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Necesitamos con gran urgencia vivir exclusivamente para el evangeliopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1579-1
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ABANDONEMOS LOS METODOS VIEJOS Y
ADOPTEMOS LA NUEVA MANERA

Desde octubre de 1984 he venido expresando mi preocupación por la baja tasa de crecimiento en las iglesias. En Taipéi estábamos estancados. Cuando dejé Taipéi en 1961, más de veintidós mil santos conformaban la iglesia en esa ciudad. En 1984, este número se había reducido a once mil miembros solamente. Después de veintitrés años, éramos sólo once mil. En los Estados Unidos durante los últimos diez años, debido a las calumnias difundidas por algunos libros, nuestra tasa de crecimiento ha sido de apenas tres por ciento. Esto es muy poco. Después de estudiar nuestra situación, comencé a reconsiderar la Biblia con respecto a este asunto y también empecé a considerar de nuevo la historia de las denominaciones. A raíz de ello me quedó claro que todo el cristianismo, nosotros incluidos, habíamos desviado del camino que el Señor nos dio. Por ende, tuve mucha osadía y confianza en Taipéi para decirles que tenían que dejar la manera caduca y adoptar la manera nueva.

El método antiguo consiste en celebrar grandes reuniones en las que hay una congregación y un orador. Esto produce el clero, una clase jerárquica, lo que trae consigo que la mayoría restante no ejerza su función. Aplicar el viejo método, de una congregación con un solo orador, produce la jerarquización y también una organización. El método de las organizaciones consiste en tener un clero con una congregación, y en reunir dinero para contratar predicadores profesionales. Al comienzo, la gente es ganada por medio de este sistema y, luego, su función es aniquilada. Este es el método adoptado por el cristianismo. El hermano Nee nos dijo repetidas veces, incluso con insistencia enfática, que abandonáramos la práctica de reunirnos los domingos por la mañana y propuso que, en lugar de ello, utilizáramos ese tiempo para salir a predicar el evangelio. En su libro, La vida cristiana normal de la iglesia, hay una sección acerca de las reuniones en los hogares (págs. 201-209). El nos dijo que debíamos tener reuniones en las que todos participen mutuamente, y no reuniones en las que una persona habla y los demás santos se sientan a escuchar. Intentamos poner esto en práctica, pero fracasamos debido a la fuerte herencia e influencia del cristianismo.

La situación en Taipéi en 1984 era casi la misma que la encontrada en el cristianismo. Por lo tanto, con confianza pude decirle a la iglesia allí que la manera vieja debía ser desechada y que debían adoptar la manera nueva, tal y como se describe en la Biblia. Durante el comienzo de la vida de iglesia, conforme a los primeros registros que tenemos de las reuniones cristianas, los apóstoles hablaron en el templo a una congregación grande para proclamar las verdades del evangelio; pero los creyentes se reunían “de casa en casa” (Hch. 2:46). La expresión en el griego significa que los creyentes se reunían de acuerdo con las casas, esto es, todas y cada una de las casas era un lugar de reunión, y el número de los que se reunían era conforme al hogar donde se reunían. Los creyentes, después de su bautismo en el día de Pentecostés, se reunían de acuerdo con las casas. No tenían predicadores asalariados, pero sí tenían la vida de iglesia en sus hogares. También se reunían en el templo, pero lo hacía conforme a sus tradiciones y hábitos, y no conforme a la economía de Dios. En todo caso, este último aspecto no formaba parte de la vida de iglesia.

Cuanto más estudiábamos la situación, comparándola con las verdades del Nuevo Testamento y con nuestra experiencia, más teníamos la certeza de que la manera correcta de practicar la vida de iglesia era edificarla en los hogares. Es cierto que en 1 Corintios 14 se habla de reuniones en las cuales toda la iglesia se reunía en un solo lugar (v. 23). Sin embargo, estas reuniones no eran encuentros con sólo unos cuantos oradores, sino reuniones en las que “cada uno ... tiene” (v. 26), es decir, una reunión que abundaba la reciprocidad. La manera caduca del cristianismo en la que uno habla y el resto escucha, mata la vida de iglesia.

En el entrenamiento de Taipéi les dije a los instructores que no trajeran los nuevos creyentes a las reuniones de la iglesia. A veces, algún creyente nuevo pedía ser traído a una reunión de la iglesia. Después de una o dos reuniones, ellos les decían a los participantes del entrenamiento que no tenían mayor interés en seguir viniendo a las reuniones de la iglesia, porque disfrutaban más de las reuniones en las casas; ellos no gustaban de las reuniones grandes. No obstante, con respecto a muchos de nosotros, ocurre exactamente lo contrario. Hemos desarrollado un gusto por las reuniones grandes. Cuando traemos a nuestros conocidos a una reunión, nos gusta que la misma se celebre en un salón grande, con una congregación numerosa y con un orador magnífico y elocuente. Todo esto no es sino una buena fachada. Nos hemos estado reuniendo de esta manera en muchas ciudades y por muchos años, y ¿cuál ha sido el resultado? Apenas hemos tenido algún crecimiento; al contrario, hemos mantenido reuniones de adoración conforme a la tradición del cristianismo. Los cristianos hoy están envueltos en un sinnúmero de disputas, debatiendo sobre doctrinas y sobre diversas prácticas; pero no siento una carga meramente por las doctrinas o las prácticas, a mí me importa sólo la fe del Nuevo Testamento, la fe cristiana, la economía neotestamentaria. Si tenemos esta carga, adoptemos entonces la manera nueva de propagarnos.

De acuerdo con las estadísticas presentadas por grupos religiosos en los Estados Unidos, hay ocho denominaciones grandes cuyo número de miembros ha venido decreciendo; éstas son: la Iglesia Metodista Unida, la Iglesia Presbiteriana, la Iglesia Luterana de América, la Iglesia Episcopal, el Sínodo de Missouri de la Iglesia Luterana, la Iglesia Luterana Americana, la Iglesia de Cristo Unida y las Iglesias de Cristo. Las Asambleas de Dios han crecido, pero sólo en un seis por ciento anual. Esta es la tasa de crecimiento más alta del país. En segundo lugar, se ubican los Pentecostales Unidos con un incremento del 4.8 por ciento anual. El porcentaje anual de crecimiento de la Iglesia Católica en los Estados Unidos, es de apenas el 0.68 por ciento. Esto confirma que el método adoptado por el cristianismo no funciona bien.

No obstante, hemos estado, y seguimos estando, bajo la influencia del cristianismo. Hasta cierto punto somos sus seguidores. Hace sesenta años, durante los inicios del recobro del Señor en China, éramos, en gran medida, seguidores de las prácticas adoptadas por la Asamblea de los Hermanos, pero ahora la Asamblea de los Hermanos de Plymouth, en los Estados Unidos, se ha reducido a sólo noventa y ocho mil miembros. Este número es muy bajo. El método del cristianismo, en su totalidad, no funciona muy bien. ¿Podríamos estar satisfechos con un crecimiento del seis por ciento al año? ¡Tenemos que adoptar la nueva manera! Y la nueva manera ha sido puesta en práctica, habiéndose comprobado categóricamente su eficacia. Más de siete mil fueron bautizados en Taipéi en menos de cuatro meses. El hermano que me escribió en representación de aquella iglesia local con sesenta miembros, nos contó que seis personas fueron bautizadas por un equipo en una hora y media. Esto concuerda con nuestro entrenamiento, o sea, les presentamos la verdad del evangelio de manera breve, sin conversaciones vanas, y ejercitamos nuestra fe en la palabra dicha por el Señor respecto del bautismo.

Lo que hemos puesto en práctica nos ha demostrado que el bautismo apropiado mediante el agua, sí da resultado. Un hermano tocó la puerta de cierta casa, y el hombre que respondió le dijo, desde adentro, que no estaba interesado. Entonces el hermano se acercó por la puerta trasera, la de la cocina, y tocó nuevamente. Aquel hombre le volvió a decir que no estaba interesado. Nuestro hermano entonces le dijo: “Si no quiere que entre, por favor salga usted”. Aquel individuo obedeció y salió. El hermano le leyó un breve párrafo del folleto titulado: “El misterio de la vida humana”, y aquel hombre, a la postre, se bautizó. Hubo muchos casos parecidos en los que las personas, luego de bautizarse, se alegraban y experimentaron un cambio.

Hay poder en el bautismo apropiado. El bautismo no es un rito, pero nosotros lo hemos convertido en un rito por la manera en que lo practicamos. Muchas veces esperamos semanas o meses, antes de bautizar a alguien. Este tipo de bautismo se convirtió en un rito. Pero la nueva manera actual consiste en bautizar a la gente inmediatamente después de que crean (Hch. 8:35-38; 16:14-15, 33-34; 22:16; Mr. 16:16). Después de que ellos oran, los conducimos a ser bautizados en su tina. Muchos de los bautizados conforme a la nueva manera, experimentaron un cambio real y salieron de las aguas para andar en novedad de vida (Ro. 6:4).

Entre nosotros, hay muchos que han sido embotados por la manera vieja de celebrar reuniones grandes. Cuando dejamos de celebrar tales reuniones para congregarnos en las casas, muchos santos se mostraron desencantados. Pero a los recién bautizados les gustan las reuniones de hogar. Muchos de los santos de Taipéi se prendaron de las reuniones de hogar y muchos de los participantes en el entrenamiento se volvieron adictos a bautizar conforme a la nueva manera. Si ellos no podían bautizar a alguien cada tarde, se sentían pobres. Se volvieron adictos a esta actividad habiendo descubierto que bautizar en fe, es un verdadero gozo. Los creyentes que fueron ganados de esta manera, están creciendo y han comenzado a buscar al Señor y a conocer las verdades del evangelio.

Muchos entre nosotros se encuentran en una condición de estupor, y están conformes en demasía con la vieja manera de reunirse, que consiste en tener una congregación muy numerosa. Pero la visión que yo tengo es que tal vez de aquí a cinco años la iglesia en Taipéi sólo se reúna en infinidad de casas. Hoy en Taipéi se cuentan cuatrocientas reuniones antiguas de hogar y más de dos mil reuniones nuevas de hogar. Estamos por comenzar otro período de entrenamiento, y estoy seguro de que este semestre traerá consigo más de tres mil reuniones de hogar adicionales. Así, para el verano de 1987, la iglesia en Taipéi tendrá cerca de seis mil reuniones en los hogares. Reuniones en las que todas y cada una de las familias se congregan, todas ellas laboran, todas enseñan y todas y cada una de estas familias predican el evangelio. ¿Qué individuo, por más gigante espiritual que éste sea, podría reemplazar seis mil reuniones de hogar en las que toda la familia funciona?

Nuestra manera de bautizar y ganar familias es maravillosa. Hubo veces en las que un esposo era bautizado y a la siguiente semana su esposa se convertía. Entonces, los participantes del entrenamiento le decían a este hermano que bautizara a su esposa, ¡y el esposo bautizaba a su esposa! Las tinas en Taiwán son muy pequeñas, así que al sumergir al que se bautizaba, se hacía necesario derramar más agua sobre ellos. Si bien había poca agua ¡el Espíritu en cambio era abundante! Frecuentemente, mientras los participantes del entrenamiento estaban todavía hablando con el esposo, la esposa se resignaba, junto al esposo, a simplemente llenar la tina en preparación para el bautismo, aun cuando la esposa no era salva. Y cuando bautizaban al esposo, todos ellos oraban: “¡Te bautizamos en el Dios Triuno!” Algunos padres bautizaban a sus hijos la semana posterior a su propio bautismo. Todo esto es nuevo. Después de estos bautismos familiares, estas familias comenzaron a celebrar reuniones en el hogar. ¡Y qué maravilloso el sabor de estas reuniones en los hogares! Estas tienen un sabor totalmente distinto del que tienen las prácticas del cristianismo actual. Hemos caído en una condición de estupor a causa de las formas y métodos del cristianismo, y hemos desarrollado un gusto por los métodos del cristianismo. Necesitamos adoptar la nueva manera para desarrollar un gusto diferente.

Además, éramos insensibles respecto de nuestros años de esterilidad, durante los cuales no dábamos mayor fruto. Uno de los hermanos que llevan la delantera me dijo que habían pasado ya veinte años desde que condujo a alguien a recibir al Señor. Sin embargo, en cuanto comenzó a evangelizar de puerta en puerta conforme a la manera nueva, éste hermano bautizó diecisiete personas en cuatro meses.

Mi carga es la de despertarlos a ustedes del estupor en el que se encuentran, pues han sido embotados. El Señor afirma que como pámpanos que son, deberían llevar fruto. Este es un asunto muy serio. Si ustedes no llevan fruto, corren el riesgo de ser cortados (Jn. 15:2, 6). Las palabras que el Señor profirió en Juan 15 indican que en nuestra calidad de pámpanos de la vid, debemos llevar fruto. Si permanecemos en El, ciertamente llevaremos fruto (v. 4). Inclusive Dios despojó a Israel de Su reino debido a que Israel era estéril, y lo entregó a otro pueblo: la iglesia (Mt. 21:43; Lc. 13:6-9). Pero ¿qué diríamos de la iglesia hoy en día? ¿quién esta llevando fruto?

Hace treinta y ocho años, cuando dejé la China continental, había allá un poco más de tres millones de cristianos. Fue entonces que los comunistas dominaron el país y destruyeron lo que el cristianismo había edificado. Las organizaciones fueron cerradas. Desde 1970, el Señor comenzó a usar jóvenes nacidos durante la era comunista. Muchos de ellos, que tenían veintitantos años, retomaron la predicación del evangelio que nosotros, junto con otros cristianos, habíamos iniciado, y prevalecieron en tal empresa.

A unos expertos que se hallaban investigando la situación de los cristianos en la China continental les pregunté cuántos cristianos había hoy en la China continental. Me dijeron que aunque los periódicos de Hong Kong hablan de treinta millones, la investigación que ellos hicieron arroja un total de cincuenta millones de cristianos en China. Hoy, hay cerca de setenta y cuatro millones de cristianos protestantes en los Estados Unidos, el país cristiano más grande del planeta. Los fundadores, los padres de este país, eran todos cristianos. Aun así, el incremento de los protestantes en Estados Unidos es de apenas nueve millones en el curso de veinte años, contados desde 1964. Sin embargo, en el curso de quince años el crecimiento alcanzado en China suma cerca de cuarenta y siete millones de creyentes; de éstos un buen número ha tomado el camino del recobro del Señor. ¿Quién ha hecho esto? No había capillas, catedrales, ministros o pastores. El evangelio fue predicado sobretodo por jóvenes cristianos puros, sin la intervención de ningún clero, ninguna jerarquía y ninguna organización. Por lo tanto, todo lo que sea clero, jerarquías y organizaciones debe ser derribado.

¿Acaso piensa usted que no tenemos un clero? ¿Cree usted que no tenemos una clase jerárquica? No llamamos a nadie pastor pero de hecho sí tenemos “pastores”. Hemos seguido la manera del cristianismo de manera subconsciente. Traíamos a las personas a nuestros grupos y luego aniquilábamos su función con nuestras formas. Decimos que no controlamos, pero en muchos aspectos sí controlamos. Los hermanos que llevan la delantera entre nosotros necesitan preguntarse si forman parte del clero, de la clase jerárquica, entre nosotros. ¡Abandonemos la vieja manera, “el traje viejo”! No solamente le estoy diciendo a los ancianos que dejen “el traje viejo”. Toda la generación más antigua tiene que renunciar al sabor característico de la vieja manera y desarrollar el gusto por la nueva manera. Por causa del Señor, necesitamos aceptar el sabor nuevo.

Yo creo firmemente que en dos años el Señor levantará un modelo sólido en Taipéi. Entre las personas que se bautizaron recientemente, cerca de cien estarán entregándose a servir a tiempo completo. Recientemente, algunos de ellos les dijeron a quienes los acababan de bautizar: “Me salvaste siendo uno que sirve a tiempo completo. Yo también quiero ser alguien dedicado a servir y que salva a otros”. ¿Creen ustedes que salvar personas es muy difícil? ¿Acaso necesitamos convocar grandes reuniones evangelizadoras y rogar a la gente que venga? ¿Es necesario que tengamos lo que llamamos fiestas de amor para invitar a la gente? ¿Dónde está la gente? ¿Por qué no habríamos de ir a sus casas llevándoles “merienda”? Si ellos vienen a nuestras reuniones, estamos en deuda con ellos; pero si nosotros vamos a ellos, serán ellos los que estén en deuda con nosotros (Lc. 10:7).

El Señor Jesús no se quedó sentado en los cielos repartiendo invitaciones, convidando a la gente a que viniera a El. El descendió del cielo (Jn. 6:41) para visitar el hogar de Zaqueo (Lc. 19:5). Luego dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa” (v. 9). Jesús fue al pozo de Jacob y allí esperó a la mujer samaritana (Jn. 4:6-7). ¿Por qué no seguimos Su ejemplo? ¿Por qué habríamos de limitarnos a seguir al cristianismo, al erigir un local de reuniones y al hacerse un miembro de la clase jerárquica que invita a la gente a venir a sus reuniones y que aprende a hablar elocuentemente para atraer a la gente? Así, estas personas que usted atrae, asisten a sus reuniones y se convierten en cristianos muertos y sin ninguna función. Quizá ellos se limiten a sacar su chequera y girarle algunos cheques que lo mantengan a usted y a su grupo jerárquico. No me estoy refiriendo solamente al cristianismo, sino también a nosotros. Estoy seguro de que después de dos o tres años de adoptar la nueva manera, los ancianos que sigan practicando la vieja manera se quedarán sin empleo. Cualquier hermano que aspire a ser un orador elocuente con una congregación que lo escucha, podrá tener ninguna congregación, puesto que la vida de iglesia se celebrará en los hogares. ¡Todos los ancianos y colaboradores deben aprender a tocar puertas! De hecho, los ancianos deben tomar la iniciativa en este asunto.

Debido a nuestra urgente necesidad, hemos decidido cambiar el tema del entrenamiento que celebraremos durante el verano de 1987, y en lugar del estudio-vida de Levítico, examinaremos la nueva manera mostrada por el Señor para Su mover nuevo. No me es posible viajar tanto, y son muchos los santos de diversos países alrededor del mundo que han sido movidos a tomar la nueva manera que el Señor nos ha mostrado. Por lo tanto, tendremos un entrenamiento de diez días en los Estados Unidos, el cual será filmado con el fin de que todas las iglesias locales puedan participar del mismo.

Finalmente, en el recobro, el método cristiano de tener una congregación numerosa con un orador talentoso, será completamente anulado. El que alguien ministre la Palabra deberá depender de si esta persona tiene o no una carga genuina por algunas verdades del Señor. Tal persona es semejante a Pablo, quien fue a Troas y en el día del Señor, después de haber partido el pan, ministró la palabra para edificar a los santos allí (Hch. 20:6-7). Esto no se parece en nada a la manera en que los pastores hoy en día dan sermones semana tras semana. Algunos de nosotros hemos estado predicando mensajes semana tras semana por muchos años, pero ¿cuál ha sido el resultado? No diría que no hay ningún resultado, pero la tasa de dicho crecimiento representa un resultado muy pobre.

Hemos probado la vieja manera, hemos experimentado la vieja manera y hemos sufrido a causa de la vieja manera. Ahora muchos de nosotros hemos probado la nueva manera del Señor, la cual es factible y dulce. ¿Cuál elegiría usted? En la vieja manera hemos estado embotados y estériles por muchos años y, a pesar de ello, no teníamos sentir alguno al respecto. Asistíamos a las grandes reuniones año tras año, casi sin traer nuevos creyentes al Señor. ¿Cómo podríamos estar satisfechos? Olvidémonos de la vieja manera. Cuando una casa está demasiado vieja, es declarada inhabitable. Ustedes necesitan obtener una casa nueva que sustituya la antigua. Yo estaba muy descontento con nuestra baja tasa de crecimiento de los últimos diez años, pero no podía hacer nada al respecto. En aquel tiempo me encontraba muy ocupado elaborando el “Estudio-vida del Nuevo Testamento”. Esto continuó hasta octubre de 1984 cuando, finalmente, pude retornar a Taiwán en atención a la nueva manera dada por el Señor.

EL MINISTERIO DEL SEÑOR HOY

El ministerio del Señor hoy en día no consiste en levantar congregaciones grandes. Su ministerio hoy consiste en edificar a los santos en la nueva manera, lo cual incluye: 1) aprender cómo evangelizar de puerta en puerta, cómo, en un lapso muy breve, impresionar a las personas con el evangelio, cómo bautizarlos, no sólo en agua sino en el Dios Triuno, y cómo establecer las reuniones en sus hogares; 2) aprender cómo nutrirlos con las verdades acerca del Dios Triuno, la vida divina, Cristo y la iglesia, lo que implica que debemos aprender a enseñar estas verdades en las casas; 3) aprender cómo ayudar a los nuevos creyentes a crecer en la vida divina; 4) aprender a traer a estos creyentes nuevos al pleno conocimiento y a la práctica de iglesia, el Cuerpo de Cristo. Esto lo hará no sólo usted ni sólo yo, sino lo haremos todos. Todo aquel que salga a tocar puertas aprenderá estas cosas.

Después de dos o tres años de practicar esto, los santos habrán desarrollado un sabor diferente. Dirán entonces que ya no les gusta tener reuniones grandes, sino que les gusta celebrar reuniones en los hogares, en las que pueden predicar el evangelio por ellos mismos y ellos mismos pueden enseñar las verdades. No necesitarán de ningún tipo de organización. ¿Cuántos ancianos hemos tenido en la China continental durante los últimos quince años? Ustedes quizá digan que la situación en China es caótica, pero yo estoy contento por ese “caos”. Me gustaría ver más de esta clase de caos. Si pudiéramos tener entre nosotros semejante caos, después de quince años otros cincuenta millones de personas serían salvas y esto sería maravilloso.

Según un artículo que leí recientemente, los grandes grupos entre las denominaciones cristianas, como los metodistas, los presbiterianos, los luteranos y los episcopales, han venido reduciéndose en número y continúan disminuyendo. ¿Podemos estar contentos al permanecer en semejante situación de degradación? ¿Seguiremos durmiendo? No debemos hablar de los otros, sino que debemos considerar nuestra condición y abandonar nuestros viejos métodos. Ya no tengo interés alguno en laborar de la manera vieja. Me he dado cuenta que la vieja manera es la que mata. ¿Podríamos estar contentos si permanecemos en esta clase de labor? Me encanta ver que nos reunamos en los hogares. Me gusta esta palabra: “hogar”; ¡hogar, dulce hogar! Sueño con reuniones de hogar. Los hogares son el cimiento básico para la edificación de iglesias locales, no así los salones donde se reúnen congregaciones numerosas. Cuando los santos se levanten y salgan a evangelizar de puerta en puerta, desarrollarán una adicción por tocar puertas, tendrán adicción por bautizar a la gente en sus tinas y adicción por las reuniones de hogar y por enseñar a la gente en sus casas. Ya no les importará si tenemos o no reuniones grandes en el salón de reunión. Los santos se han estado reuniendo en la vieja manera por muchos años y son muchos los que están cansados de ella. Todos los ancianos debieran ser ancianos que salen a tocar puertas. Ellos debieran tomar la iniciativa en salir a evangelizar de puerta en puerta. Que el Señor nos conceda a todos nosotros la misericordia de abandonar completamente los métodos caducos y de adoptar plenamente la nueva manera mostrada por el Señor.


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