Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 034-049)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6923-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje comenzaremos a considerar la persona de Cristo en el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento.
Salmos 102:25-27 profetiza que Cristo, el Creador del universo, permanecerá inmutable y que Sus años no acabarán. Estos versículos del salmo 102 tratan sobre la eternidad de Cristo. Él es el Eterno, Dios mismo, desde la eternidad hasta la eternidad, el Imperecedero, quien jamás cambiará. El cumplimiento de esta profecía correspondiente a Cristo se halla en Hebreos 1:10-12. En este cumplimiento vemos que Cristo es el Creador. Como Creador, Él existió desde antes de la creación. Hebreos 1:11 indica que se le pondrá fin a la vieja creación y se introducirá el cielo nuevo y la tierra nueva; pero Cristo permanecerá siempre el mismo, y Sus años no acabarán (v. 12). Esto significa que Él será el Imperecedero en la eternidad. Él permanecerá por siempre en la eternidad futura.
En Génesis 3:15 tenemos una profecía con respecto a Cristo como simiente de la mujer: “Pondré enemistad / entre ti y la mujer, / y entre tu simiente y la simiente suya; / él te herirá en la cabeza, / pero tú le herirás en el calcañar”. Esta profecía fue dada inmediatamente después de la caída del hombre, cuando Adán y Eva estaban en temor y temblor con respecto a su destino. Dios vino a ellos trayéndoles la promesa de que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente que les había causado daño. En Gálatas 4:4 tenemos el cumplimiento de esta profecía: “Cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley”. La mujer aquí mencionada es, por supuesto, la virgen María (Lc. 1:27-35). El Hijo de Dios nació de ella a fin de ser la simiente de la mujer, según lo prometido en Génesis 3:15. El Señor Jesús, la simiente de la mujer, hirió la cabeza de la serpiente. Según es revelado en Hebreos 2:14 y en 1 Juan 3:8, Él destruyó al diablo, aquel que tenía el imperio de la muerte.
Cristo es también la descendencia de Abraham. Esto es profetizado en Génesis 17:8 y tiene su cumplimiento en Gálatas 3:16: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su descendencia. No dice: Y a los descendientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: ‘Y a tu descendencia’, la cual es Cristo”. Cristo es la descendencia, y la descendencia es el heredero que hereda las promesas. Aquí Cristo es la descendencia única que hereda las promesas. Para heredar la bendición prometida, tenemos que ser uno con Cristo. Fuera de Él no podemos heredar las promesas que Dios hizo a Abraham. A los ojos de Dios, Abraham tiene una sola descendencia, Cristo. Tenemos que estar en Él para participar de las promesas dadas a Abraham. Cristo no sólo es la descendencia que hereda las promesas, sino también la bendición de las promesas que hemos de heredar.
En el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, Cristo es el León de Judá. Puesto que la simiente y la descendencia son recipientes de vida, Cristo, como simiente de la mujer y como descendencia de Abraham, sirve al propósito de impartir la vida divina y propagarla. Pero como León de Judá, Cristo es quien ha obtenido la victoria sobre todos los enemigos. Por un lado, Cristo es la descendencia de Abraham; por otro, Él es el León de Judá, una tribu real de la cual procedió Cristo para ser el Rey. Cristo, como León de Judá, ha derrotado al enemigo.
La profecía respecto a Cristo como León de Judá es hallada en Génesis 49:9: “Cachorro de león, Judá; / de la presa has subido, hijo mío. / Se recuesta, se echa como león”. La profecía presentada en este versículo compara a Cristo con un cachorro de león y con un león que se recuesta. A este cachorro de león le corresponde pelear y atrapar la presa; la frase de la presa has subido implica que este cachorro de león primero tuvo que descender de la montaña al llano para atrapar su presa. Después que este león joven atrapó su presa, subió nuevamente a la cima del monte para allí disfrutar de su presa. Cuando Cristo fue crucificado, Él era un cachorro de león que atrapó la presa; después de atrapar Su presa, Cristo subió a “la cima del monte”, es decir, al tercer cielo. Efesios 4:8 dice que cuando Cristo subió a lo alto, Él llevó un séquito de enemigos vencidos. Cristo ha obtenido la victoria. Como cachorro de león, Él ha vencido a todos Sus enemigos.
El Nuevo Testamento revela que Cristo vino como cachorro de león, que Él fue a la cruz para atrapar Su presa y que ahora Él está en la cima del monte en el tercer cielo. La figura del león que se recuesta en Génesis 49:9 retrata a Cristo como Aquel que disfruta de Su reposo en los cielos. Después de lograr la victoria y disfrutar de la presa, Él se sintió satisfecho y ahora descansa en los cielos.
El cumplimiento de la profecía de Génesis 49:9 está en Apocalipsis 5:5: “Uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos”. Esto hace referencia a Génesis 49:9, donde Cristo es presentado como un león, que es un símbolo de Él como poderoso guerrero contra el enemigo. Cristo es el León combatiente, victorioso y vencedor. Que Él venza le hace apto para abrir el libro (Ap. 5:1) y sus siete sellos. Como León de Judá, Cristo ha vencido a Satanás, el enemigo de Dios. De este modo, Él resolvió este problema para Dios y eliminó los obstáculos que impedían el cumplimiento del propósito de Dios. Por tanto, Él es digno de abrir el libro de la economía de Dios.
En el universo hay dos problemas principales: Satanás y el pecado. Cristo, como León, ha derrotado y destruido a Satanás, y como Cordero, Él ha quitado nuestro pecado (Jn. 1:29). Él ha ganado la victoria y ha efectuado la redención. Como León, Él es Aquel que combate contra el enemigo; como Cordero, Él es nuestro Redentor. Él ha combatido para redimirnos. Él ha ganado la victoria sobre el enemigo y ha efectuado la redención para nosotros. Apocalipsis 5:5 no dice que Cristo vencerá; más bien, este versículo afirma que Él ya venció. Como León combatiente Él venció al enemigo, y ahora Él está en los cielos.
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