si permanecemos en nuestra posición como Cuerpo de Cristo, quizá seamos pocos, pero tendremos la debida base para establecer la iglesia. Si no permanecemos en la posición de Cuerpo de Cristo, no tendremos una base legítima para establecer una iglesia, aunque la cantidad de personas sea muy grande.
Si en una localidad se establece una iglesia cuya base es el Cuerpo de Cristo, nadie debe separarse ni establecer otra iglesia aduciendo diferencias doctrinarias o en puntos de vista. La base de la iglesia es el Cuerpo de Cristo. El deseo de defender cierta doctrina no es una base justificable para formar una iglesia. Si la base de la primera “iglesia” no es el Cuerpo de Cristo, se podría establecer una iglesia sobre la debida base. Pero si la base de la primera iglesia es en verdad el Cuerpo de Cristo, debemos mantenernos en comunión con ella. No podemos salirnos ni formar otra “iglesia”.
La iglesia local debe incluir a todos los hijos de Dios que vivan en ese municipio. La iglesia se afirma del Cuerpo de Cristo como su unidad fundamental. Si hay hermanos y hermanas que no se reúnen con la iglesia, eso es problema de ellos. La iglesia, por su parte, no debe imponer ninguna condición aparte de la necesidad de reconocer el Cuerpo. El Cuerpo es la única condición requerida para establecer una iglesia. Una iglesia no puede ser más pequeña que el Cuerpo de Cristo. En otras palabras, todo el que sea de Cristo debe estar en la iglesia; no se puede rechazar a una persona que esté en el Cuerpo de Cristo.
Sin embargo, aceptar a alguien que no esté en el Cuerpo de Cristo o recibir incrédulos es traspasar el límite del Cuerpo de Cristo y crearía una entidad confusa. Por consiguiente, lo que no sea el Cuerpo de Cristo o vaya más allá de la naturaleza de éste, no es la iglesia.
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