Mensajes para creyentes nuevos: Disciplina de Dios, La #19por Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0096-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El versículo 6 dice: “El Señor al que ama, disciplina, y azota a todo hijo que recibe”. Esta es una cita de Proverbios, la cual revela el propósito por el cual el Señor nos disciplina.
Dios no disciplina a la gente del mundo. El solamente corrige a los que ama. El nos disciplina porque nos ama y desea hacernos vasos Suyos. Dios no disciplina a todo el mundo, pero sí corrige a Sus propios hijos porque los ama. Por consiguiente, la disciplina es la provisión que el amor de Dios nos asigna. El amor dispone nuestras circunstancias. A esta disposición la llamamos disciplina. El amor regula todo lo que nos sobreviene y ordena las cosas con las que nos encontramos en nuestra vida cotidiana. Esta dosificación es la disciplina. La disciplina nos trae un gran beneficio porque nos conduce a la meta más excelsa de la creación.
“Y azota a todo hijo que recibe”. Todos los que son azotados tienen una base sólida para afirmar que Dios los recibió. Los azotes no indican que Dios nos rechaza; al contrario, son una evidencia de que El nos ha aceptado. Repito que Dios no corrige a todo el mundo; El desea dedicar Su tiempo a Sus hijos, a quienes ama y ha recibido.
Una vez que uno es salvo, usted debe prepararse a aceptar la disciplina de Dios. Si uno no es hijo de Dios, El lo deja sin castigo y permite que uno lleve una vida indisciplinada y tome su propio camino. Pero cuando uno acepta al Señor Jesús como Salvador y nace de Dios, tiene que prepararse para ser disciplinado. Ningún padre disciplina al hijo de otro; a ningún padre le preocupa si el hijo del vecino es buen hijo o un mal hijo, pero sí disciplina específicamente a sus propios hijos; es estricto con su hijo según la norma que él haya aprendido. Un padre no disciplina a su hijo sin propósito ni al azar. Adiestrará a su hijo según ciertos principios, como por ejemplo, honestidad, diligencia, paciencia y nobles aspiraciones. El padre tiene un plan definido al disciplinar a su hijo y lo moldea para que desarrolle cierto carácter. Del mismo modo, desde el día que fuimos salvos, Dios ha estado operando en nosotros según un plan definido. El desea que aprendamos ciertas lecciones a fin de que seamos conformados a Su naturaleza y que seamos como El. Por esta causa, el dispone las cosas, nos disciplina y nos castiga. Su meta es hacernos cierta clase de personas.
Al comienzo de la vida cristiana, todo hijo de Dios debe darse cuenta de que Dios ha preparado muchas lecciones para él y ha tomado las medidas necesarias disponiendo las circunstancias, las experiencias y los sufrimientos, con el propósito de producir cierto carácter. Esto es lo que Dios hace hoy, y lo lleva a cabo haciéndonos pasar por toda clase de circunstancias.
Desde el momento mismo en que somos salvos, tenemos que reconocer la mano de Dios, la cual nos guía en toda circunstancia. Las situaciones difíciles y los azotes que Dios ha dispuesto para nosotros, llegarán. Tan pronto nos salgamos del camino recto, su mano estará sobre nosotros y nos herirá para hacernos volver al camino. Todo hijo de Dios debe estar preparado para aceptar la mano disciplinaria de Dios. Dios nos disciplina porque somos Sus hijos. El no derrocha esfuerzos en los demás, pues no disciplina a quienes no son Sus hijos amados. Los azotes y la disciplina expresan el amor y la aceptación de Dios. Solamente los cristianos pueden participar de los azotes y la disciplina de Dios.
Nosotros recibimos disciplina, no castigo. El castigo es la retribución por nuestros errores, mientras que la disciplina tiene el propósito de educarnos. Somos castigados por haber hecho algo malo y, por ende, corresponde al pasado. La disciplina también se relaciona con nuestros errores, pero se aplica con miras al futuro. La disciplina conlleva el elemento de futuro y tiene un propósito. Fuimos llamados a permanecer en el nombre del Señor; le pertenecemos a El. Tenemos que estar preparados ahora para permitir que Dios nos haga vasos de gloria para El. Puedo decir con confianza que Dios desea que cada uno de Sus hijos lo glorifique en ciertas áreas. Todo hijo de Dios lo debe glorificar. Sin embargo, cada uno lo hace de diferente manera. Podemos glorificar a Dios en las diferentes circunstancias. Así, Dios es glorificado de una manera completa. Cada cual tiene su porción en su área específica. Dios desea crear cierto carácter en nosotros que lo glorifique a El. Nunca hemos visto que un hijo de Dios haya sido exento de la mano disciplinaria de Dios, la cual lleva a cabo lo que El dispuso.
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