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Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 68 Sección 2 de 4

B. El es digno

Nuestro Salvador es el Cordero, así como también el León. Tenemos un Salvador que es un León-Cordero. El es digno de abrir el libro. Aparte de El, nadie en el universo es digno de abrir el secreto, el misterio, de la economía de Dios. Pero el León-Cordero es digno porque efectuó la redención y ganó la victoria sobre Satanás. Cuando nosotros los cristianos decimos que Cristo es digno, nuestro pensamiento ha sido que El es digno de nuestra alabanza, gratitud y adoración. Cuando decimos “Señor Jesús, Tú eres digno”, pocos consideramos que El fue digno de abrir los sellos del secreto de la economía de Dios. Tenemos solamente el concepto de que Cristo fue digno de recibir adoración, alabanza, y acciones de gracias por nuestra parte, Sus pequeñas criaturas. Este es un concepto pobre de cuán digno es el Señor. Muchos himnos que hablan de cuán digno es el Señor también expresan este concepto inexacto de Su dignidad y la razón por la cual es digno. No son muchos los himnos que alaban a Cristo por ser digno de abrir el secreto de la economía de Dios. Este aspecto de la excelencia del Señor es universal e inmensurable. Sin lugar a dudas, Cristo es digno de nuestras alabanzas. El merece que le demos hasta nuestras vidas. Sin embargo, debemos considerar que, según Apocalipsis 5, la excelencia de Cristo se relaciona con el hecho de que El es digno de abrir el secreto de la economía de Dios. El universo es un misterio que los científicos no han podido esclarecer. Ellos simplemente no conocen el significado ni el propósito del universo, porque es un secreto que se ha mantenido oculto. Pero Cristo es digno de revelar este secreto porque El es digno de abrir los sellos de la economía de Dios.

Apocalipsis 5:5 dice que el León es digno de abrir el libro y los siete sellos. Un libro solía ser un rollo de papiro u otro material. Debido a que estaba enrollado, era difícil determinar cuán largo era. El libro de Apocalipsis 5 es infinitamente largo. Solamente Cristo es digno de abrir dicho libro. No piense que usted ha visto todo el contenido de ese libro. No, necesitamos la eternidad para ver todo lo que está incluido en él. Cuando estemos en la Nueva Jerusalén, continuaremos leyendo el libro. En la eternidad seguiremos diciendo: “Ahora vemos algo más”. Dios nos va a dar una sorpresa eterna. La sorpresa de la apertura del libro durará por la eternidad. Es posible que cuando estemos en la eternidad digamos: “La sorpresa del Señor es eterna. Aunque estamos ahora en la eternidad, seguimos sin poder ver el final”. Cristo es digno de abrir el libro del misterio de Dios.

C. Adorado por los ángeles
y las demás criaturas

Cristo es digno, y es por eso que aquí en esta escena celestial es adorado por los ángeles y las demás criaturas. Los ángeles están representados por los veinticuatro ancianos, y todas las demás criaturas están representadas por los cuatro seres vivientes. Los ángeles tienen ancianos, los veinticuatro ancianos angélicos que son los primeros en adorar a Cristo. En esta escena vemos a los veinticuatro ancianos y a todos los ángeles que alaban, y a los cuatro seres vivientes y a las demás criaturas que también alaban. Todos ellos rinden una alabanza universal a Dios y al Cordero. El Cristo en el cual creemos es el Cristo universal.

II. CRISTO EN SU ADMINISTRACION

Ahora veamos a Cristo en Su administración. Hay una administración en el universo. El universo no opera absurdamente, sino en conformidad con la administración de Dios. A pesar de que no vemos al Administrador, de todos modos, El lleva a cabo Su administración divina. Todos los terremotos, como el que hubo recientemente en el norte de China, son ordenados por Su administración. Cristo no es solamente el Salvador, el León y el Cordero, sino también el Administrador del universo.

A. En medio de las iglesias

Primeramente, Cristo administra el propósito de Dios en las iglesias, ejerciendo Su cuidado sacerdotal (1:11-18). En el capítulo uno, Cristo se revela como el Hijo de Dios, vestido de la túnica de Sumo Sacerdote. Hoy, en la administración de Dios, Cristo ejerce Su cuidado sacerdotal en las iglesias. En las iglesias El viste Su túnica sacerdotal. Además, está “ceñido por el pecho con un cinto de oro” (1:13). Es interesante observar que no está ceñido por la cintura, sino por el pecho. Esto indica que toda Su obra fue consumada y que ahora cuida con amor a Sus amadas iglesias. Ahora Cristo no trabaja; solamente nos cuida. Incluso, nos reprende y castiga en amor. El es el Sacerdote amoroso que cuida Sus iglesias.


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