Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7893-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7893-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
En la Biblia no encontramos la palabra saturar con relación a la santificación. Sin embargo, sí tenemos las palabras transformados, conformados y glorificados, las cuales implican ser saturados. Si no somos saturados del elemento divino no podemos ser transformados, conformados y glorificados. La obra de transformación, conformación y glorificación no ocurre objetivamente, es decir, fuera de nosotros. Más bien, es muy subjetiva, es algo que ocurre en nuestro interior. Por tanto, esta obra requiere que seamos saturados del elemento divino de Dios. A medida que el Señor nos satura, somos transformados en nuestra alma, somos hechos conformes a Su imagen y somos transfigurados en nuestro cuerpo, es decir, glorificados.
En 1 Tesalonicenses 5:23 se nos dice: “El mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. En virtud de la obra de saturación que el Señor efectúa, seremos transformados y glorificados; es decir, seremos santificados en todo nuestro espíritu, alma y cuerpo. Desde el día en que el Señor entró en nosotros, Él ha sido en nosotros el elemento que nos satura. Podríamos comparar la saturación que el Señor efectúa con la tinta que se difunde. Si inyectamos una gota de tinta en el centro de una bola de algodón, la tinta se difundirá desde el centro hasta que sature e impregne toda la bola. Esto es un cuadro de la transformación y la glorificación. El Dios Triuno como gloria ha sido “inyectado” en nosotros, y Él ahora está a la espera de una oportunidad para esparcirse, saturar e impregnar nuestro ser. Primero, Él entró en nuestro espíritu; luego, Él se extiende desde nuestro espíritu a nuestra alma para transformarla. Finalmente, Él se extenderá desde nuestra alma hasta nuestro cuerpo mismo. Cuando seamos glorificados, experimentaremos la plena redención, la redención no sólo de nuestro espíritu y nuestra alma, sino también de nuestro cuerpo (Ro. 8:23).
Efesios 3:16-17a y 19b dicen: “Para que os dé, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu; para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe, [...] para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”. Cuando nuestro hombre interior, nuestro espíritu, es fortalecido por el Espíritu, le damos más cabida al Espíritu y Cristo ocupa y hace Su hogar en todas las partes de nuestro corazón. Como resultado de esto, todo nuestro ser es lleno hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Este proceso equivale a que seamos saturados e impregnados de Dios. De esta manera, somos transformados y glorificados. El primer paso de la santificación consiste en que somos guardados del pecado, y el segundo en que somos apartados del mundo. Luego, somos saturados e impregnados del Espíritu Santo en nuestro interior. Gradualmente, somos transformados en nuestra alma y, a la postre, seremos transfigurados en nuestro cuerpo, es decir, glorificados. La glorificación es el paso final y máximo de la santificación. En aquel tiempo seremos santificados entera y cabalmente en nuestro espíritu, alma y cuerpo. Seremos uno con el Señor en gloria y nos encontraremos con Él en gloria a Su regreso. Éste será el resultado de nuestra plena santificación. Hoy en día nosotros estamos bajo el proceso de la santificación diaria.
Las dos epístolas escritas a los tesalonicenses hablan de la segunda venida de Cristo (1 Ts. 1:10; 2:19; 3:13; 4:15; 5:23; 2 Ts. 1:10; 2:1). En los versículos anteriores la palabra griega traducida “venida” es parusía, la cual también significa “presencia”. La manera en que podemos estar en la presencia del Señor a Su venida es al ser plenamente santificados. Es posible que sintamos que nuestra condición es aceptable, pero si fuésemos a estar delante de la presencia del Señor hoy, nos lamentaríamos porque hay demasiadas partes en nuestro ser interior que todavía no han sido santificadas. Únicamente podremos estar en paz en la presencia del Señor cuando seamos cabalmente saturados, impregnados y santificados, pues en aquel tiempo nada de lo que hay en nuestro interior nos será motivo de vergüenza. Tenemos que ser plenamente santificados, desde adentro hacia afuera, hasta que cada parte interna esté llena de Cristo y sea introducida en la nueva creación. Entonces tendremos el denuedo y la plena paz para estar delante de Él en Su parusía, en Su presencia. Esto no sólo tiene que ver con la santificación posicional, es decir, un cambio en nuestra posición. Tiene que ver aún más con la santificación en cuanto a la manera de ser, un cambio en nuestro modo de ser. Necesitamos un cambio en nuestra naturaleza, en nuestra manera de ser, y todo nuestro ser tiene que ser transformado.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.