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Estudio-vida de 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías y Esterpor Witness Lee

ISBN: 0-7363-1175-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 18 de 26 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE ESDRAS

MENSAJE CINCO

SE NECESITAN MUCHOS ESDRAS,
PERSONAS VERSADAS EN LA PALABRA DE DIOS

Lectura bíblica: Esd. 7:6, 10; 1:7-11

La Biblia es única, y todo lo que contiene reviste gran importancia. Al comienzo de ésta vemos que Dios creó a Adán como una criatura según Su especie (Gn. 1:26). Adán pertenecía al género divino en imagen y semejanza, mas no en vida, naturaleza ni constitución. Pero el anhelo de Dios era que Adán fuese de Su especie no sólo en semejanza, sino también en vida, en naturaleza y aun en constitución.

DIOS DESEABA QUE ISRAEL FUESE SU TESTIMONIO

En Génesis 3:15 Dios prometió que El vendría a ser la simiente de la mujer. Posteriormente profetizó que El también sería la simiente de Abraham, y que sería la bendición para todas las naciones (22:18). Finalmente, Dios mismo se encarnó como hombre. Sin embargo, El primero llevó a cabo una labor continua durante más de mil años para producir y formar la nación de Israel como un tipo importante.

En primer lugar, Dios escogió a Abraham, cuyos descendientes cayeron en Egipto. Después, envió a Moisés para que los sacara de allí como una gran nación de aproximadamente dos millones de personas, y él los trajo al monte de Sinaí, donde permanecieron casi un año siendo educados por Dios. Dios deseaba que Israel fuera Su testimonio, pero la cultura egipcia en la que habían estado sumergidos, los convertía más bien en un testimonio de Egipto. Por esta razón, Dios los mantuvo en el monte de Sinaí para darles los Diez Mandamientos, los estatutos de los Diez Mandamientos, las ordenanzas de los estatutos, el tabernáculo con todo su mobiliario y todas las ofrendas, el sacerdocio, y todas las fiestas; todo esto con miras a forjar en ellos una constitución celestial y divina, en lugar de la constitución egipcia que tenían.

EN TIPOLOGIA, LA NACION DE ISRAEL
ESTABA FORMADA DE DIOS-HOMBRES,
LOS CUALES, AL FINAL, SE DEGENERARON

Como resultado de ese tiempo de educación y entrenamiento, la nación de Israel no sólo se convirtió en un ejército bien formado y organizado, sino que también adquirió una constitución divino-humana, humano-divina. Por tanto, en tipología, los Israelitas eran Dios-hombres, y todo lo que se relacionaba con ellos, aun su entorno con relación a la columna de nube de día y a la columna de fuego de noche, era la expresión misma de Dios. Su salida era la salida de Dios (Sal. 68).

Sin embargo, al poco tiempo, los hijos de Israel ya no expresaban a Dios, y El los dejó morir en el desierto. Entonces Dios levantó la segunda generación, y fueron ellos quienes cruzaron el río Jordán mediante un gran milagro. Como un ejército celestialmente constituido, llegaron a Jericó. Así que, cuando gritaron, la ciudad de Jericó cayó. Este era el testimonio de Dios, Su mover en la tierra, la vida de los Dios-hombres, era Dios mismo avanzando. No obstante, cuando llegaron a la ciudad de Hai, uno de ellos los hizo fracasar. Desde aquel momento, los israelitas sólo conocieron la degradación. Dios envió profetas para que les advirtiera y los hiciera volver a Dios, pero ellos se negaron. Finalmente, Dios trajo a los babilonios para que conquistaran la buena tierra y llevaran al pueblo de Israel cautivo a Babilonia, a fin de que fuesen disciplinados y castigados.

EL REGRESO DEL PUEBLO DE DIOS BAJO ZOROBABEL

Dios no podía olvidarse de la buena tierra, la tierra prometida, la tierra de Emanuel (Is. 8:8). La buena tierra debe ser la tierra de los Dios-hombres, quienes constituyen el testimonio de Dios. Hubo un primer regreso bajo la dirección de Zorobabel, un descendiente de la familia real. Le correspondía a él tomar la delantera en el primer regreso del cautiverio, pues él tenía la capacidad de administrar y gobernar. Así que, él fue un gobernador fuerte, quien condujo al pueblo en la reconstrucción del templo y el altar.

SE NECESITABA UN ESDRAS

Sin embargo, el pueblo seguía desobedeciendo a Dios, porque su constitución era babilónica. Por ende, se requería un Esdras, un sacerdote que sirviera a Dios y que fuera un escriba, es decir, un erudito versado en la Palabra de Dios, experto en la ley de Moisés (Esd. 7:6, 11). El poseía la constitución y cultura celestial y divina. Esdras reunió al pueblo y no sólo confesó su propio pecado, sino también el de todo Israel, y se propuso volverlos a la Palabra de Dios.


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