Información del libro

Ejercicio de nuestro espíritu, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4880-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 6 Sección 2 de 3

EJERCITAMOS NUESTRO ESPÍRITU
AL ATENDER EL SENTIR DE LA UNCIÓN

En 1 Juan 1 se nos habla de la limpieza de la sangre, y el capítulo 2 nos habla de la unción. En 1 Juan 2:27 se nos dice: “En cuanto a vosotros, la unción que vosotros recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero como Su unción os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como ella os ha enseñado, permaneced en Él”. La unción es el Espíritu Santo como el aceite que se mueve y opera en nosotros (Éx. 30:25). La unción viviente y divina que está en nuestro ser es el mover, operar, inspiración e iluminación constantes del Espíritu de Cristo que mora en nosotros. A fin de ejercitar nuestro espíritu, no solamente tenemos que aplicar la sangre de Cristo, sino también tenemos que prestar atención a esta unción. Esto quiere decir que tenemos que hacerle caso al mover y al operar interiores del Espíritu.

A fin de ejercitar nuestro espíritu, tenemos que aprender la lección de rechazar nuestra mente natural y prestar atención a la unción. Con frecuencia, nos es más difícil olvidar algo que recordarlo. Por ejemplo, si un hermano nos ofende, tal vez nos acordemos de ello por mucho tiempo. Si ejercitamos nuestra mente de este modo, dejaremos de prestar adecuada atención a la unción interior. En lugar de ello, tenemos que abandonar nuestra mente natural y lo único que debe importarnos es el mover y la operación del Espíritu que nos unge, el cual está en nuestro espíritu. Podríamos ilustrar en mayor detalle la manera en que debemos hacer caso a la unción valiéndonos del siguiente ejemplo. Es posible que en la tarde sintamos la carga al recordar que tenemos que ministrar la palabra en la reunión de esa noche. Por tanto, probablemente acudamos al Señor con la intención de orar por esa reunión y por el mensaje correspondiente. Sin embargo, cuando acudimos al Señor, es posible que en lo profundo de nuestro espíritu, por el mover del Espíritu Santo en nosotros, tengamos un sentir, que estemos conscientes o tengamos un sentimiento de que debemos orar por otra cosa. Si en ese momento nosotros continuamos orando regidos por nuestra memoria, en esta oración ejercitaremos únicamente nuestra mente. Esto es incorrecto. Más bien, tenemos que dejar a un lado tal carga, olvidarnos de la reunión y del mensaje, y simplemente hacer caso a la unción interior a fin de orar conforme a aquel sentir en lo profundo de nuestro ser. Ésta es una oración en la que ejercitaremos nuestro espíritu. Todos tenemos que aprender esta lección.

Tenemos que aplicar la sangre y atender a la unción. El libro de 1 Juan es un libro que trata sobre la comunión que es propia de la vida divina. Esta epístola nos dice que a fin de mantenernos en la comunión necesitamos, por el lado negativo, la limpieza de la sangre, y por el lado positivo, la unción. Únicamente estas dos cosas —la limpieza y la unción— podrán mantenernos en la comunión apropiada, una comunión no sólo con el Señor, sino también con la iglesia y con los santos. Siempre necesitamos aplicar la sangre y prestar atención a la unción.

OREMOS SIN CESAR MEDIANTE EL EJERCICIO
DE NUESTRO ESPÍRITU

En 1 Tesalonicenses 5:16-22 se nos dice: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para con vosotros. No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Sometedlo todo a prueba; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal”. Según la secuencia de todo lo mencionado en este pasaje, el enfoque está en orar sin cesar. Si no oramos sin cesar, nos será difícil estar siempre gozosos. A fin de poder estar continuamente gozosos, tenemos que orar sin cesar. Si hemos de dar gracias no solamente en ciertas situaciones, sino también en todo es necesario que oremos. Tenemos que orar dando gracias al Señor en todo y por todo. Asimismo, a fin de no apagar el Espíritu, necesitamos orar. Muchas veces el Espíritu de oración e intercesión que está en nosotros nos inspira a orar, pero tal vez podemos ser perezosos o pasivos. Si no oramos, apagaremos el Espíritu. Al orar podemos evitar apagar el Espíritu. El versículo 20 nos dice que no debemos menospreciar las profecías. Aquí, las profecías no son predicciones. Más bien, profetizar es hablar por Dios o proclamar a Dios. Si oramos sin cesar, respetaremos la palabra hablada por Dios mediante cualquier miembro. Asimismo, para someterlo todo a prueba, retener lo bueno y abstenerse de toda clase de mal, también es necesario que oremos. Todos los asuntos mencionados en estos versículos se enfocan en nuestra oración sin cesar.

El versículo 17 nos dice que oremos sin cesar, y 1 Timoteo 2:8 nos dice que oremos en todo lugar. Orar en todo lugar guarda relación con el espacio, y orar sin cesar guarda relación con el tiempo. En cuanto al espacio, necesitamos orar en todo lugar, y con relación al tiempo, tenemos que orar sin cesar. Efesios 6:18 dice: “Con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu”. Estos tres versículos nos instan a orar sin cesar, a orar en todo lugar y a orar en el espíritu. Si no oramos en el espíritu, no podremos orar sin cesar ni en todo lugar. Si oramos en el espíritu y con el espíritu, podremos orar dondequiera que estemos y en cualquier momento. Mientras estemos conversando, comiendo y manejando, aún podemos orar ya que oramos en el espíritu.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top