CAPÍTULO NUEVE

PASTOREAR, CRECER EN VIDA
Y SUMINISTRAR LA PALABRA

En 1949 comenzamos la obra en Taiwán con un pequeño número de santos. En ese momento las personas que ganamos eran principalmente jóvenes, mientras que hoy en día ganamos principalmente adultos. Hay una gran diferencia entre los dos grupos de edad. Cuando la obra comenzó, el número de santos aumentó. Sin embargo, en años recientes no ha habido un aumento perceptible. Es provechoso que estudiemos la causa de nuestra falta de aumento.

LLEVAR A LOS SANTOS A EJERCER SU FUNCIÓN

Es posible que haya muchas causas para nuestra falta de aumento, pero la razón principal es que los colaboradores, los ancianos y los hermanos responsables no han podido perfeccionar a los santos. No ser capaz de perfeccionar a los santos es una carencia. Los santos son aptos, pero no están siendo perfeccionados. Sin querer, los hermanos sirven de manera natural, según su manera de ser. Como resultado de ello, los santos no están siendo perfeccionados.

Por ejemplo, hay un distrito en Taipéi con suficientes hermanos aptos como para administrar diez iglesias locales. En otras palabras, si los santos en este distrito fuesen perfeccionados y enviados a diez lugares para sembrar la semilla del evangelio, después de varios años habría diez iglesias locales con un aumento múltiple. Es lamentable que estos santos aptos aún no hayan sido introducidos en su función. Los colaboradores son capaces de obrar, pero no saben cómo perfeccionar a los santos. Los ancianos saben cómo administrar, pero no saben cómo perfeccionar a los santos. Lo mismo es cierto con respecto a los hermanos responsables en los distritos. Esto indica que los hermanos saben cómo servir, pero no saben cómo introducir a los santos en el servicio. Si un padre y los hermanos mayores hacen todo el trabajo en una familia, la generación que venga después de ellos seguirá su modelo. El principio básico en la obra y en la iglesia es el mismo que el principio de una familia. En una familia la madre cocina, sea que sepa cocinar o no. La iglesia es una familia, y todos en esta familia tienen que “cocinar”, sin importar cuán bien puedan cocinar. Esto significa que cada miembro de esta familia tiene que ejercer su función. Quienes tienen una mayor capacidad deben ejercer su función conforme a su capacidad, y quienes tienen menos capacidad deberían ejercer su función conforme a la capacidad de ellos. En una familia incluso un miembro ciego puede ejercer su función. El problema en el pasado ha sido que los colaboradores, los ancianos y los hermanos responsables en los distritos servían con aquellos santos que encajaban con su gusto y no servían con quienes no eran conforme a su gusto. Tampoco servían con los santos débiles y de menor capacidad. A la postre, ningún santo fue llevado a ejercer su función. Debemos llevar a cada santo a ejercer su función.

Un carpintero puede utilizar cualquier clase de madera para hacer un escritorio. Solamente necesita preparar y cortar la madera. Si tenemos esta clase de espíritu, la obra aumentará. Sin embargo, nuestra situación es tal que rechazamos a los santos que son diferentes a nosotros y seleccionamos únicamente a aquellos que consideramos como aptos. Nuestra consideración de quién es apto se basa en nuestra manera de ser; es decir, que seleccionamos a las personas que nos agradan. Esto limita el número de santos que pueden ser perfeccionados porque se descartan demasiados. Por ende, los colaboradores, los ancianos y los hermanos responsables tienen que cambiar su actitud.

Si los colaboradores, los ancianos y los hermanos responsables van y se reúnen en otro lugar, les darán a otros santos la oportunidad de servir. Si les entregasen el distrito completo a los santos, las puertas al salón de reunión no cerrarían. Los colaboradores, los ancianos y los hermanos responsables deberían poder formar equipos y salir. Tenemos tarjetas con la información de trece mil santos en la iglesia en Taipéi. Tres mil de estos santos se reúnen con regularidad, y más de diez mil no se reúnen. Si los colaboradores, los ancianos y los hermanos responsables se reuniesen y orasen por estos diez mil, y dejasen las reuniones de distritos en manos de los santos, permitiéndoles servir y tomar decisiones, el resultado sería sorprendente. Incluso en una familia, cuando los padres y los hermanos mayores no están presentes, los hermanos menores se ocupan de todo. Los ancianos no deberían hacer arreglo alguno, sino permitir que los santos se ocupen de todo y ver cuál será el resultado. Los colaboradores, los ancianos y los hermanos responsables deberían dejar a los santos que se reúnen regularmente y orar seriamente por los diez mil que no se reúnen. No deberían tocar a los santos que se reúnen regularmente, sino que deberían centrarse en visitar a los santos que no se han estado reuniendo. Si pusiéramos esto en práctica por uno o dos años, habría cuatrocientos o quinientos santos más en las reuniones. Ésta es una manera obvia en que se puede ganar el aumento, pero no es la mejor manera. La mejor manera es tomar a los santos que están en las reuniones y formarlos como grupos. Un distrito con cuatrocientos o quinientos santos puede formar diez grupos, y estos grupos deberían salir para predicar el evangelio. Podría haber unos pocos santos que no puedan ir. Éstos pueden permanecer en los distritos. Después de dos años de salir para el evangelio, diez nuevas iglesias locales podrían levantarse.