Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7707-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El tercer aspecto es tener comunión con los santos en el espíritu. Somos miembros los unos de los otros, y somos hermanos y hermanas unos de otros. Esto no es cuestión de amistad, ni de una convergencia de puntos de vista, ni de que somos compatriotas o colegas de la misma escuela. Estas relaciones son de la carne. No se halla nuestra comunión en estos tipos de relaciones, sino en el espíritu.
Queridos hermanos y hermanas, ¿está el espíritu de todos los hermanos y hermanas abierto? ¿Hay alguna comunión entre ellos? ¿Puede nuestro espíritu fluir hacia otros? ¿Puede el espíritu de otros fluir al interior nuestro? Si decimos que manifestamos a Cristo y experimentamos a Cristo, no podemos guardar silencio ante los pecadores, absteniéndonos de predicarles el evangelio, y tampoco podemos aislarnos de los santos, cerrándonos a ellos en el espíritu. Nuestro espíritu de comunión debe estar abierto para todos los santos. En lugar de exigir, criticar y condenar a los demás, les ministramos a ellos, los recibimos, amamos y tenemos comunión con ellos, incluyendo a los más inmaduros. Yo no hago distinciones entre los que son de posición elevada y los que son de condición humilde, ni entre los que son espirituales y los que no lo son. Mientras se trate de un hermano, yo simplemente le amo, y cualquier suministración o comunión que pueda darme, yo simplemente la recibo. No debemos establecer una norma espiritual y tener comunión sólo con aquellos que pueden satisfacer dicha norma. Nuestro espíritu debe estar abierto para tener comunión con todos los santos sin ninguna discriminación. Debemos abrir nuestro espíritu para disfrutar a otros y permitir que otros abran su espíritu para que nos disfruten. Jamás debiéramos hacer una obra particular ni establecer nuestro pequeño círculo dentro de la iglesia. En cambio, debemos ser imparciales para con todos.
Queridos hermanos y hermanas, la historia nos cuenta que aquellos que mantienen una comunión especial con el tiempo se vuelven “ancianos sin hijos”. Usted no ve que ellos lleven a otros a la salvación ni que ayuden a alguno a amar al Señor. Esto es esterilidad y desarrollo anormal. Esto da muerte al Cuerpo. Debemos abrir nuestro espíritu para suministrar a otros y para recibir el suministro de ellos también. Podemos manifestar a Cristo sólo al tener comunión sin ninguna parcialidad.
El cuarto aspecto es servir a Dios por el Espíritu. El primer aspecto abarcado en Filipenses es que el Espíritu se nos da para nuestras situaciones, otro aspecto es que el Espíritu se nos da para el evangelio, aun otro aspecto es que el Espíritu se nos da para la comunión, y el aspecto final es que el Espíritu se nos da para el servicio. Tenemos estos cuatro aspectos: hacia el entorno, hacia los pecadores, hacia los santos y hacia Dios.
Servimos a Dios por el Espíritu de Dios. Antes que Pablo fuese salvo, él tenía muchos méritos según su carne, pero dijo que ahora servía a Dios, adoraba a Dios, por el Espíritu y no en la carne. Esto nos dice que siempre que venimos a adorar a Dios, a servir a Dios, debemos rechazar nuestro ser natural, nuestro yo, nuestra alma y nuestra carne. Tan sólo debemos estar en el Espíritu. Así pues, el secreto para ser un cristiano es ejercitar el espíritu y vivir en el espíritu. Debemos aprender este secreto si queremos manifestar a Cristo.
Después de hablar sobre estos cuatro aspectos de la experiencia y manifestación de Cristo, el libro de Filipenses nos da una conclusión en 4:23: “La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu”. La gracia es el Señor mismo. Esto es similar a lo dicho en 2 Timoteo 4:22: “El Señor esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros”. Debemos adorar a Dios en el espíritu y disfrutarle como gracia.
Colosenses es un libro acerca de que Cristo es Cabeza de la iglesia y tiene el primer lugar en todas las cosas.
Quien también nos hizo saber vuestro amor en el Espíritu. Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del pleno conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. (1:8-9)
Nuestro amor está en el Espíritu, y nuestro entendimiento es del Espíritu. Nuestro entendimiento nos es dado para que entendamos la voluntad de Dios, la cual concierne a Cristo, la iglesia y el misterio de Dios. Con el amor expresamos en nuestro vivir aquello que comprendemos en nuestro entendimiento, y es para con otros. Esto requiere que estemos en el Espíritu. Necesitamos entendimiento espiritual para conocer y aprehender a Cristo, y este entendimiento debe darse en el Espíritu. Lo que expresemos como amor también debe darse en el Espíritu. Éste es el Espíritu revelado en Colosenses.
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