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Cómo reunirnospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6637-3
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CAPÍTULO SEIS

CON EL CRISTO RESUCITADO

En nuestras reuniones con el Cristo resucitado, el principal factor consiste en inhalar el aliento santo, el Espíritu vivificante (Jn. 20:22). En nuestras reuniones para el Cristo ascendido, el aspecto central es el viento recio y poderoso (Hch. 2:2). Esto último representa el viento del Espíritu de poder. Así pues, en todas las reuniones con el Cristo resucitado vemos a Cristo soplando Su propia persona como aliento de vida, como Espíritu de vida, en Sus discípulos infundiéndose en ellos. En las reuniones para el Cristo ascendido vemos que ellos son fortalecidos, investidos por el Espíritu con poder. Tengo la profunda carga de que todavía nos hace falta ver más con respecto a las reuniones con el Cristo resucitado. Creo que el Señor habrá de recobrar más y más este asunto.

La mayoría de la gente está simplemente familiarizada con los relatos contenidos en los seis o siete últimos capítulos de los Evangelios y los primeros capítulos del libro de Hechos. Pero, como hemos visto, en todas las páginas de la Biblia podemos encontrar el suministro de vida. En todos estos relatos sobre Cristo reuniéndose con Sus discípulos después de Su resurrección debemos recibir algo del suministro de vida.

DE MANERA INDIVIDUAL Y CORPORATIVA

El punto principal que debemos percibir en todos estos relatos es que al reunirse con Sus discípulos, el Cristo resucitado se reveló a Sí mismo a ellos. Él se reunió con Sus discípulos de dos maneras. La primera fue la manera individual. Él se reunió con Sus discípulos de manera individual. Él se reunió con María la magdalena, con Pedro y con Jacobo de una manera individual. La segunda fue la manera corporativa, es decir, Él celebró algunas reuniones con un buen número de Sus discípulos a la vez. Se nos dice en 1 Corintios 15:6 que en cierta ocasión Él se reunió con más de quinientos hermanos. Por supuesto, podríamos decir que hubo una tercera manera. A veces Él se reunió no solamente con una sola persona, sino con unos cuantos que estaban reunidos. En cierta ocasión Él se reunió con unas cuantas hermanas, y en otra ocasión con dos hermanos mientras caminaban. Él se reunió con Sus discípulos individualmente, en grupos de dos o más y, por lo menos, según consta en el relato bíblico, unas cinco o seis veces con todos ellos. A veces Él se reunió con las hermanas corporativamente, y otras veces con los hermanos también de manera corporativa.

Según el relato bíblico, el Señor Jesús se apareció a Sus discípulos después de Su resurrección, ya sea individual o corporativamente, unas once o doce veces. Es difícil arribar a una clara conclusión con respecto a este asunto porque no es presentado tan claramente. Pero cuando menos hubo once o doce ocasiones. Permítanme hacer nuevamente un recuento de todas ellas. En la mañana del día de resurrección, el Señor Jesús se apareció primero a una hermana que estaba sola, María la magdalena (Jn. 20:14-18). Después, esa misma mañana, se apareció a un pequeño grupo de hermanas mientras ellas iban a darles la noticia a los discípulos de que Él había resucitado (Mt. 28:8-10; Lc. 24:9-10). En tercer lugar, durante aquel mismo día, el Señor Jesús deliberadamente se apareció a Pedro (1 Co. 15:5). Después, en la tarde, se apareció a los dos discípulos que iban camino a Emaús (Lc. 24:13-35). La quinta ocasión en que Él apareció a Sus discípulos tuvo lugar aquella misma noche, cuando se apareció a todos Sus principales discípulos mientras ellos estaban reunidos en un cuarto con todas las puertas cerradas (Jn. 20:19-23). La sexta ocasión tuvo lugar el siguiente día del Señor, siete días después, cuando Él se apareció a Sus principales discípulos, incluyendo a Tomás (vs. 24-29). La séptima ocasión fue Su aparición a Sus discípulos en el monte de Galilea que Él les indicó (Mt. 28:16-20). La octava ocasión es cuando Él se apareció a Sus discípulos a orillas del mar de Tiberias (Jn. 21:1-23); en la novena ocasión, Él se apareció a quinientas personas a la vez (1 Co. 15:6). La décima ocasión fue cuando se apareció individualmente a Jacobo (v. 7). La undécima ocasión, según 1 Corintios 15:7, fue cuando se apareció a todos los apóstoles, aunque es difícil decir si ésta fue una ocasión distinta a alguna de las mencionadas anteriormente. Después, finalmente, el Señor se apareció a Sus discípulos en el monte de los Olivos, cuando ascendió a los cielos (Lc. 24:50-52; Hch. 1:6-12). Según esta enumeración, serían doce las ocasiones en que el Señor se apareció a Sus discípulos. No obstante, Hechos 1:3 nos dice que Él fue visto por muchos “durante cuarenta días”, lo cual parece indicar que hubo muchas otras apariciones.


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