Estudio-vida de Josué, Jueces y Rutpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6224-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Josué envió dos espías a espiar la buena tierra, especialmente la ciudad de Jericó (v. 1a). El verdadero propósito que cumplía Josué al enviar a los espías era el de encontrar a Rahab.
Los versículos del 1b al 22 hablan de cómo Jehová proveyó a Rahab la ramera. Dios proveyó a Josué para que fuese ganada la tierra. Sin embargo, todavía se hizo necesaria una mujer gentil para la propagación de Cristo, y para este fin, Dios proveyó a Rahab la ramera.
Rahab creyó en el Dios de Israel (vs. 8-11; He. 11:31a). Rahab le dijo a los espías que ella sabía que Jehová le había dado la tierra al pueblo de Israel y que todos los habitantes de dicha tierra desfallecían delante de ellos. Ella además relató que habían oído cómo Jehová hizo secar las aguas del mar Rojo delante de Israel cuando salieron de Egipto y lo que habían hecho con los dos reyes de los amorreos, Sehón y Og, a quienes ellos destruyeron por completo. Luego Rahab declaró: “Jehová vuestro Dios, Él es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Jos. 2:11b). Debido a su fe en Dios, ella “no pereció juntamente con los desobedientes” (He. 11:31a).
Rahab se volvió a Israel y al Dios de Israel, y puso su confianza en Él y en Su pueblo (Jos. 2:12-13). Ella pidió a los espías que trataran con bondad a la casa de su padre y que le dieran una señal como garantía de que conservarían la vida a su padre, su madre, sus hermanos y hermanas, librándolos de morir. Ella se comprometió con ellos y les suplicó tuvieran misericordia de ella. Esto indica que ella se volvió de todo corazón no solamente a Dios, sino también al pueblo de Dios.
Rahab estuvo dispuesta a recibir a los espías, esconderlos y librarlos mediante todo lo que hizo a causa de su fe (vs. 1b-7, 15-16, 22; Jac. 2:25). El hecho de que ella los recibiera, los escondiera y los librara de sus enemigos fueron actos de fe. Esto indica que su fe era una fe activa. Después de recibir a los espías, ella tuvo muy buena comunión con ellos respecto a lo que Dios se había propuesto realizar.
Josué 2:17-21 habla de la señal en virtud de la cual Rahab y su casa fueron salvos.
Los espías le dijeron a Rahab que debía colgar una cuerda de hilo escarlata de la ventana de su casa (v. 18). Conforme a la palabra de ellos, “ella ató la cuerda escarlata a la ventana” (v. 21).
La cuerda de hilo escarlata atada a la ventana de la casa de Rahab se colgó donde todos pudiesen verla; estaba allí a la vista de todos. Por tanto, la cuerda de hilo escarlata atada a la ventana tipifica hacer confesión pública de la sangre redentora de Cristo (1 P. 1:18-19). Rahab hizo tal confesión pública y creyó que por esta señal ella y su familia serían liberadas.
Esta señal para la salvación de Rahab y su familia indica la salvación de la familia ofrecida por Dios a los pecadores gentiles (Hch. 16:31). Alabamos al Señor por Su maravillosa salvación de toda la familia. Hechos 16:30 y 32 revelan que si bien la salvación efectuada por el Señor deberá ser experimentada por el creyente como individuo, la unidad completa de Su salvación es la familia. Esto también se halla ilustrado por lo ocurrido con toda la familia de Noé (Gn. 7:1, 13) y con las familias de Israel (Éx. 12:3-4). El caso de la familia de Rahab nos confirma que la familia, la casa, es la unidad completa de la salvación que Dios efectúa. En el Nuevo Testamento, el principio de la salvación de la familia se halla ilustrado por la casa de Zaqueo (Lc. 19:5-6, 9), la casa de Cornelio (Hch. 11:13-14; 10:24, 44, 48), la casa de Lidia (16:14-15) y la casa del carcelero de Filipos (16:32-33).
Rahab era una cananea que estaba bajo condenación y debía ser destruida, pero ella se convirtió en uno de los antepasados principales de Cristo —asociada con Cristo en Su encarnación para el cumplimiento de la eterna economía de Dios— al volverse a Dios y a Su pueblo así como al casarse con Salmón (Mt. 1:5a), quien era hijo de uno de los líderes de Judá, una tribu principal de Israel (1 Cr. 2:10-11), y probablemente uno de los dos espías.
Josué 2 concluye con el regreso de los dos espías y su informe (vs. 23-24). Ellos le relataron a Josué todo cuanto les sucedió, diciéndole que Jehová había entregado toda la tierra en manos de Israel y que todos los habitantes de dicha tierra desfallecían delante de Israel. El informe de los espías era acertado y fue hablado en fe; no obstante, Israel todavía tenía que tomar posesión de la tierra por fe en Dios, sacrificándose por causa de los intereses de Dios a fin de tener parte en lo que Dios había obtenido para el cumplimiento de Su economía eterna.
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