Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4442-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Después que los hijos de Israel entraron en la buena tierra, aún tenían que afrontar muchos enemigos. La intención de Dios era que los israelitas edificaran el templo en la buena tierra. Sin embargo, debido a que los enemigos aún estaban presentes, Dios no podía edificar el templo. Por esta razón, Él levantó a David, un excelente guerrero, a fin de que derrotara al enemigo y conquistara el terreno para la edificación del templo. Además, David incluso le entregó el diseño del templo a Salomón, su hijo, y le mandó que edificara el templo. Así lo hizo Salomón. Una vez que el templo fue edificado, la gloria de Dios descendió nuevamente y llenó el templo. De esta manera, sobre la tierra ahora había algo superior al tabernáculo móvil; había un templo establecido.
El templo es también un tipo de la iglesia. El tabernáculo no era un lugar fijo ni permanente, pero el templo sí lo era. Algunas iglesias son bastante buenas; sin embargo, son comparables al tabernáculo, pues no son tan estables ni han sido sólidamente establecidas. Pero alabado sea el Señor porque otras iglesias son como el templo, pues son muy estables y se encuentran sólidamente establecidas. A fin de alcanzar esta condición, no sólo debemos tomar a Cristo como el maná, sino también como la buena tierra. Debemos tomar a Cristo como el alimento sólido, y no simplemente como el maná. El pan alemán es muy duro y los bebés no pueden comerlo. Aunque los bebés son capaces de comer maná, no pueden comer el pan de cebada. Aquellos que están en las iglesias locales constantemente comen maná. Aunque esto es bueno, no es lo suficientemente bueno. Todos debemos cruzar el desierto y entrar en la buena tierra. Debemos avanzar, y pasar de comer el maná a comer el pan duro. Asimismo, debemos experimentar a Cristo como la piedra y como el hierro y el cobre. Cristo es la piedra que desmenuza al enemigo y edifica la casa de Dios. ¡Cuánto necesitamos experimentar a Cristo como el hierro y el cobre, a fin de que el enemigo sea derrotado!
Algunos santos en la vida de iglesia son muy buenos. Día tras día ellos comen maná. Pero cuando el enemigo ataca, ellos no pueden derrotarlo. Ellos son jóvenes, inmaduros y de ningún modo son fuertes. En cambio otros santos son muy fuertes; son como el hierro y el cobre. Cada uno de ellos es una roca que puede desmenuzar al enemigo, edificar el templo e incluso establecer el reino.
Cristo es el Ángel, Moisés, el Cordero, el pan sin levadura, el maná y la buena tierra, que incluye el agua, el alimento, el ganado y los minerales. Es al experimentar a Cristo como los minerales en la buena tierra que llegamos a ser una roca, hierro y cobre. Si experimentamos a Cristo de esta manera, no sólo seremos útiles para la edificación, sino también para pelear la batalla, derrotar al enemigo y sojuzgar a todos los adversarios. Una vez que el enemigo y los adversarios sean derrotados, poseeremos el terreno sobre el cual podremos edificar la casa de Dios y establecer el reino de Dios. Esto es la iglesia. Una vez más vemos que la iglesia procede del disfrute que tenemos de Cristo.
Hemos visto la iglesia en sus dos etapas: la etapa del tabernáculo y la etapa del templo. ¿Es la iglesia en su localidad el tabernáculo o el templo? Yo me sentiría muy contento si escucho que la iglesia en su ciudad es el templo. Como hemos visto, el tabernáculo es bastante bueno, pero no es lo suficientemente sólido ni tiene tanto peso espiritual. Pero el templo tiene mucho peso espiritual, es sólido y se halla firmemente establecido. A fin de que la iglesia sea el templo, un buen número de santos debe convertirse en piedras, hierro y cobre. Únicamente cuando lleguemos a ser hierro y cobre podemos pelear la batalla y derrotar al enemigo. ¿Son los santos de su localidad piedras, hierro y cobre o son como hojuelas dulces, deliciosas, tiernas y bondadosas, pero de ningún modo sólidas? Si usted vierte agua en una hojuela, se deshará fácilmente. En cambio si vierte agua sobre una roca, o sobre el hierro o el bronce, no habrá ningún daño. Aquellos que son sólidos y fuertes pueden soportar cualquier tormenta o inundación. Ellos pueden estar firmes contra el enemigo. Esto describe la iglesia en la etapa del templo. Si queremos que la iglesia sea el templo, debemos experimentar a Cristo como la piedra, el hierro y el cobre, y no simplemente como el maná.
Independientemente de si la iglesia es el tabernáculo o el templo, en ambos casos su función, su fundamento y su naturaleza son los mismos. Asimismo, tanto el tabernáculo como el templo son únicos. No puede haber más que un solo tabernáculo, ni puede haber más que un solo templo. Además, tanto el tabernáculo como el templo son el resultado de experimentar a Cristo. Si no experimentamos a Cristo lo suficiente, sencillamente no podemos llevar una vida apropiada de iglesia.
Hasta ahora en esta serie de mensajes hemos llegado a tres lugares. El primero se encuentra al final de Génesis, el segundo al final de Éxodo, y el tercero es la edificación del templo en 1 Reyes. En la época de 1 Reyes capítulo 8, Dios había obtenido un templo establecido en la tierra. Dios podía poner allí Su nombre, y podía llenar dicho lugar con Su gloria. Alabado sea el Señor porque en Stuttgart y otros lugares Dios tiene un templo así de sólido, una sólida vida de iglesia. Este templo no se edifica con hojuelas, sino con piedras. Alabado sea el Señor porque un buen número de santos son piedras, hierro y cobre. Ellos son fuertes para contrarrestar al enemigo, expresar a Dios, ser Su morada en la tierra y satisfacer el deseo de Su corazón. Éste es el núcleo de la Biblia: Cristo y la iglesia.
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