Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Lucas 4:19 vemos que el Salvador-Hombre fue ungido para “proclamar el año agradable del Señor”. Este año agradable es la era neotestamentaria tipificada por el año del jubileo (Lv. 25:8-17), el tiempo en el cual Dios acepta a los cautivos del pecado que regresan (Is. 49:8; 2 Co. 6:2) y en el cual los oprimidos bajo el cautiverio del pecado disfrutan de la liberación de la obra salvadora de Dios.
En 4:18 y 19, el Salvador-Hombre proclama el jubileo de gracia. Esto indica que comenzó Su ministerio proclamando el jubileo de gracia. La expresión “el año agradable del Señor” denota el jubileo descrito en Levítico 25. Según este capítulo, el año del jubileo fue un tiempo cuando se liberaron a los esclavos y se devolvieron las posesiones a los propietarios legítimos. Por lo tanto, el año de jubileo era un año de liberación, de libertad y de la restitución de los bienes perdidos. Los que habían sido vendidos como esclavos fueron liberados durante el año de jubileo.
Lucas 4:22 dice: “Y todos daban buen testimonio de El, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de Su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?” Las palabras de gracia se refieren a las palabras del versículo 21, incluyendo las palabras de los versículos 18 y 19, las cuales son palabras del evangelio. El versículo 22 indica que los que estaban en la sinagoga conocían al Salvador según la carne (2 Co. 5:16), y no según el Espíritu (Ro. 1:4).
Aunque la gente se maravillaba de las palabras de gracia que salían de la boca del Señor, es poco probable que las entendieron. Este era el verdadero comienzo de la dispensación de la gracia. La dispensación antes de ese día era la de la ley. Pero en Lucas 4 el jubileo divino, el jubileo de gracia, fue proclamado por el Salvador-Hombre.
En 4:23-27 el Señor Jesús advirtió a la gente, usando el caso de la viuda de Sarepta, en el cual se dan alimentos, y el caso de Naamán el sirio, que trata de la purificación. El caso de la viuda de Sarepta en el cual se dieron alimentos, significa que el Señor alimenta a los hambrientos (Jn. 6:33, 35), y el de Naamán tiene que ver con la purificación, lo cual muestra que el Señor purifica a los pecadores (1 Co. 6:11). El hecho de que el Salvador mencione estos dos casos da a entender que Su evangelio se volvería a los gentiles (Hch. 13:45-48). Esto no quiere decir que Su nivel de moralidad no pudo abarcar a los judíos; al contrario, indica la dureza de su corazón al rechazarle.
Lucas 4:28-30 dice: “Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la cuidad de ellos para despeñarle. Mas El pasó en medio de ellos, y se fue”. Desde luego no era lógico que los que estaban en la sinagoga se llenasen de ira. Aunque se maravillaron de las palabras de gracia que salían de la boca del Señor, estaban llenos de ira. Se levantaron, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte. Mas El pasó en medio de ellos y se fue. Esto muestra Su firmeza bajo la amenaza de Sus oponentes.
En 4:31-44 el Salvador-Hombre lleva a cabo Su comisión cuádruple. Esta comisión incluye la enseñanza (vs. 31-32), echar fuera demonios (vs. 33-37, 41), sanar a los enfermos (vs. 38-40) y predicar el evangelio del reino de Dios (vs. 42-44). Cuando las multitudes intentaron detener al Señor Jesús, El dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (v. 43). Al igual como el versículo 18, la palabra griega traducida anunciar el evangelio es euaggelízo. Esta palabra significa evangelizar, anunciar buenas noticias, declarar (llevar) buenas nuevas, predicar el evangelio. Por lo tanto, anunciar el evangelio del reino de Dios es predicar el reino de Dios como evangelio, como buenas noticias.
El reino de Dios es el Salvador (17:21), quien como la semilla de vida se siembra dentro de Sus creyentes, el pueblo escogido de Dios (Mr. 4:3, 26) y se desarrolla hasta ser una esfera en el cual Dios puede gobernar como reino Suyo en Su vida divina. La entrada a este reino es la regeneración (Jn. 3:5), y su desarrollo es el crecimiento de los creyentes en la vida divina (2 P. 1:3-11). El reino es la vida de iglesia hoy, en la cual viven los creyentes fieles (Ro. 14:17), y se desarrollará hasta ser el reino venidero, una recompensa que han de heredar (Gá. 5:21; Ef. 5:5) los santos vencedores en el milenio (Ap. 20:4, 6). Finalmente, tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén como el reino eterno de Dios, una esfera eterna que contiene la bendición eterna de la vida eterna de Dios, la cual todos los redimidos de Dios disfrutarán en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad (Ap. 21:1-4; 22:1-5, 14). Tal reino, el reino de Dios, es lo que el Salvador predicó en Lucas 4 como evangelio, esto es, las buenas nuevas.
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