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Cristo todo-inclusivo, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-626-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 16 Sección 4 de 5

LA MEDIDA DE NUESTRA EXPERIENCIA DE CRISTO

¿Qué es la tierra? No se olvide nunca de que esa tierra es el Cristo todo-inclusivo. No es sólo Cristo, sino el Cristo todo-inclusivo. Si yo le preguntara a usted si tiene a Cristo, me contestaría: “¡Oh, alabado sea el Señor! ¡Lo tengo! ¡Tengo a Cristo!” Pero yo le preguntaría qué clase de Cristo tiene. Me temo que en su experiencia sólo tiene a un Cristo pequeño, a un Cristo pobre, y no a un Cristo todo-inclusivo.

Quisiera contarle una historia verídica. Poco después de ser salvo, estudié las Escrituras y se me enseñó que el cordero de la pascua era tipo de Cristo. ¡Oh, cuando supe esto, cuánto alabé al Señor! Exclamé: “¡Señor, te alabo! Tú eres el cordero. ¡Tú eres el cordero para mí!” Pero le pido que compare el cordero con la tierra. ¿Qué clase de comparación puede hacerse entre un cordero y una gran tierra? ¿Qué es el cordero? Hay que decir que es Cristo. Pero, le diría que es un Cristo pequeño. Esa no era la meta de Dios para Su pueblo. Dios nunca les dijo: “Bien, mientras tengan al cordero, es suficiente”. ¡No! Dios les dijo que la razón por la que les dio el cordero era llevarlos a la tierra. La pascua tenía como fin la tierra.

¿Tiene usted a Cristo? Sí, lo tiene. Pero ¿qué clase de Cristo tiene: un cordero o una tierra? En el día de la pascua en Egipto todo el pueblo de Israel tuvo el cordero, pero siento decir que muy pocos de ellos entraron en la buena tierra. Muy pocos tomaron posesión de esa tierra.

Después de uno o dos años de ser salvo, me enseñaron que el maná que los hijos de Israel disfrutaron en el desierto también era tipo de Cristo. Me regocijé mucho. Me dije: “Señor, Tú eres mi alimento. No sólo eres el cordero para mí, sino que también eres mi maná de cada día”. Pero quisiera preguntarle, ¿es el maná el propósito o la meta de Dios? ¿Liberó Dios a Su pueblo de Egipto para que disfrutaran del maná en el desierto? ¡No! La tierra es el propósito; la tierra es la meta. ¿Disfruta usted a Cristo como la tierra? Lo dudo, y me atrevo a decir que usted también lo duda. Usted puede decir que disfruta al cordero como su pascua y al Señor como el maná diario, pero muy pocos pueden decir que realmente disfrutan al Cristo todo-inclusivo como la tierra.

En el capítulo dos de Colosenses la Palabra nos dice que hemos sido arraigados en Cristo. Ahora bien, le pediría a usted que considerara: Si hemos sido arraigados en Cristo, entonces ¿qué es Cristo para nosotros? Sí, Cristo es la tierra; Cristo es el suelo. Una planta o un árbol se arraiga en el suelo, en la tierra. Incluso nosotros hemos sido arraigados en Cristo. Me temo que usted nunca se había dado cuenta de que Cristo es para usted el suelo mismo, la tierra misma. Usted es una pequeña planta arraigada en esta tierra que es Cristo mismo. Debo confesar que hace sólo cinco o seis años, yo no tenía tal pensamiento. Leía las Escrituras y pasaba mucho tiempo en el libro de Colosenses. Lo leí una y otra vez, pero no recibía la luz. Antes no sabía que Cristo es el suelo, la tierra misma. No fue sino hasta los años recientes que mis ojos fueron abiertos.

Pienso realmente que la mayoría de los hijos del Señor todavía están en Egipto. Han experimentado solamente la pascua; han tomado al Señor sólo como el cordero. Han sido salvos por el cordero, pero no han sido libertados de este mundo. Sí, algunos han salido de Egipto, es decir, han sido libertados del mundo, pero todavía andan vagando por el desierto. Disfrutan de Cristo un poquito más; lo disfrutan diariamente como su maná. Se glorían de que disfrutan a Cristo como su alimento y están muy satisfechos. Pero hermanos y hermanas, ¿es esto suficiente? Creo que cuando nos encontramos con personas que disfrutan a Cristo como su maná diario, nos sentimos muy contentos. Decimos: “¡Alabado sea el Señor! Aquí hay algunos hermanos y hermanas que realmente disfrutan al Señor como su maná día tras día”. Pero debemos comprender que esto no satisface el propósito de Dios. El propósito de Dios no es que simplemente disfrutemos a Cristo un poquito, sino que Cristo nos sea todo-inclusivo. Consideremos este versículo: “Por lo tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en El” (Col. 2:6). El es una esfera, un ámbito, donde debemos andar. El no es solamente comida o agua, sino que también es una esfera, una tierra, donde podemos andar. Debemos andar en El. El es nuestra tierra, El es nuestro reino. Andemos en El.

Creo que el cuadro está muy claro. En Egipto se tenía el cordero, en el desierto estaba el maná, y delante del pueblo de Israel estaba la tierra de Canaán. Esta es la meta; esta tierra es la meta de Dios. Tenemos que entrar en ella. Es nuestra porción. Es el don todo-inclusivo que Dios nos ha dado. Debemos tomar posesión de ella. Es nuestra, pero tenemos que disfrutarla.

En estos días hemos hablado mucho acerca de la Iglesia y la expresión del Cuerpo de Cristo. Pero usted y yo debemos comprender que si no tomamos posesión de Cristo como el Cristo todo-inclusivo y lo experimentamos así, nunca existirá la realidad de la Iglesia. Tenemos que comprender que hemos sido arraigados en Cristo de la misma manera que una planta es arraigada en la tierra. Debemos poseer a Cristo como el todo para nosotros, no en simples palabras o doctrinas, sino en la realidad práctica. Hay que comprender que así como la tierra lo es todo para la planta, así también Cristo lo es todo para nosotros. Hay que comprender esto a tal grado que podamos experimentar a Cristo. Usted y yo ya hemos sido arraigados en Cristo, pero no nos damos cuenta de este hecho, no tomamos posesión de ello. Colosenses nos dice que habiendo sido arraigados, estamos siendo edificados en El junto con otros. Si no tenemos la experiencia de haber sido arraigados en Cristo, ¿cómo podemos ser edificados con otros? Esta es la razón por la cual la edificación de la Iglesia entre el pueblo del Señor casi no existe. ¿Cómo podría haber existido un templo y una ciudad cuando el pueblo de Israel todavía vagaba por el desierto? Puesto que ellos no poseían la tierra, era imposible. ¿Cómo puede existir la verdadera edificación de la Iglesia? ¿Cómo puede existir la verdadera expresión del Cuerpo de Cristo? Unicamente puede existir cuando nosotros comprendamos y experimentemos a Cristo como nuestro todo. Hermanos y hermanas, que el Señor abra nuestros ojos.


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