Información del libro

Estudio más profundo en cuanto a la impartición divina, Unpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7461-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 15 Sección 4 de 6

Posee la capacidad natural de vida
y el poder espontáneo de vida

En nuestra vida diaria a menudo oramos al Señor para que nos dé la victoria y nos avive. Eso es como tratar de volar por nosotros mismos. Debemos orar al Señor, diciendo: “Señor, Tú eres mi avivamiento. Tú eres mi victoria. No puedo avivarme a mí mismo, ni puedo ser victorioso”. No ore más pidiendo obtener victoria. En lugar de ello, debe ser como Pablo, que alababa y daba gracias al Señor. En 2 Corintios 2:14 él dijo: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en el Cristo”. Debemos siempre recordar que nos hemos subido a bordo de Cristo, nuestro “avión”. A este avión le corresponde una ley, y una vez que esta ley empieza a operar, el avión se remonta en el aire. Me temo que, en el sentido doctrinal, estemos permitiendo que Cristo vuele por nosotros, pero que en realidad, todavía estemos tratando de volar por nosotros mismos. Es por eso que continuamente fracasamos.

La ley del Espíritu de vida en Romanos 8 tiene una capacidad que opera en nosotros diariamente para vivificarnos y permitirnos vencer. No tengo la menor intención de exhortarlos a que sean avivados cada mañana y a que venzan cada día por ustedes mismos. Pero sí quiero recordarles dos palabras sencillas que aparecen en el Nuevo Testamento: “en Cristo”. Hoy en día, Cristo mismo es la ley del Espíritu de vida en nosotros. No necesitamos ser avivados ni vencer por nosotros mismos, ni necesitamos esforzarnos por hacer el bien. Lo único que necesitamos es decir: “Señor, te amo”. Lo primero que debemos decir cada mañana es: “Señor, te amo. Me ofrezco a Ti”. Esto concuerda con la enseñanza de Romanos. Romanos 6:13 nos dice que nos presentemos a Dios, y que presentemos nuestros miembros a Dios como armas de justicia. Si ustedes verdaderamente se presentan a Dios y cooperan con Él, en su vida diaria comprenderán que están en Cristo, y que hay una ley que opera en ustedes. Esta ley tiene una capacidad natural de vida y un poder espontáneo de vida (8:2).

Es muy fácil para nosotros ser débiles y sentirnos a veces confundidos. Por esta razón, tenemos que invocar al Señor Jesús continuamente. Cada vez que nos sintamos débiles o necesitados, debemos invocar, diciendo: “Oh Señor Jesús”. En tanto que invoquemos suavemente de corazón y tengamos comunión con Él, seremos avivados interiormente. Ésta es nuestra vida cristiana. En este mensaje quiero dejar grabado en nosotros que cada persona salva debe presentarse a sí misma al Señor. Por lo tanto, cada mañana cuando nos despertemos, tenemos que hacer nuevamente el ejercicio de decir: “Señor, te amo. Deseo presentarme a Ti”. Debemos hacer esto en la mañana y continuar haciéndolo durante el día. Especialmente cuando afrontemos dificultades o pruebas, debemos aprender a invocar desde lo profundo de nuestro ser y decir: “¡Oh Señor Jesús!”. Si contactamos al Señor de esta manera, seremos avivados interiormente y también seremos fortalecidos.

LIBERA A LOS CREYENTES
DE LA LEY DEL PECADO Y DE LA MUERTE
Y LES RESUELVE EL PROBLEMA
DEL PECADO Y DE LA MUERTE

En nuestra vida diaria es difícil para nosotros no tener conflictos con otros ni encontrarnos con incidentes desafortunados. ¿Cómo podemos vencer en tales circunstancias? La manera de hacerlo es no tomar resoluciones ni esforzarnos, sino invocar al Señor. Cada mañana al despertarnos, debemos invocar: “Señor, te amo. Me entrego a Ti”. Después de esto, debemos abrir la Biblia y orar un par de versículos. De ese modo, incluso si hay cosas en nuestra vida diaria que nos hacen enojar, no nos enojaremos, e incluso si hay cosas que pueden causarnos ansiedad, no estaremos ansiosos. Ésta es la vida cristiana. No pensemos que eso es demasiado sencillo, ni pensemos que esto es algo supersticioso. Más aún, tampoco pensemos que esto es meramente una ilusión mental. En este universo sólo hay un nombre. Cuanto más lo invoquemos, más dulce será la sensación que tendremos y más venceremos. Éste es nuestro Señor Jesús. Si lo invocamos aunque sea un poco, seremos vencedores. No necesitamos rogarle al Señor ni pedirle que nos ayude. Lo único que tenemos que hacer es presentarnos al Señor y cooperar con Él, permitiendo que la ley del Espíritu de vida tenga oportunidad de operar en nosotros.

Nosotros nacimos en pecado y crecimos en muerte. La ley del pecado y de la muerte está en nuestro interior. Pero ya fuimos librados de ella. Damos gracias al Señor “porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte” (Ro. 8:2). Fuimos librados de la esfera de Adán y trasladados a la esfera de Cristo. En Cristo no existe la ley del pecado y de la muerte, sino la ley del Espíritu de vida. Ahora todas las cosas dependen de una ley. No necesitamos luchar ni esforzarnos. Lo único que tenemos que hacer es permanecer en Cristo, presentarnos a Él, permitirle que opere libremente en nosotros y disfrutarlo. De este modo, Él obtendrá nuestra cooperación y operará en nosotros suave y espontáneamente. Por medio de esto, obtendremos paz, gozo y victoria.

(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Sibu, Malasia el 26 de octubre de 1990).


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top