Significado del candelero de oro, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1338-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Debe impresionarnos profundamente el hecho de que el candelero de oro, así como también el tabernáculo, es la iglesia; esto significa que la iluminación se halla únicamente en la iglesia. Fuera de la iglesia ciertamente está la luz del “sol” y de la “luna”, pero no la luz del candelero de oro. Fuera de la iglesia tenemos la perspectiva natural, pero no la luz de la revelación que proviene únicamente del candelero de Dios. Por esta razón, no sólo los inconversos sino incluso muchos cristianos no saben qué es la economía de Dios y Su administración. Esto se debe a que ellos no están en el Lugar Santo; no están delante del trono de Dios ni bajo el resplandor de las siete lámparas. La iluminación de las siete lámparas se encuentra en el Lugar Santo. Repito: el candelero de oro es la iglesia, y el tabernáculo también es la iglesia; esto significa que la luz del candelero está en la iglesia.
Permítanme darles un pequeño testimonio. Yo fui salvo en el cristianismo tradicional. En aquel tiempo, únicamente me enseñaron que yo era un pecador y que podía ir al cielo si creía en el Señor. Más tarde, me reuní con la Asamblea de los Hermanos y aprendí la Biblia. Llegué a tener mucho conocimiento sobre ella, pero aun así no aprendí nada acerca de la economía de Dios y Su administración, pues los Hermanos no tenían luz acerca de esto. Ellos enseñaban que debemos obedecer la voluntad de Dios en todo detalle; por ejemplo, los niños deben intentar, lo mejor que puedan, buscar la voluntad de Dios para que sepan cómo obedecer a sus padres. Además, enseñaban que cuando los jóvenes estén a punto de ingresar a la preparatoria, también debían buscar la voluntad de Dios. Tal vez haya varias preparatorias en su ciudad, así que deben orar buscando la voluntad de Dios para decidir a cuál de ellas deben asistir. Con el tiempo, cuando lleguen a la edad de casarse, deben orar: “Oh Señor, te pido que me hagas saber claramente cuál es la compañera que Tú me das. ¿Es ella de la familia Lee, Chang, Wang o Liu?” También me enseñaron a orar cuando compraba un par de zapatos: “Oh Señor, quieres que compre unos zapatos de tela o de piel? ¿Qué clase de zapatos quieres que use conforme a Tu voluntad?” En aquel tiempo, pensaba que era muy bueno y significativo orar para preguntarle a Dios concerniente a Su voluntad a fin de escoger una escuela, seleccionar una esposa y aun comprar un par de zapatos. Gracias al Señor que más tarde El me trajo a la iglesia. El primer día que llegué a la iglesia, vi la luz. No era la luz del sol ni de la luna, sino la luz de las siete lámparas del candelero de oro. Lo que vi no estaba relacionado con comprar zapatos de piel o de tela, ni con decidir entre las familias Lee, Chang o Liu. En lugar de eso, vi el propósito eterno de Dios; vi la administración eterna de Dios y Su economía. ¡Esa fue una visión tremenda! Después de recibir esta visión, comprendí que puedo usar zapatos de piel o de tela, con tal que sean apropiados. La voluntad de Dios no es un asunto de decidir entre zapatos de tela o de piel, sino que se relaciona directamente con Su administración, Su economía.
Hermanos y hermanas, si no creen lo que les digo, abandonen las iglesias del recobro del Señor, reúnanse en una denominación y traten de ver si son capaces de permanecer allí por medio año. Puedo garantizarles que en esa situación, cuanto más vayan al servicio dominical, más espesos se volverán los velos de ustedes y más confusos estarán. No recibirán ni siquiera un poco de luz. En cambio, muchos pueden testificar que tan pronto como entraron a las reuniones de la iglesia, la luz brilló, su mente fue iluminada y recibieron entendimiento, no acerca de usar zapatos de tela o de piel, sino respecto a la administración de Dios y Su economía. Vieron que el trono de Dios está aquí y que hay siete lámparas de fuego ardiendo delante del trono. ¿Qué clase de luz es ésta? No es la luz del cielo, la luz natural, sino la luz del Lugar Santo.
Espero que usemos la expresión: “la luz del Lugar Santo”. La luz del candelero de oro es la luz del Lugar Santo, no la luz del cielo ni del sol ni de la luna, ni algo natural. La luz del Lugar Santo procede del aceite de oliva que arde en el candelero de oro. Hoy el Lugar Santo es la iglesia. En otras palabras, la iglesia es el candelero y también el Lugar Santo. El hecho de que el candelero esté en el Lugar Santo significa que la iglesia está en la iglesia; esto resulta ser una frase peculiar, pero podemos confirmarlo con nuestra experiencia. El Salmo 73 relata que el salmista vio una situación que lo confundió y que no pudo comprender. Cuanto más veía esa situación, más confuso estaba; cuanto más la analizaba, menos la entendía. Finalmente dijo: “Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos” (vs. 16-17). Este pasaje muestra que él entendió cuando entró en el santuario, en el Lugar Santo. De igual manera, muchos de nosotros podemos testificar: “Una vez que entré en la iglesia, entendí”. A menudo enfrentamos problemas y permanecemos perplejos después de examinarlos por largo tiempo; no obstante, una vez que vamos a las reuniones, inmediatamente lo entendemos todo. ¿Ha tenido usted esta experiencia? Puedo testificar que en miles de ocasiones he estado bajo presión, confuso, casi perdido y sin entendimiento, pero cuando iba a las reuniones, entendía todo plenamente. ¿A qué se debe esto? Se debe a que en el Lugar Santo está la iluminación de las siete lámparas.
Actualmente en ciertos lugares, especialmente en los Estados Unidos, algunas personas se molestan cuando nos oyen afirmar que somos la iglesia. Proclamamos abiertamente que somos la iglesia en Anaheim, somos la iglesia en Los Angeles, y somos la iglesia en San Francisco. Tal declaración punza los oídos de muchos que están en las denominaciones. Ellos dicen: “¿Acaso no adoramos también nosotros a Dios? ¿No creemos en el Señor Jesús? ¿No tenemos la Biblia? ¿No oramos? ¿No dependemos de la sangre preciosa de Cristo? ¿Por qué han de ser ustedes la iglesia y nosotros no?” No queremos debatir acerca de esto, pues el hecho de que seamos o no la iglesia, no depende de ningún argumento. Por ejemplo, yo soy Witness Lee, pero otra persona puede decir: “¿Sólo usted es Witness Lee? ¿No soy yo también Witness Lee?” A pesar de que él discuta acaloradamente y se enoje, yo seguiré siendo Witness Lee, y él simplemente no lo será. Si uno es algo, sencillamente lo es, y si no lo es, simplemente no lo es. No tiene caso argüir. Del mismo modo, las denominaciones dicen ser la iglesia; sin embargo, las personas que van allí se confunden. Incluso si ellos colgaran un letrero que dijera: “Somos la iglesia”, las personas que asisten allí saben que ese lugar está completamente oscuro y que no hay luz. Ni la iglesia en Anaheim ni la iglesia en Los Angeles tiene un letrero que diga: “Somos la iglesia”, pero cientos de personas que han venido a estas iglesias, han dicho: “¡Ahora entiendo!” Una vez que asisten a las reuniones de la iglesia, ven la luz. El factor decisivo para afirmar que un grupo de creyentes sea la iglesia consiste en que esté allí el candelero y que la luz brille en las reuniones. No es cuestión de reclamar ser la iglesia, sino de que las personas verdaderamente toquen la luz en las reuniones.
Quizás en cierto lugar haya un predicador nato, que por nacimiento tenga una gran elocuencia, una voz sonora y una enunciación excelente. Además, predica de manera clara y lógica, y menciona en todo momento las Escrituras. Todo esto es atractivo y placentero para la audiencia, como música a sus oídos. Pero aunque las personas sean conmovidas al escucharlo, es posible que no reciban luz ni visión alguna. Por el contrario, en las reuniones de la iglesia quizás un hermano no sólo hable tartamudeando sin presentar el tema claramente, sino que las personas también tienen dificultad en escucharlo; no obstante, la luz está allí y los ilumina intensamente. La elocuencia es una cosa, pero la luz es otra.
Confío en que muchos de nosotros hemos tenido esta experiencia. Cuando vamos a las reuniones de la iglesia, aun antes de leer la Biblia, ¡en el instante en que nos sentamos, somos iluminados! ¡Tenemos claridad! No sólo entendemos claramente si debemos usar zapatos de piel o de tela, sino que además recibimos luz con respecto al curso que debemos seguir en nuestra vida. Por lo tanto, el hecho de ser o no la iglesia, no depende de la elocuencia, de un discurso conmovedor, ni de gran sabiduría o enseñanzas, sino de que estén presentes las siete lámparas resplandecientes. Esta no es una luz fabricada por el hombre, ni la luz del sol ni de la luna, sino la luz de las siete lámparas del candelero que está en el Lugar Santo. En la actualidad, no sólo los cristianos típicos sino incluso muchos pastores, predicadores y profesores de seminarios bíblicos, no conocen el significado de la vida humana ni entienden la administración de Dios y Su economía. Sin embargo, puedo garantizarles que al entrar en la esfera de la iglesia, al sentarnos en las reuniones, ciertamente tendremos claridad en nuestro interior. Entenderemos qué es la vida humana y conoceremos la voluntad de Dios. Conoceremos no sólo la economía de Dios, sino también la era en la que estamos hoy. Esto se debe a la luz que brilla en el Lugar Santo.
Valoro mucho esta expresión: ¡la luz en el Lugar Santo! “Cuando pensaba, tratando de entender esto, fue difícil para mí, hasta que entré en el santuario de Dios; entonces comprendí el fin de ellos” (Sal. 73:16-17, Biblia de las Américas). Al entrar en el Lugar Santo, entendemos. Esto se debe a que en el Lugar Santo está el trono, Aquél que se sienta en el trono y la presencia misma de Dios; y delante del trono de Dios resplandecen las siete lámparas de fuego que arden. Al entrar en esta esfera, inmediatamente entendemos el propósito eterno de Dios, Su beneplácito y Su economía, así como también sabemos qué camino seguir en la jornada puesta ante nosotros. Esto se debe a la luz que está en el Lugar Santo.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.