Lecciones de la verdad, nivel uno, tomo 1por Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-242-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Génesis 32:22-32 relata una experiencia crucial en la vida de Jacob. La experiencia de Jacob en este capítulo es práctica, personal e íntima. El Señor en forma de hombre luchó con Jacob “hasta que rayaba el alba” (v. 24). El hizo esto a fin de exponer la vida natural de Jacob. Al rayar el alba, el hombre tocó el sitio del encaje de su muslo y Jacob fue lisiado. Jacob le pidió al hombre que le bendiciera, pero el hombre le preguntó a Jacob: “¿Cuál es tu nombre?” El Señor quería que Jacob se conociera a sí mismo; entonces el hombre cambió su nombre por Israel. El significado principal de Israel es luchador con Dios, y el significado secundario es el príncipe de Dios.
En Génesis 35 Dios le dijo a Jacob que fuera a Bet-el, entonces Jacob tomó toda su familia y se fue. Antes de salir para Bet-el, sin embargo, tuvieron un minucioso despeje separándose de sus dioses ajenos, purificándose a sí mismos, y cambiando sus vestiduras, eso es, su manera de vivir (v. 2). Al llegar a Bet-el, Jacob edificó un altar. Allí Dios se le apareció y de nuevo cambió su nombre por Israel. Y Jacob erigió un pilar de piedra y derramó encima de ella una libación y aceite. El llamó el nombre del lugar, Bet-el (vs. 14-15).
Cuando Jacob oyó en su vejez que José había llegado a ser príncipe sobre toda la tierra de Egipto, ¿cuál fue su reacción? Se dice que su corazón se entumeció, pero que su espíritu fue revivido (Gn. 45:26-27, heb.). Su vida del alma estaba amortecida, pero su espíritu y su alma habían sido divididos. Así que, cuando él oyó las buenas nuevas concernientes a José, su reacción era que su corazón se entumeció, sin embargo su espíritu se revivió.
Después de que Jacob llegó a Egipto él no mendigó nada. Sin embargo, cuando él era joven, él no sólo mendigaba sino también suplantaba a otros.
La señal más fuerte de la madurez de Jacob era que el bendecía a otros. Después de llegar a Egipto, él bendijo a Faraón (Gn. 47:7, 10). Según Hebreos 7:7: “el menor es bendecido por el mayor”. Por eso, el hecho de que Jacob bendijo a Faraón era prueba de que él era más grande que Faraón. Jacob también bendijo a José y los dos hijos de José y todos sus hijos, uno por uno, y hasta profetizó por medio de su bendición (Gn. 49:1-28).
La biografía de José indica que él no tenía defectos y era completamente perfecto. José significa el aspecto reinante de un santo madurado, el Israel madurado.
Génesis 37:2 dice: “Esta es la historia de la familia de Jacob”. Luego, pasa a hablarnos de la vida de José. Esto prueba que la vida de José era parte de la generación de Jacob.
Las biografías de José y Jacob están mezcladas juntas en Génesis porque son, en realidad, la biografía de una persona y no de dos.
José fue vendido a Egipto por sus hermanos, y luego fue encarcelado debido a la acusación falsa de la esposa de Potifar, el capitán de la guardia, pero Dios estaba con él. Después, Faraón soñó, pero nadie aparte de José pudo interpretar sus sueños. Faraón se dio cuenta de que el Espíritu de Dios estaba en él y que él era discreto y sabio, así que Faraón le puso sobre toda la tierra de Egipto (Gn. 41:38-41). El reinar de José era, en realidad, el reinar de Jacob a través de José.
La raza llamada empezó con Abraham, pasó a través de Isaac, y fue completada con Jacob. Aunque Abraham tuvo un buen comienzo al ser llamado, no hay registro de que él fuera escogido o que él alcanzara la vida máxima y madurada. Para esta realización, Abraham necesitaba a Jacob. En Jacob vemos que el llamado fue escogido mucho antes de su nacimiento; en él también vemos la madurez en la vida. Sus manos fueron manos de suplantación, pero en su vejez, sus manos llegaron a ser manos de bendición. Jacob llegó a ser plenamente maduro. El llegó a un nivel de madurez de tal manera que estaba reinando sobre toda la tierra. (El reinar de José fue el reinar de Jacob). En la vida de Jacob, sin embargo, no podemos ver el llamamiento y el vivir por la fe. El era una persona sin fe; él suplantaba a todo. Más aún, en tanto Abraham como en Jacob no podemos ver el heredar de la gracia, ni el reposar y disfrutar. Isaac era uno que no tenía que laborar ni luchar. El solamente heredaba, reposaba y disfrutaba. En Isaac, sin embargo, no podemos ver la selección, el llamamiento y la madurez en la vida.
Si juntamos todas las experiencias de Abraham, Isaac y Jacob, vemos un cuadro claro de la experiencia completa de uno que ha sido llamado. En ellos vemos la selección de Dios, el llamamiento de Dios, la justificación por la fe, el vivir en comunión con Dios, el heredar de la gracia, el reposar y el disfrutar, la transformación en la vida y la madurez en la vida.
Desde Abraham hasta José, la Biblia presenta un retrato completo de una persona escogida por Dios, desde su llamamiento por Dios hasta la madurez en vida. En Abraham, vemos el llamamiento de Dios, la justificación por la fe, el vivir por la fe y el morar en comunión con Dios. En Isaac, vemos la herencia de la gracia y también el reposo y disfrute logrados mediante la gracia. En Jacob, vemos el escoger de Dios, la transformación en la vida, y la madurez en la vida. En José, vemos el aspecto del reinar en la madurez de vida.
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