Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2853-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Pablo dijo en Filipenses 3:10 que deseaba conocer la comunión en los padecimientos de Cristo. Esto significa que él deseaba participar de Sus sufrimientos. Si el Señor hubiera permanecido en los cielos, nunca habría llegado a ser un hombre que sufría en la tierra. Entonces habría sido imposible que se produjera la iglesia, el Cuerpo de Cristo. El Cuerpo se produce mediante los padecimientos de Cristo. Cristo padeció no sólo por nuestra redención, sino también para que se produjera el Cuerpo. Sin embargo, el Cuerpo aún no se ha producido completamente. Las aflicciones de Cristo aún no han sido completadas. Es por eso que Pablo dijo: “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y de mi parte completo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por Su Cuerpo, que es la iglesia” (Col. 1:24). Pablo completó lo que faltaba de las aflicciones de Cristo por amor a Su Cuerpo. Sin embargo, no debemos pensar que el Cuerpo de Cristo haya sido completado. Incluso hoy en día, nosotros debemos completar el Cuerpo, padeciendo las mismas aflicciones que el Señor Jesús padeció como hombre.
Pablo era muy religioso antes de ser salvo. Después fue salvo y llegó a ser una persona muy espiritual. Yo incluso diría que él obtuvo el logro más elevado de espiritualidad. Sin embargo, no se detuvo allí. Al parecer perdió toda su espiritualidad para sufrir por el Cuerpo de Cristo. Hoy hay muchos que supuestamente son siervos del Señor, quienes nunca han tenido que trabajar en trabajos seculares ni en los negocios del mundo. Una vez que empiezan a servir al Señor, nunca más estarían dispuestos a regresar a ningún tipo de negocio. Sin embargo, ¿se había dado usted cuenta de que Pablo trabajó en el oficio de hacer tiendas aun después de que alcanzó el logro más elevado de espiritualidad? Él no hacía tiendas para su propio uso. Él las hacía para venderlas a otros. Pablo pudo haber sido criticado por esto, lo cual probablemente le causó sufrimiento. Después de haber alcanzado un logro tan elevado de espiritualidad, ¡él continuó haciendo tiendas para venderlas! No obstante, él estaba completando lo que faltaba de las aflicciones de Cristo por Su Cuerpo.
Ciertamente no podemos participar en los sufrimientos que Cristo experimentó para efectuar la redención. Sin embargo, sí debemos participar en los sufrimientos de Cristo que producen el Cuerpo. Continuemos examinando la situación del apóstol Pablo. Él era un fariseo en la religión judía, una posición que muchos respetaban y honraban. Sin embargo, él la dejó y se hizo cristiano. Más aún, como cristiano, él llegó a la cumbre de la espiritualidad. Los judaizantes no eran los únicos que no estaban edificando el Cuerpo de Cristo, pues también muchos que se llamaban obreros cristianos no estaban haciendo las cosas apropiadas que producen y edifican el Cuerpo de Cristo. Así que, Pablo era el único en el mundo gentil que estaba dispuesto a padecer por el Cuerpo del Señor. Él fue criticado y perseguido por esto; algunos incluso trataron de matarlo. Él sufría estas cosas para completar lo que faltaba de las aflicciones de Cristo por Su Cuerpo.
Ahora examinemos la situación actual. El cristianismo no se diferencia en nada del judaísmo. Es muy respetado y honrado, pero no muestra ningún interés por el Cuerpo de Cristo. Muchos predicadores han abandonado las denominaciones, pero únicamente se preocupan por su propio ministerio y muestran muy poca preocupación por el Cuerpo de Cristo. Debido a esto, ellos no sufren por el Cuerpo.
Debido a que el Señor ha puesto en nosotros una carga por el Cuerpo, no podemos evitar el sufrimiento. Nos vemos obligados a adoptar una postura especial, una postura que es completamente diferente del cristianismo y los grupos libres. Por supuesto, esto hace que se levanten muchas críticas y oposición contra nosotros. Sin embargo, éste es el sufrimiento que produce el Cuerpo.
Tal vez pensemos que amamos al Señor; pero cuando empecemos a padecer por Su Cuerpo, el amor entre nosotros y el Señor se tornará dulce sobremanera. Nos sentiremos enfermos de amor, y les diremos a otros que nuestro Señor Jesús es completamente deseable. Estaremos más conscientes de Su amor y de Su hermosura. Aprenderemos que no importa cómo nos sintamos, el Señor siempre está en nosotros. Sea que nos percatemos de Su presencia o no, Él aún está allí. Por medio de estas experiencias, vendremos a ser una ciudad que es la morada de Dios, la habitación de Dios, y también un ejército que resiste al enemigo de Dios. Esto entonces hará que se cumpla el propósito de Dios en nosotros.
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