Información del libro

Cristo como la realidadpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3063-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 14 Sección 4 de 4

EL PECHO MECIDO Y LA ESPALDILLA ELEVADA

En la ofrenda de paz también está el pecho mecido y la espaldilla elevada. La espaldilla aquí, como hemos mencionado antes, denota la pierna. El pecho es la parte que proporciona amor, y la pierna es la parte que da fuerza. La pierna no sólo sirve para andar, sino también para estar firmes, para permanecer de pie. La fuerza con la que podemos pararnos depende de nuestras dos piernas. Si estamos débiles, simplemente no podemos pararnos. Pero mientras podamos pararnos, seremos sanos y fuertes. Por esto la ofrenda elevada es tan trascendente y poderosa.

El pecho representa la ofrenda mecida en resurrección. El amor de Cristo es verdaderamente viviente y poderoso. Tenemos el pecho como la parte amorosa de Cristo y la espaldilla como la parte fortalecedora de Cristo. La espaldilla se daba solamente al sacerdote que ministra, mientras que el pecho se daba a todo el sacerdocio. El pecho mecido es amoroso y tierno, pero no es tan fuerte como la pierna. Es por eso que la pierna es dada al sacerdote que ministra. Luego, al oferente se le daba la carne de la ofrenda de paz, y también se le daba una porción que éste compartía con todos los que estaban limpios.

SACERDOTES EN LA PRÁCTICA,
NO EN DOCTRINA

Supongamos que nosotros somos el pueblo de Israel y que tenemos una fiesta en la Tienda de Reunión. Algunos serán los oferentes y, por supuesto, algunos deben ser los sacerdotes. En los tiempos del Antiguo Testamento, algunos eran los sacerdotes y otros eran el pueblo; pero ahora en la iglesia todos somos sacerdotes, aunque quizás esto sea sólo algo doctrinal, y no práctico. En doctrina todos somos sacerdotes, pero en la práctica tal vez sólo dos de cada diez sean los verdaderos sacerdotes. Algunos vienen a ser como el pueblo común de Israel, ya que no ejercen su función en la reunión de la iglesia. Temo que muchos de ellos asisten a la reunión con el deseo y la expectativa de recibir algo. Escuchan el mensaje y los testimonios, pero nunca se dan cuenta de que deben servir en las reuniones y funcionar como sacerdotes.

Sin embargo, hay muchas hermanas y hermanos que ponen el hombro bajo el arca de las reuniones de la iglesia. Ellos oran y tienen carga por las reuniones todo el día, y cuando llega la hora de la reunión, su carga crece más y más. Por tanto, cuando llegan a la reunión, vienen para llevar la carga de algo, y no sólo con la expectativa de recibir algo. Cuando la reunión parece declinar, ellos inmediatamente oran ejercitando su espíritu a fin de que el Señor levante la reunión. Ellos están ministrando al llevar esta responsabilidad; así que ellos son el sacerdocio en función. Cada vez que haya una ofrenda en la reunión, estos preciosos hermanos ciertamente disfrutarán el pecho, por cuanto son el sacerdocio. Ellos disfrutarán la parte amorosa y tierna.

Luego entre los servidores activos, quienes son el verdadero sacerdocio, habrá dos o tres que ministrarán como lo estoy haciendo yo ahora. Ahora yo soy quien está sirviendo, quemando la grosura al Señor, y soy el que rocía la sangre sobre el altar. Por lo tanto, tengo derecho a disfrutar el pecho, la espaldilla y las porciones extras de las diferentes tortas. Tengo derecho a disfrutar de la ofrenda mecida y de la ofrenda elevada. Como miembro del sacerdocio disfruto el pecho mecido, y como servidor también puedo disfrutar la espaldilla elevada y las tortas elevadas. Cuanto más servimos, más disfrutamos. Cuanto menos servimos, menos disfrutamos. Si ustedes no participan en el sacerdocio, solamente serán uno más del pueblo y perderán el derecho de disfrutar el pecho mecido. Obviamente, si no están sirviendo ahora, no tendrán derecho a disfrutar la espaldilla elevada y las tortas elevadas.

Así que, todos debemos ser aquellos que asisten a la reunión con una ofrenda. Todos debemos traer algo como una ofrenda de paz a la fiesta de la iglesia. No es posible pedir prestado la ofrenda de otro. Lo que traemos depende por completo de la experiencia y el aprecio que tenemos de Cristo en nuestra vida cotidiana. Día tras día, hora tras hora, debemos pasar mucho tiempo laborando en Cristo a fin de tener una verdadera cosecha de Cristo. Entonces cuando venimos a la reunión, tendremos algo de Cristo que podemos presentar a Dios como una ofrenda de paz. Las partes escondidas de la ofrenda son sólo para la satisfacción de Dios. La parte amorosa se da a los fuertes; la parte que fortalece se da a los servidores; y la mayor parte es de todos los que están limpios. Si todos somos fieles de esta manera, cuán ricas y elevadas serán nuestras reuniones y cuán diferentes serán a las reuniones del cristianismo actual. Pido al Señor que todas nuestras reuniones en las iglesias locales sean así.


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