Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7126-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Las actividades de un hombre son en su totalidad una historia del corazón. La expresión distraído significa que el corazón está inactivo; una persona distraída come sin gustar los alimentos, oye sin entender y mira sin ver. Dios es Espíritu, y Él desea entrar en nuestro espíritu y extenderse desde nuestro espíritu. Sin embargo, si nuestro corazón permanece cerrado y no coopera con Él, Dios no podrá extenderse en nosotros. Por lo tanto, tenemos que aprender a disciplinar nuestro corazón: nuestra mente, parte emotiva, voluntad y conciencia. Nuestra mente necesita ser sobria y no confusa, nuestra parte emotiva necesita ser amorosa y no distraída, nuestra voluntad necesita ser suave y sumisa para con Dios, y nuestra conciencia necesita estar en paz sin ningún sentimiento de condenación. Debemos aprender a disciplinar nuestra alma hasta que nuestra mente sea sobria y ya no vague, hasta que nuestra parte emotiva ame a Dios y se incline por Él, hasta que nuestra voluntad sea suave y capaz de sujetarse a Dios, y hasta que nuestra conciencia esté en paz sin ningún sentimiento de condenación. Si podemos disciplinar nuestro corazón en estos cuatro aspectos hasta que sea sobrio, amoroso, suave y esté en paz, tendremos un corazón apropiado delante de Dios y podremos cooperar con Dios de la mejor manera.
Si no tenemos ningún deseo ni disposición de seguir este camino, toda la comunión anterior no tendrá ningún valor. Pero si deseamos seguir este camino y verdaderamente estamos dispuestos a tener comunión con Dios, a tocarle y conocerle en vida, y a entregarnos para seguir este camino, debemos creer que esta comunión nos guiará paso a paso. Cuando decidimos seguir este camino y tener esta clase de vivir, es muy crucial que continuamente nos ejercitemos para volvernos a nuestro espíritu.
Por ejemplo, podemos tener el pensamiento de ir a cierto lugar a predicar el evangelio, a visitar a cierto santo o a hacer otras cosas. En ese momento debemos volvernos de nuestra mente a nuestro espíritu para ponernos en contacto con el sentir del espíritu. No debemos dejar que nuestra mente haga sugerencias; antes bien, debemos permitir que el espíritu haga las sugerencias. Debemos volvernos al espíritu y ponernos en contacto con el sentir interior. Si nos sentimos cómodos en nuestro espíritu y sentimos paz en nuestro interior, entonces podremos seguir adelante.
Cuando amamos a alguien o algo, nuestra parte emotiva se conmueve y nuestros afecto es despertado. Sin embargo, aún debemos volver nuestro amor, nuestro afecto y nuestro propio ser, de nuestra parte emotiva a nuestro espíritu para llegar a conocer el sentir del espíritu. Si nuestro espíritu nos da su aprobación y está en paz, debemos expresar dicho amor, pero si lo desaprueba, debemos detenernos. Quizás haya miles de razones para justificar nuestra decisión de amar, pero si nuestro sentir interior no se siente cómodo ni tampoco está de acuerdo, debemos detenernos. Nunca debemos permitir que las razones externas derroten el sentir interior. Lo mismo se aplica a la voluntad. Cuando estamos decidiendo sobre cierto asunto, primero debemos volvernos a nuestro espíritu, desechar nuestra decisión, y ponernos en contacto con el sentir interior. Si el sentir interior está en paz, podemos aceptar la decisión, pero si no está en paz, debemos entonces renunciar a ella.
Esta lección es básica y requiere aprendizaje y ejercicio. Debemos ejercitarnos de esta manera en los asuntos grandes y pequeños de nuestra vida diaria. Cuando vayamos a decir algo, debemos volvernos a nuestro interior y discernir el sentir en nuestro espíritu. Cuando estemos a punto de tomar una decisión, debemos volvernos a nuestro interior y ponernos en contacto con el sentir en nuestro espíritu. Cuando nos relacionemos con los demás, debemos volvernos a nuestro interior y ponernos en contacto con el sentir en nuestro espíritu. Incluso cuando leamos la Biblia, debemos volvernos a nuestro interior y tocar el sentir en nuestro espíritu y ejercitarnos para no ejercitar simplemente nuestra mente mientras leemos. Al orar con los santos en las reuniones o solos en casa, también debemos discernir el sentir en nuestro espíritu y no orar interminablemente. Debemos desechar y abandonar muchas otras cosas, y volvernos al sentir interior. Si siempre permanecemos en una esfera externa, nuestros sentimientos en su mayoría serán externos cuando nos pongamos de rodillas para orar. Entonces oraremos por los entrenamientos, por las personas y por la obra. Sin embargo, cuando nos arrodillemos debemos aprender a retirarnos a nuestro espíritu y orar cuando sintamos que algo se mueve en nuestro interior. Si nada se mueve en nuestro interior, entonces no debemos orar. Sólo la oración que proviene del sentir interior es lo que Dios desea. Debemos laborar en esto y aprender esta seria lección.
Debemos detener todas nuestras actividades y permitir que el Espíritu tenga la oportunidad de moverse en nosotros. Si estamos dispuestos a aprender esta lección, gradualmente descubriremos que necesitamos morir en muchas áreas. La muerte detiene todas nuestras actividades. Necesitamos morir en la manera en que nos relacionamos con los santos, morir a nuestras preferencias e incluso morir en nuestra lectura de la Biblia y en nuestra práctica de orar. Dios también levantará un entorno acorde con este aprendizaje interno, de modo que experimentemos la disciplina del Espíritu Santo en nosotros. Él operará en nosotros por dentro y por fuera de nosotros, dándonos muerte y aniquilándonos una y otra vez.
Si estamos dispuestos a avanzar de esta manera, habrá más constitución espiritual en nosotros a medida que pasa el tiempo. En nuestra experiencia práctica podremos discernir la obra de la ley de vida en cada parte de nuestro ser. Sólo entonces sabremos lo que es del alma y lo que es del espíritu, sólo entonces discerniremos entre el espíritu humano y el alma, y sólo entonces viviremos en el espíritu, y no en el alma, es decir, viviremos no por nosotros mismos sino por Dios. Entonces iremos por buen camino con respecto a los asuntos espirituales. En un sentido estricto, es sólo entonces que realmente empezará nuestro vivir espiritual.
Si creemos que alguien es espiritual porque es ferviente por el Señor, porque tiene un buen comportamiento, es piadoso y restringido y porque continuamente se esfuerza por ser mejor, por llevar una vida religiosa y por hacer cosas buenas, somos demasiado superficiales. Debemos comprender que esta clase de vida ferviente, piadosa y religiosa en la cual uno se cultiva a sí mismo es simplemente anímica y fabricada por el hombre. Simplemente se asemeja al vivir de un cristiano. Si nuestro vivir es según este fervor y religión, y se centra no sólo en la mejora de uno mismo, sino también en ser piadoso y bueno, podemos decir que llevamos una vida religiosa, no una vida espiritual. Este vivir proviene del conocimiento natural y de los conceptos naturales, no de la vida de Dios expresada en nuestro vivir.
Mediante el ejercicio constante de volvernos a nuestro espíritu, podremos gradualmente discernir lo que significa llevar una vida buena basada en mejorar la conducta, y veremos que esta clase de vivir es completamente diferente del vivir que proviene de la vida. Que el Señor nos bendiga.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.