Estudio-vida de los Salmospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0265-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el salmo 15 el concepto de David era según la ley dada por Dios en el monte Sinaí como línea paralela a la línea central de la economía de Dios. Su concepto en este salmo no estaba en Sion en la línea central de la economía de Dios. Estaba en Sinaí. ¿Le gusta a usted el nombre Sinaí? Según Gálatas 4, Sinaí simboliza una fuente que produce esclavos, a los cuales la gracia de Dios rechaza (vs. 24-31). La ley que Dios dio en Sinaí es secundaria a la línea central de la economía de Dios. Esta línea siempre corre paralela a la línea central.
Satanás siempre está donde está Dios. El libro de Job nos muestra que Satanás entró al santuario en los cielos donde Dios estaba (1:6-7). Antes de tener alguna reunión, oro desesperadamente, pidiéndole al Señor que ahuyente todas las tinieblas, todos los demonios y todos los espíritus malignos. Esto se debe a que dondequiera que Dios está, Satanás también está. A dondequiera que va la línea central, la línea lateral también va para molestar y distraer.
Salmos 15:2-5 nos muestra que el concepto de David en este salmo era que el hombre que fuera perfecto según la ley podía morar con Dios para satisfacer el deseo de Su corazón y Su beneplácito. Por consiguiente, el versículo 5 dice que el que hace estas cosas no será sacudido jamás.
Después del salmo 15 vemos la revelación divina en el salmo 16.
La revelación divina en el salmo 16 es según la economía de Dios, en la cual Cristo es la centralidad y la universalidad, como fue ordenado por Dios en la eternidad (Ef. 3:9, 11).
El salmo 16 revela al Dios-hombre, a Cristo, no a un buen hombre. Dios no desea tener un buen hombre, sino un Dios-hombre. El salmo 16 nos muestra a Cristo en las cuatro etapas por las cuales pasó: la etapa del vivir humano, de la muerte, de la resurrección y de la ascensión. Solamente Dios con Su Espíritu podría escribir un salmo así. La mente humana jamás podría componer un escrito como éste.
Salmos 16:1-8 revela al Dios-hombre, a Cristo, en Su vivir humano. El no es simplemente un buen hombre, sino un Dios-hombre. Dios se hizo hombre y vivió sobre la faz de la tierra por treinta y tres años y medio. El vivió en Nazaret hasta la edad de treinta años. Luego ejerció Su ministerio por tres años y medio. El era el Dios mismo viviendo una vida humana en una pequeña área geográfica. En los tiempos de Jesús, la tierra de Palestina era una muy pequeña y estrecha faja de tierra. El creció por treinta años en la pequeña villa de Nazaret, en el menospreciado lugar llamado Galilea. ¡Qué paciencia tuvo El! Luego El comenzó a viajar para cumplir Su ministerio. Por supuesto, no existían los modernos medios de transporte que nosotros disfrutamos actualmente. Jesús tenía que andar a pie dentro de la región de Palestina.
Los cuatro Evangelios nos muestran el maravilloso vivir humano de este Dios-hombre. Ninguna biografía puede ser comparada con la vida de Jesús. Millones de personas que han leído estos cuatro Evangelios han sido inspiradas por la manera en que Jesús vivió en la tierra. Después de Su vivir humano, El entró en la muerte por tres días y tres noches. Luego El salió de la muerte y entró en la resurrección. Por último, El ascendió a los cielos donde Dios el Padre está. Hoy día El está en la ascensión a la diestra de Dios el Padre. El salmo 16 es un salmo breve, pero habla de esta maravillosa Persona y de las cuatro etapas por las cuales pasó: Su vivir humano, Su muerte, Su resurrección y Su ascensión.
Su vivir humano espontáneamente implica Su encarnación. Si El no se hubiese encarnado y no hubiese tenido la naturaleza humana y un cuerpo humano, El no habría podido vivir en la tierra. Debido a que El estaba por completo en la humanidad, no representaba una amenaza para nadie. Hasta los niños pequeños podían ir a El (Lc. 18:15-16). El era muy maravilloso: debido a que El era Dios nacido para ser hombre. Dios, en este hombre, en esta humanidad, vivió en la tierra.
Su vivir humano denota Su encarnación en la cual El vino a ser un hombre e introdujo a la divinidad en la humanidad (Jn. 1:14a). Previamente, es decir, antes de la encarnación, la divinidad estaba separada de la humanidad. Pero cuando Jesús nació, la divinidad entró en la humanidad, y la divinidad y la humanidad se mezclaron para producir un Dios-hombre.
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