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Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6188-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 13 Sección 2 de 4

MATEO 28:19

En Mateo 28:19 el Señor le encargó a Sus discípulos que bautizaran a las personas en el nombre de la Trinidad Divina: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Al llegar a este punto en Mateo, el Dios Triuno había sido completado y consumado. Para que la Trinidad Divina llegase a Su compleción, a Su consumación, era necesario que pasara por un proceso de tomar la humanidad. Si Él únicamente poseyera divinidad, Él no sería el Dios Triuno consumado. Para que el Dios Triuno lograse Su compleción y consumación, Él necesitaba tener tanto humanidad como divinidad.

También fue necesario que Él pasara por una muerte hermosa y todo-inclusiva. La muerte en Adán es horrible, terrible y aterradora, pero la muerte en Cristo es hermosa. Todos tenemos que ser configurados a Su querida muerte. La muerte de Cristo es admirable y querida, y el Dios Triuno la necesitó para Su compleción, Su consumación. La Trinidad Divina es indudablemente omnipotente, pero si careciese de esta hermosa muerte, no habría podido resolver nuestros problemas. En Él y con Él existe una muerte todo-inclusiva que aniquila todos los “gérmenes” relacionados con nosotros. El Dios Triuno es una dosis todo-inclusiva dentro de nosotros que contiene el elemento aniquilador de la muerte de Cristo. Dentro de esta dosis todo-inclusiva hay muchos elementos que nos pueden suplir de manera positiva y también tiene el elemento de Su muerte que puede eliminar las cosas negativas. La muerte de Cristo en la cruz eliminó todos los “gérmenes negativos” en el universo. Tal muerte ha sido introducida en la Trinidad Divina. ¡Alabado sea el Señor por haber logrado tal muerte!

Después que pasó por el proceso de la crucifixión, Él entró en la esfera de la resurrección y llegó a ser el Espíritu vivificante. Luego, Él regresó a Sus discípulos en la atmósfera y la realidad de Su resurrección para encargarles que hicieran de las naciones personas del reino al bautizarlas introduciéndolas en el nombre, la persona, la realidad, de la Trinidad Divina. Ahora que la Trinidad Divina ha sido completada, consumada, la gente puede ser bautizada en Él. El Dios Triuno completado, la Trinidad Divina consumada, es perfecta, completa y no carece de nada. Cuando bautizamos a la gente, las estamos poniendo en el Dios Triuno consumado, completado.

El nombre del Dios Triuno es un nombre “tres-uno”. Este nombre es el Padre, el Hijo y el Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu es el nombre de la Trinidad Divina en quien bautizamos a las personas. El Señor reveló este título divino en el contexto de Su deseo de introducir a las personas que reciben nuestra predicación en el Dios Triuno. El Dios Triuno en Su trinidad divina es el lugar donde debemos poner a los que le han recibido.

Nosotros vamos a discipular a las naciones, bautizándolas. La palabra discipular es una palabra muy fuerte. Se necesitarían un buen número de mensajes para poder explicar completamente esta palabra. Los discípulos tenían que discipular a las naciones incrédulas al bautizarlas, introduciéndolas en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto significa que discipular incluye bautizar. Necesitamos discipular a las personas por medio de bautizarlas, poniéndolas dentro de una persona, el Dios Triuno. Cuando entran en esta persona ellos son discipulados. No debemos predicar el evangelio a las personas sin bautizarlas. Eso no es bíblico. Nosotros debemos bautizar a las personas inmediatamente después que ellas han creído en el Señor. Discipular por medio de bautizar es hacerlas ciudadanas del reino de los cielos. Si no los ponemos dentro del Dios Triuno, no los podremos introducir en el reino de Dios. Debemos ponerlos dentro de Dios mismo. Entonces las colocamos en el reino de Dios.

HEBREOS 2:3-4

Hebreos 2:3 y 4 también nos muestra a la Trinidad Divina en Su mover divino. Primero, tenemos una salvación tan grande, la cual fue anunciada primeramente por el Señor [el Hijo]. Después, Dios [Dios el Padre] da testimonio de tan grande salvación, y esto es hecho por medio de señales y prodigios así como mediante diversas obras poderosas y repartimientos del Espíritu Santo. Así pues, la plena salvación de Dios, una salvación tan grande, está involucrada con los Tres de la Deidad. Quizás nos preguntemos por qué hay tres en la Deidad y no solamente uno. Si hubiese sólo uno en la Deidad divina, no habría belleza ni excelencia. Toda la belleza, la excelencia, los atributos y las virtudes halladas en la Deidad dependen de que la Deidad divina sea tres, sin embargo, uno. Tres, sin embargo, uno: aquí está la belleza; aquí está la excelencia.

De la misma manera, en la constitución corporativa del Cuerpo de Cristo, compuesta de millones de miembros, hay mucha belleza, excelencia y virtud. Millones de miembros han sido juntamente compuestos y juntamente constituidos para ser miembros unos de otros. En esta constitución corporativa hay muchas bellezas, excelencias, virtudes y atributos. Finalmente, todos estos millones de miembros serán los constituyentes de la Nueva Jerusalén, la cual será la expresión final y corporativa del Dios Triuno, una expresión llena de belleza.

Supongamos que en la vida de iglesia hay un grupo de hermanas y hermanos que sirvan y vivan en la realidad del Cuerpo de Cristo. En su servicio ellos son uno y manifiestan gran armonía. Todos ellos son humildes; ninguno de ellos vive en sí mismo, por sí mismo ni para sí mismo. En tal clase de servicio en el Cuerpo se mostrarán la belleza y la excelencia. Si hubiera miles de santos en la tierra viviendo y sirviendo así, ¡cuánta belleza y excelencia habría! En la vida de iglesia, en la vida del Cuerpo, en el nuevo hombre, es maravilloso ver santos de diferentes razas y trasfondos que se reúnen en unidad. Para tener armonía en la vida de iglesia necesitamos tener humildad y abnegación. La armonía en la vida de iglesia es hermosa. Esta clase de belleza fue desplegada primero por la Trinidad Divina. La Trinidad Divina tomó la delantera en exhibir en el universo este tipo de belleza. Entre los Tres, el Hijo tomó la delantera en ser abnegado, en ser tan humilde y muy considerado con los demás.


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