Información del libro

Visión celestial, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0927-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 6 Sección 2 de 3

EL PECADO, EL YO Y EL MUNDO

Dos grandes problemas que enfrentamos son: el pecado en el cuerpo, y el yo en el alma. Además, como veremos en el siguiente capítulo, existe también el problema del mundo que nos rodea. Estos tres elementos —el pecado, el yo y el mundo— son las tres cuerdas de un lazo muy fuerte que nos ata. Nadie puede liberarse por sí mismo de ésta atadura, de este lazo compuesto por el pecado, el yo y el mundo.

Los cristianos tal vez hayan visto claramente lo que es el pecado, pero muy pocos tienen claridad con respecto al yo y al mundo. En su experiencia, una de estas cuerdas —el pecado— ha sido rota, pero las otras dos —el yo y el mundo— aún no han sido cortadas. Por consiguiente, todavía se encuentran bajo la atadura del yo, internamente, y del mundo, externamente. En este capítulo veremos que la cuerda del yo debe ser cortada, y en el siguiente capítulo, veremos que la cuerda del mundo también necesita ser cortada. Sólo cuando todas las cuerdas de este lazo que nos ata hayan sido cortadas, seremos completamente libres.

EL YO ES EL ALMA
QUE SE DECLARA INDEPENDIENTE DE DIOS

Ya vimos que el origen del yo fue la infiltración del pensamiento satánico en la mente humana. Ahora necesitamos ver que el yo es nuestra alma en independencia de Dios. Cuando el alma no depende de Dios, se convierte inmediatamente en el yo. Esto significa que cuando actuamos solos sin depender de Dios, estamos en el yo. No importa lo que seamos ni lo que hagamos, mientras seamos independientes de Dios, estaremos en el yo.

Dios creó al hombre como un alma que siempre debía depender de El. El hombre es un alma (Gn. 2:7) y, como tal, debe depender de Dios para todo. Podemos usar la vida matrimonial como ejemplo de cómo el alma depende de Dios. La esposa debe depender del esposo. Esto es representado por el hecho de que la novia cubre su cabeza con un velo el día de su boda, lo cual significa que ella toma a su esposo como cabeza y que ha de depender de él. De lo contrario, habría dos cabezas, y esto causaría contradicciones, peleas y hasta el divorcio. Tal como una esposa debe depender de su esposo, así el alma debe depender de Dios.

Sin embargo, el alma se convirtió en el yo. Este yo es simplemente el alma en independencia de Dios. Si tenemos la visión del yo, descubriremos que tal yo es el alma que se declara independiente de Dios. Si recibimos esta visión, nos daremos cuenta de que no podemos ser independientes de Dios. Entonces diremos: “Debo depender de Dios siempre, en todo lo que haga y en todo aspecto”.

EL YO ES EL MAYOR OBSTACULO
PARA EDIFICAR EL CUERPO

Debido a que el yo es una entidad independiente, se convierte en el mayor obstáculo para la edificación del Cuerpo. Debemos depender no sólo de Dios, sino también del Cuerpo; es decir, tenemos que depender de los hermanos y hermanas. Al ser independientes de los hermanos y hermanas, estamos en el yo, en el alma independiente. Para nosotros, ser independientes del Cuerpo equivale a ser independientes de Dios. Esto no es un asunto de doctrina, sino de experiencia. Si examinamos nuestra experiencia, nos daremos cuenta de que, cuando nos independizamos de los hermanos, nos independizamos también de Dios, y que mientras estamos aislados de los hermanos, también lo estamos de Dios.

Tal vez al oír esto, algunos digan: “¿Acaso no es el Señor omnipresente? Ya que el Señor está en todas partes, puedo tener Su presencia en cualquier lugar, ya sea en mi hogar o en cualquier otro sitio”. Sin embargo, tener la presencia del Señor depende de nuestra dependencia del Cuerpo, y de que tengamos la debida relación con éste. Si estamos en la debida relación con el Cuerpo, tendremos la presencia del Señor en todo lugar. Pero si no, entonces no importa dónde nos encontremos, no tendremos Su presencia. Por lo tanto, contar con la presencia del Señor depende de nuestra relación con el Cuerpo. Si estamos errados en nuestra relación con el Cuerpo, no sentiremos la presencia del Señor; pero si estamos bien con el Cuerpo, dondequiera que vayamos, sentiremos la presencia del Señor.

A fin de depender del Señor, debemos depender del Cuerpo. Si dependemos del Cuerpo, también dependeremos del Señor. Tal vez nos preguntemos por qué no tenemos un sentir profundo de la presencia del Señor con nosotros. Esto se debe a que estamos aislados del Cuerpo y a que no tenemos una relación apropiada con los demás miembros. Procure ser edificado en el Cuerpo y estar bien con éste. Si está bien con el Cuerpo y es edificado en él, ciertamente percibirá la presencia del Señor.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top