Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4442-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Apocalipsis 21:11 dice: “Su resplandor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”. El jaspe simboliza el aspecto de Dios. En Apocalipsis 4:3 vemos que el aspecto del que estaba sentado en el trono era semejante al jaspe. Ahora en el capítulo 21 vemos que toda la ciudad es semejante al jaspe. Esto significa que toda la ciudad es semejante a Dios. Por consiguiente, las piedras preciosas que son conjuntamente edificadas representan tres cosas: la transformación, la edificación y el aspecto de Dios. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento, nos habla de la transformación, de la edificación y del aspecto de Dios. Finalmente, estas tres cosas positivas las encontraremos en la Nueva Jerusalén.
En la Nueva Jerusalén podemos ver la transformación, la edificación y el aspecto de Dios. Además, tenemos el andar de santidad simbolizado por la calle de oro. Como hemos visto, después de que entramos por la puerta, andamos por la calle de oro. Nuestro andar en la calle de oro es un andar santo, un andar de santidad. Por consiguiente, tenemos la regeneración, el andar santo, la edificación y la expresión de Dios.
Apocalipsis 21:11 además nos dice que la Nueva Jerusalén tiene la gloria de Dios. La Nueva Jerusalén está llena de gloria tanto por dentro como por fuera. La gloria está en todas partes. La gloria es la manifestación de Dios. Cuando Dios se manifiesta, eso es gloria. Debido a que Dios se manifiesta plenamente en esta ciudad, ella tiene la gloria de Dios. Por consiguiente, en la Nueva Jerusalén tenemos la regeneración, un andar santo, la transformación, la edificación, el aspecto de Dios y la plena manifestación de Dios. Todos estos aspectos de la Nueva Jerusalén deben estar en la iglesia hoy. En la iglesia debemos tener las puertas de perla de la regeneración, el andar santo de la calle de oro, la transformación, la edificación, el aspecto de Dios y la manifestación de Dios.
En la Nueva Jerusalén tenemos el número doce (21:12, 14, 16, 21; 22:2). El número doce aquí se compone de tres veces cuatro. Esto lo sabemos por el hecho de que hay tres puertas en cada uno de los cuatro lados de la ciudad (21:13). El número tres representa al Dios Triuno, y el número cuatro representa a las criaturas. Por consiguiente, el número doce, como el producto de tres por cuatro, representa la mezcla del Dios Triuno con el hombre. Toda la Nueva Jerusalén es una mezcla de Dios con el hombre. Esto nos muestra que la iglesia está estrechamente relacionada con la mezcla del Dios Triuno con el hombre.
En los mensajes anteriores señalamos que la iglesia es Cristo mismo forjado en los seres humanos como su constitución. Esto significa que la iglesia es la mezcla del Dios Triuno con el hombre. En la vida de iglesia hoy, nos estamos mezclando con Dios. ¡Cuán maravilloso es este cuadro que se nos muestra en Apocalipsis 21 y 22 acerca de la mezcla de Dios con el hombre! Este cuadro vale más que mil palabras.
Sin embargo, aún nos falta ver más aspectos de la Nueva Jerusalén. En esta ciudad tenemos el reinado, el aspecto reinante, de Dios (21:1, 5). En la Nueva Jerusalén todos los que han sido redimidos, regenerados, transformados y edificados, quienes tienen la semejanza de Dios y la gloria de Dios, reinarán en calidad de reyes. Esta característica debe también hallarse en la iglesia hoy. Si somos una iglesia apropiada, reinaremos. En repetidas ocasiones le hemos dicho al Señor que no estamos de acuerdo con ciertos acontecimientos que ocurren en la esfera política. En nuestras oraciones hemos dicho: “Señor, no estamos de acuerdo con esto”. Al orar de esta manera, reinamos sobre la situación. La iglesia en Stuttgart debe reinar, diciéndole al Señor aquellas cosas con las cuales la iglesia no está de acuerdo.
Apocalipsis 21:24 nos dice que las naciones andarán a la luz de la Nueva Jerusalén. En la eternidad, todas las naciones que no fueron salvas pero fueron restauradas, andarán a la luz de la Nueva Jerusalén. Si la iglesia hoy es fuerte y resplandeciente, los paganos también andarán a nuestra luz.
La Nueva Jerusalén es la máxima consumación de la Biblia. Es la consumación del núcleo de la Biblia: Cristo y la iglesia. En todos estos mensajes hemos visto el núcleo de la Biblia. Aunque aún no conozcamos todas las pequeñas calles y callejones, sí conocemos esta avenida principal. Después de haber leído estos mensajes, no podemos decir que no conocemos esta avenida principal. Al contrario, debemos exclamar: “¡Aleluya, conozco la avenida principal! No conozco todos los detalles, pero sí conozco el núcleo de la Biblia. ¡Conozco esta autopista que va desde la iglesia hasta la Nueva Jerusalén!”. Estamos caminando, e incluso manejando, por esta autopista hoy. En todos estos mensajes hemos visto esta autopista que empieza en Génesis, pasa por el tabernáculo, el templo, el templo reedificado y la iglesia, y finalmente llega a la Nueva Jerusalén. Éste es el núcleo de la Biblia. Ahora estamos en la vida de iglesia, andando por el camino de la iglesia que conduce a la Nueva Jerusalén. Aquí tenemos al Dios Triuno, al Dios que redime e imparte la vida de Dios. También aquí tenemos la vida, la luz, la regeneración, el andar santo, la transformación, la edificación, el aspecto de Dios, la manifestación de Dios y el reinado divino. Por lo tanto, no debe sorprendernos que los paganos anden a la luz de la iglesia. ¡Aleluya! Ésta es la vida de iglesia hoy y la Nueva Jerusalén en la eternidad.
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