Dos oraciones más grandes del apóstol Pablo, Laspor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-795-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Tenemos una esperanza como resultado de haber sido llamados por Dios. Esta esperanza consiste en que seamos transformados y transfigurados, totalmente conformados a la imagen de Cristo. Cuando nos miramos a nosotros mismos, nos damos cuenta de que tenemos muchas grietas. Físicamente, yo tengo muchas arrugas y manchas. Pero un día, todos seremos igual que Cristo, no sólo interior y espiritualmente, sino incluso exterior y físicamente. Seremos absolutamente igual que Cristo en Su gloria (1 Jn. 3:2; Col. 3:4). Hoy Cristo en nosotros es nuestra esperanza de gloria (Col. 1:27). Pero un día, todas mis arrugas y manchas se irán. ¡No puedo decirles cuán maravillosos, hermosos y gloriosos seremos! Hoy, puesto que todavía estamos bajo la corrupción, gemimos dentro de nosotros mismos (Ro. 8:23), y esperamos con anhelo aquel día de gloria cuando seremos liberados de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios (v. 21). Seremos liberados del gemir para disfrutar la libertad de la gloria. Esta es nuestra esperanza, nuestro destino y también nuestra destinación. Día tras día, vamos marchando hacia esa destinación. Nuestra esperanza consiste en que un día lleguemos. Esa destinación no es los cielos, sino la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Cuando todos seamos plenamente conformados a la imagen de Cristo, estaremos en la gloria. Hoy, estoy plenamente contento de estar en la vida de la iglesia. En la iglesia, estamos en camino a la gloria, y esa gloria es la esperanza de nuestro llamado.
El segundo asunto que Pablo ora una segunda vez para que conozcamos “las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos” (Ef. 1:18). Hemos visto que la herencia de Dios en los santos es el Cristo que ha sido forjado en ellos. Realmente, el Cristo que ha sido forjado en nosotros es la iglesia, así que, la iglesia es la herencia de Dios. Este asunto es muy profundo. No piensen que la iglesia es una organización, un grupo de gente religiosa o una entidad social o religiosa. La iglesia es simplemente Cristo forjado en nosotros de manera corporativa.
El apóstol ora la tercera vez para que veamos “la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos” (v. 19). Debemos prestar atención a la corta frase para con nosotros, de este versículo. Este gran poder no es algo que no está relacionado con nosotros. Este poder es para con nosotros. Este gran poder se dirige continuamente hacia nosotros los que creemos. Nosotros somos el objeto de ese poder.
No debemos olvidar los cuatro puntos que constituyen este poder. Primero, es el poder que levantó a Jesús de entre los muertos (v. 20), el poder de la resurrección. Segundo, es el poder que sentó a Cristo a la diestra de Dios (vs. 20-21), el poder que lo trasciende todo. No puede ser retenido, suprimido ni oprimido; lo trasciende todo. Tercero, este poder sujeta todas las cosas bajo los pies de Cristo (v. 22). Este es el poder sometedor. Cuarto, es el poder que le puso a Cristo como Cabeza sobre todas las cosas (v. 22). Este es el poder soberano que rige sobre todo. Tenemos que conocer este poder en todos sus aspectos. Este gran poder es el poder de la resurrección que lo trasciende, subyuga y domina todo, y éste es el poder que produce la iglesia.
En el versículo 19, este gran poder es “para con nosotros los que creemos”. Para recibir el poder de Dios, no hay otra condición que la de creer en el Señor Jesús. Si cree en el Señor Jesús, este poder es para con usted e incluso está en usted. Luego el versículo 22 dice que a Cristo se le ha puesto como Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Esta palabra “a” indica una trasmisión. Aquí tenemos una trasmisión divina de todo el poder que Dios ha forjado en Cristo dentro de la iglesia. Aunque quizá veamos esto, puede ser para nosotros meramente una doctrina. Necesitamos también ver cómo aplicarlo.
Para experimentar este poder, primero tenemos que darnos cuenta de que ya está en nosotros. Es exactamente como la electricidad que ha sido instalada en un edificio. Pero con la mayoría de nosotros, nuestro “amperaje” es muy bajo. Nuestra capacidad para recibir la trasmisión de este poder es muy pequeña. Este poder ha sido instalado en nosotros, pero como nuestra capacidad es muy pequeña, muchas veces en nuestra experiencia “el fusible se quema”, y el poder no trabaja. Todos debemos acudir al Señor para que nuestra capacidad pueda ser agrandada y así podamos experimentar el poder que está dentro de nosotros.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.