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Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7182-7
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IV. LOS MÚLTIPLES DONES

Una iglesia es como una familia. No sólo debe tener a los que son competentes en todo, sino también a los que son dotados en todas las áreas. Las hermanas que son amas de casa conocen las grandes necesidades que tiene una familia. El padre y la madre deben ser capaces de hacerlo todo en la casa. Ellos tienen que saber cocinar, coser, lavar, planchar, hacer reparaciones en la casa, enseñar, escribir cartas y enviar telegramas; asimismo tienen que ser el doctor, la enfermera y también la criada. A veces cuando hay que sembrar plantas, ellos tienen que ser los jardineros. Cuando se rompe una puerta o una ventana, ellos tienen que ser los carpinteros. Cuando se va la luz o se quema un fusible, y no se consigue fácilmente un electricista, ellos tienen que ser los electricistas. En una familia uno no puede depender siempre de los obreros expertos; el padre y la madre tienen que aprender a hacerlo todo día a día. Lo mismo se aplica a la iglesia. Los ancianos no pueden depender todo el tiempo de que los así llamados apóstoles y los obreros especialmente dotados lo hagan todo. Tal vez los apóstoles no los visiten en tres o cinco años, en cuyo caso los ancianos tienen que hacerlo todo. Ellos tienen que ayudar a los hermanos y hermanas a leer la Biblia, a seguir una búsqueda espiritual, a aprender a orar, a someterse a tratos delante del Señor, a aprender a coordinar, a servir juntos y a abrir una casa tras otra para el evangelio. Todas éstas son cosas que los ancianos deben hacer. A veces los ancianos tienen que tomar decisiones respecto a asuntos prácticos. Esto involucra la capacidad y los dones.

Algunos ancianos entre nosotros también tienen el ministerio de la Palabra, pero no tienen el don de administrar. Estos hermanos deben entender que se benefician del resplandor de otros. Otros les han preparado una estructura. Ellos tienen un poco de trabajo, un poco del ministerio de la Palabra y un poco de utilidad dentro del marco de una administración. Pero me temo que estos hermanos no tengan ese sentir. Tal vez a ellos les parezca que su ministerio de la Palabra lo es todo. Poco se dan cuenta de que si quitaran el ministerio de los demás, ellos quedarían despojados de todo. Entonces ellos comprenderían que todo lo que tienen está en el aire y que nada de lo que tienen puede sostenerse sin una estructura.

Por otra parte, los que son buenos en la administración deben también comprender que su administración no es más que una estructura; es sólo una serie de disposiciones y directrices. Tales hermanos deben entender que les falta la unción viviente y la rica palabra. Todas estas cosas nos muestran que, delante del Señor, los dones son diversos. Todo anciano de la iglesia debe conocer su propia porción y debe respetar las porciones de los demás. Sólo así los múltiples dones se manifestarán entre los ancianos. ¡Esto es algo muy hermoso!

Con respecto a algunos hermanos, en cuanto abren su boca, lo que sale es el evangelio. Con respecto a otros, en cuanto abren su boca, lo que sale son palabras de perfeccionamiento. Nadie puede imitarlos en esto, pues éstos son sus dones. Incluso hay algunos que no pueden abrir su boca; sin embargo, pueden contactar a otros. Por supuesto, este contacto no tiene que ver con fomentar relaciones naturales, sino con una comunión espiritual. No importa qué clase de problema haya, en cuanto estos hermanos van y tienen comunión, el problema es absorbido por la vida. No importa qué clase de debilidad haya, tan pronto como estos hermanos hacen una visita, la debilidad desaparece. No importa qué clase de opiniones haya, cuando estos hermanos intervienen, las opiniones se acaban. No importa qué clase de muerte, rumores o críticas se propaguen entre los hermanos y hermanas, cuando estos hermanos van y tienen comunión, todas estas cosas desaparecen. Estos hermanos tienen tal don. Ellos no son capaces de dar un mensaje, no son capaces de predicar el evangelio, no pueden administrar la iglesia, pero sí tienen la especialidad de ser buenos para tener comunión. Una vez que ellos tienen comunión con otros, la vida es suministrada y la muerte es absorbida.

Con respecto a otros, ustedes tienen que reconocer el hecho de que tan pronto como tienen la Biblia en sus manos, ésta llega a ser transparente. No importa qué libro, capítulo o párrafo expliquen, su exposición es siempre clara y esclarecedora. Ustedes pueden estudiar el mismo pasaje mil veces; sin embargo, cuanto más lo estudian, más su cabeza da vueltas. Pero cuando estos hermanos se ponen en pie para decir unas cuantas palabras, todo llega a ser claro. La razón es sencilla: ellos tienen el don de ser un maestro. Es inútil ser orgullosos, pues se trata de un don. Los que velan por la casa de Dios deben entender que la casa de Dios necesita de toda clase de dones.

Siempre me regocijo en mi corazón y estoy agradecido al Señor porque hay muchos miembros en Su casa y porque ellos tienen muchos dones. Yo no puedo hacer muchas cosas que los hermanos pueden hacer; no puedo ayudar en muchas cosas en las que los hermanos pueden ayudar; ni tampoco puedo brindar el suministro en muchas cosas en las que los hermanos pueden brindar el suministro. Esto es la coordinación. Queridos hermanos, cuanto más entendamos este asunto de una manera clara, más segura será nuestra coordinación.

Debe parecernos muy dulce que cuando nuestro hermano predica el evangelio, muchos son salvos. Debe parecernos muy dulce que cuando nuestro hermano se pone en pie y dice unas cuantas palabras, todos son alumbrados. Con respecto a todos los problemas, debe parecernos muy dulce que cuando unos cuantos hermanos salen a visitar y a tener comunión, todos los problemas son resueltos. No puedo decir que me parece muy dulce porque yo lo hice, pero que no es tan dulce cuando otros lo hacen. No se trata de que yo lo haga o que otros lo hagan; antes bien, lo que cuenta es si esto ocurre o no en la iglesia. Si esto ocurre, ya sea que yo lo haga u otros lo hagan, es igualmente precioso. Esto es la coordinación. Yo debo ser fiel en contribuir con mi porción; y en cuanto a las porciones de los demás, no sólo debo honrarlas, sino también considerarlas muy preciosas. Puedo elogiar las porciones de otros y no menospreciar ni aun la porción más pequeña entre ellos.

El día del Señor por la mañana, muchas veces veo a algunos hermanos y hermanas limpiando las ventanas y trapeando los pisos del salón de reuniones. Ellos vienen sin falta desde el principio del año hasta el final del año. Esto me parece muy dulce. Siento que su servicio puede ser más dulce a los ojos de Dios que lo que hacemos nosotros como ministros de la Palabra desde el podio. He visto a algunas hermanas mayores que vienen a limpiar casi todas las semanas desde el comienzo hasta el final del año. El Señor puede testificar por mí que yo les tengo un gran respeto a esas hermanas. En esto consiste la coordinación.

En la iglesia se necesitan múltiples dones. Puesto que los ancianos son una miniatura de la iglesia, ellos también deben tener múltiples dones. En circunstancias normales los dones que usted puede encontrar en los hermanos y hermanas deben también encontrarse entre los ancianos. Los ancianos son sus representantes. Algunos representan el servicio; otros, la administración; otros, el ministerio de la Palabra; otros, el guiar a otros en vida; y otros, la enseñanza. Los ancianos deben tener múltiples dones para que puedan representar a los demás y tomar la delantera. De este modo, habrá abundantes bendiciones en la iglesia, y muchas riquezas espirituales se manifestarán. Así, la edificación de la iglesia será sólida, y la coordinación, apropiada.


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