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Don sobresliente para edificar la iglesia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4216-2
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LOS MODELOS DE PERFECCIONAMIENTO

Los apóstoles

Los modelos de perfeccionamiento son los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores y maestros. En Hechos 20 Pablo les recordó a los ancianos de Éfeso lo que hizo cuando estuvo entre ellos. Esto significa que él quería que los ancianos hicieran lo mismo que él había hecho entre ellos. Él les dijo que se acordaran de cómo él los visitó por tres años, amonestando con lágrimas día y noche a todos los santos (v. 31). Les dijo que no había rehuido anunciarles todo el consejo de Dios (v. 27). También les recordó que les había enseñado públicamente y de casa en casa (v. 20). Fue así como el apóstol Pablo perfeccionó a los santos.

En 1 Tesalonicenses Pablo se comparó a sí mismo a una nodriza (2:6-8) y a un padre que exhorta (2:11-12). Él era una madre que cuidaba con ternura y nutría a los santos, y también un padre que les enseñaba. Ésta es la manera en que debemos perfeccionar a los santos. Los hermanos dotados que están entre nosotros deben realizar la labor de cuidar con ternura y alimentar a los santos como una madre, y la labor de exhortarlos, amonestarlos, enseñarles e instruirlos como un padre. Debemos tener muchos padres y madres en las iglesias. Debemos seguir al Señor para salir a visitar a otros como una madre y un padre. Hay muchos santos entre nosotros que por muchos años no asisten a las reuniones de la iglesia. Todos estos queridos hermanos necesitan que los alimentemos. No debemos ir a visitarlos y decirles: “No te he visto por mucho tiempo. Por favor, ven a la reunión”. Tenemos que alimentarlos y aprovechar la oportunidad para darles algunas instrucciones que les ayuden. Tenemos que recobrar a los queridos hermanos de entre nosotros que tienen muchos años de no asistir a las reuniones. Pablo dijo que su afecto por los santos era tal que se complacía en entregarles no sólo el evangelio, sino también su propia alma (1 Ts. 2:8). Todos debemos realizar esta clase de labor. Algunos quizás se pregunten si Pablo estaba realizando la obra de un apóstol, la de un profeta, la de un evangelista o la de un pastor y maestro. Mi respuesta es que no sé, ni tampoco me interesa. Lo que sí me importa es que nosotros hagamos la misma obra que hizo Pablo.

En esta comunión hemos visto en qué consiste la obra del ministerio. Si no respondemos a esta comunión y el Señor regresa, es posible que Él nos diga que somos esclavos perezosos, y nos eche a las tinieblas de afuera por un periodo de tiempo (Mt. 25:26, 30). No basta con que simplemente sepamos lo que hacen las personas dotadas. Muchos pecadores necesitan ser salvos, y muchos santos que han retrocedido necesitan ser recobrados. Tenemos que cooperar con el Señor para llevar a cabo Su obra. También tenemos que proclamar a Cristo e impartirlo en otros, ministrando las riquezas de Cristo en otros cada vez que la iglesia se reúna. Es preciso que se produzca tal avivamiento entre todas las iglesias. Tenemos que cumplir con nuestra responsabilidad y nuestro deber. Hoy nuestro deber consiste en perfeccionar a otros. Tenemos que salvar a las personas, nutrirlas, enseñarles, ayudarles a crecer e introducirlas en las reuniones de la iglesia. Esto no tiene nada que ver con edificar una congregación, sino con edificar el Cuerpo de Cristo de una manera orgánica.

Los profetas

Podemos ver un modelo de lo que es profetizar en 1 Corintios 14. El versículo 3 dice: “El que profetiza habla a los hombres para edificación, aliento y consolación”. Esto es un modelo. En los versículos 24 y 25, él dice que el profetizar convence a las personas y las examina. Cuando hablamos la palabra con una motivación pura sin la intención de juzgar a los demás, nuestras palabras serán usadas por el Señor para convencerlos y examinarlos, y para hacerles manifiesta su condición. Una vez que su condición les sea manifestada, ellos reconocerán que Dios está entre nosotros. Si Dios no estuviera entre nosotros, ¿cómo podría la condición de un incrédulo o un indocto serle manifestada a él si ni siquiera lo conocemos? Esta manera de profetizar ministra a Dios a los oyentes y los conduce a Dios.

Los evangelistas

Hechos 8 nos presenta un modelo de los evangelistas. El versículo 4 dice que todos los santos de Jerusalén que fueron esparcidos, fueron por todas partes a predicar el evangelio. Ciertamente su predicación incluía el hecho de visitar a las personas. Estos santos no tenían un salón de reuniones donde reunir a una multitud para predicarles el evangelio. Ellos fueron por todas partes visitando a las personas y llevándoles las buenas nuevas. Felipe el evangelista también fue a predicar el evangelio (v. 5). Mientras iba en el camino, le predicó el evangelio a un eunuco etíope y lo bautizó. Él no lo bautizó en un baptisterio, sino en un lugar donde había agua cerca del camino. Los bautismos de los primeros creyentes no tenían reglas ni eran rituales. Ellos hicieron lo que resultara más conveniente en el lugar donde estaban.

Los pastores y maestros

Las Escrituras también nos muestran el modelo de los pastores y maestros. La conversación que el Señor tuvo con Pedro en Juan 21:15-17 nos muestra que si nosotros amamos al Señor, debemos apacentar Sus corderos, pastorear Sus ovejas y apacentar Sus ovejas. En Mateo 28:20 el Señor les encargó a los discípulos que enseñaran a aquellos que habían sido bautizados. Ellos debían enseñarles que guardaran todo lo que el Señor les había mandado. Ésta es la obra de perfeccionamiento que realizan los pastores y maestros.

Debemos cooperar con el Señor para salir a visitar a las personas. Los resultados dependerán de Él. Espero que muchos de nosotros hagamos un voto con el Señor para dedicarle seis horas a la semana para seguir el camino bíblico a fin de que el Señor pueda edificar Su Cuerpo orgánico.


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