Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8903-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Recientemente, he tenido una carga pesada: aun cuando el número de hermanos y hermanas está aumentando, me pregunto cuánto está aumentando la medida de la estatura de Cristo en la iglesia. Así pues, tengo la profunda sensación de que deberíamos ayudarles a los hermanos y hermanas a conocer la vida y la iglesia.
La vida y la iglesia siempre van juntas porque sin la vida, la iglesia no puede existir. La vida produce la iglesia. La iglesia es el resultado de la vida, y la vida es el contenido de la iglesia. Según la Palabra de Dios, la salvación está estrechamente relacionada con la vida que está en nosotros. Aunque la mente natural del hombre no lo puede entender, desde el comienzo hasta el final de la Biblia vemos que a Dios únicamente le interesa la vida.
El Antiguo Testamento habla de la creación, y el Nuevo Testamento habla de la redención. Tanto en la creación como en la redención, el propósito y centro de Dios es la vida. Si examinamos los dos primeros capítulos de Génesis bajo la luz de Dios, podemos ver claramente que la meta de Su creación es la vida. Aunque Dios creó muchas cosas de tal diversidad y variedad, Su propósito y Su meta final son simplemente la vida. Si leemos los primeros dos capítulos de Génesis y meditamos calladamente delante de Dios acerca de Su obra creadora, veremos que ésta tiene que ver con la vida y produce vida. La vida es el centro y la meta de la creación realizada por Dios. En el principio Dios creó todas las cosas de la nada.
En el proceso ordenado de Su obra creadora, Dios creó primero los objetos inanimados y luego las cosas orgánicas. Además, la creación de los seres vivos comenzó con el nivel de vida más elemental y avanzó paso a paso hasta llegar a niveles más elevados. Finalmente, Dios creó al hombre, el nivel más elevado de vida. El hombre es la vida más elevada en la creación de Dios, porque la Biblia dice que Dios creó al hombre a Su misma imagen y conforme a Su semejanza (Gn. 1:26-27). El hombre tiene la imagen y semejanza de Dios. Además, Dios también dio al hombre la autoridad de ejercer dominio sobre todas las cosas (vs. 26, 28). Así pues, entre todo lo creado, el hombre es semejante a Dios porque tiene la imagen de Dios; él también representa a Dios porque tiene la autoridad de Dios. Dios vio todo cuanto había hecho, y era muy bueno (v. 31). En este vasto universo, entre las miríadas de cosas creadas, Dios obtuvo un hombre que tenía la imagen y autoridad de Dios y, como tal, podría expresar la gloria de Dios y representar Su autoridad. ¡Esto satisfizo a Dios!
Dios reposó el séptimo día después de terminar Su obra de creación (2:2). Mucha gente piensa que Dios tuvo reposo y satisfacción porque para este tiempo todo estaba terminado. Sin embargo, incluso en esta coyuntura Dios no había alcanzado el propósito de Su creación. Si continuamos leyendo, veremos que aún quedaban pendientes muchas consideraciones. Después que Dios creó al hombre, lo puso en el huerto del Edén (v. 8). En el centro del huerto, estaba el árbol de la vida (v. 9). El árbol de la vida es muy especial. La primera vez que la Biblia hace mención de la vida lo hace en relación con el árbol de la vida. Esto muestra que Dios aún no estaba satisfecho, ya que todavía no había alcanzado Su meta, a pesar de que Él lo había creado todo y aun cuando el hombre había sido preparado para expresar y representar a Dios. ¿Cuál es la meta de Dios? La meta de Dios es la vida. Dios llevó al hombre que había creado al árbol de la vida y le puso en frente de la vida.
Necesitamos estar tranquilos y considerar las razones por las que Dios se esforzó tanto para crearlo todo, las razones por las que Él creó al hombre a Su semejanza para que le representara, y las razones por las que Él guió y dirigió al hombre al árbol de la vida, con la esperanza de que el hombre tuviese contacto con el árbol para que la vida pudiera ser impartida en él. Dios hizo estas cosas a fin de mostrar que la vida es la meta y el propósito de Su creación. Si el hombre no viene a la vida y la vida no entra en él, el hecho de que Dios creó al hombre no tendría significado, propósito ni resultado.
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