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Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7182-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 15 Sección 5 de 5

V. SENTIR PREOCUPACIÓN POR LOS DEMÁS

Una persona que no se preocupa por otros no es apta para servir al Señor, y mucho menos para ser un anciano. Si un anciano teme ser incomodado, es mejor que no sea anciano. Ser anciano es como ser padre o madre de una familia. Ser padres es la responsabilidad que más problemas nos causa. Cuanto más un anciano esté dispuesto a ser incomodado, mejor desempeñará su función. Si un hermano acude a usted hoy, una hermana mañana, y una persona desempleada el tercer día, y si los santos vienen a usted cuando han tenido una riña, cuando están enfermos, cuando necesitan comprar un ataúd o un lote en el cementerio, o cuando no sepan leer la Biblia o no logren que sus oraciones sean contestadas —si todas estas personas acuden a usted—, entonces eso significa que usted está ejerciendo bien su función como anciano. Pero si nadie acude a usted jamás, creo que lo mejor es que deje de ser anciano.

El secreto de que todos busquen su ayuda es que usted se preocupe por ellos. Si usted se preocupa por los demás, ellos ciertamente acudirán a usted. Ustedes no se imaginan cuánta ayuda necesita la gente hoy. ¡Los fuertes no consideran cuánta ayuda necesitan los débiles! Los hermanos y hermanas necesitan mucha ayuda, y no sólo en asuntos importantes como el matrimonio, los estudios o un empleo, sino incluso en asuntos cotidianos. Cuando algunos se enferman, necesitan ayuda para encontrar un doctor. Incluso para conseguir el doctor más indicado, uno necesita ayuda.

A la gente del mundo no le importa mucho la comunión, pero nosotros los cristianos somos los que más nos interesamos por la comunión. Si usted quiere ver un doctor y puede primero tener un poco de comunión con los ancianos, sin duda será bendecido. Si quiere alquilar una casa y puede primero tener un poco de comunión con los ancianos, también será muy bendecido. Algunos hermanos son muy buenos ancianos; cuando otros tienen comunión con ellos acerca de alquilar una casa, ellos inmediatamente pueden hacerles muchas preguntas. Pueden preguntarles si la casa tiene servicio de electricidad y agua, si hay buen transporte en el área, si la casa está cerca de un supermercado, de una escuela, y cómo son los vecinos. Ellos pueden investigar detalladamente respecto a cómo son las personas que viven en el piso de arriba y en el piso de abajo, cómo es la entrada y la salida del lugar, y qué tan buena es la seguridad. Si el hermano dice que al lado hay una sala de baile, el anciano de inmediato le dirá: “¿Cómo puede usted vivir al lado de una sala de baile? ¿Quiere que sus hijos aprendan a bailar?”. Como pueden ver, esto es una verdadera ayuda. Algunos santos no tienen mucho sentido común ni consideran las cosas tan detalladamente. Por esa razón, necesitan la ayuda de un anciano.

Algunos ancianos verdaderamente son como padres. Cuando usted le presenta un asunto a un anciano así, él de inmediato considerará todo por usted. Por ejemplo, quizás usted esté considerando el asunto del matrimonio. Así que mientras todavía está conociéndose con la otra persona, usted decide ir a hablar con un anciano. Este anciano le hará muchas preguntas que le serán de mucha ayuda. Por ejemplo, él puede hablarle sobre la clase de cónyuge que usted debe escoger, la manera en que debe contactar a esa persona y las circunstancias en que la debe contactar. Todo esto tiene que ver con el aspecto humano. En términos de la piedad ante Dios, él considera por usted la manera apropiada de guardar decoro. Esto es una gran ayuda. Si cada iglesia local puede tener más ancianos así, esto ciertamente será una bendición para todos los hermanos y hermanas.

Todos estos asuntos tienen que ver con nuestra preocupación por otros. Si piensan que lo único que tienen que hacer como ancianos es asistir a las reuniones y dar algunos anuncios, esa actitud los descalificará para ser ancianos. Un anciano no debe esperar a que los demás vengan y le pidan ayuda, sino que debe tener una continua preocupación por otros. Supongamos que después de los bautismos recientes, ocho nuevos hermanos fueran asignados a mi distrito. Como hermano responsable de ese distrito, yo debo prestar atención a esos ocho hermanos e interesarme en sus asuntos tales como su familia, su matrimonio y su trasfondo educativo. Al hacer esto, quizá descubra que dos hermanos jóvenes son solteros y que recientemente se graduaron de la universidad. En mi preocupación por ellos, debo ser diligente y estable; debo mostrarles una profunda preocupación y estar muy pendiente de su situación. Debo prestar atención a la manera en que viven y se conducen. Tal vez al principio no esté seguro de cuál sea la mejor hermana para ellos, pero después de observarlos por un buen tiempo, llegue tener la certeza de poderles encontrar su complemento. Si usted ejerce así su responsabilidad como anciano, a la postre los santos inevitablemente acudirán a usted. Sin lugar a dudas esto ocurrirá.

¡Cuánto quisiera que los hermanos y hermanas de la iglesia pudieran acudir a los ancianos sobre cualquier asunto, sea grande o pequeño, espiritual, familiar, relacionado con los negocios o con el vivir cotidiano! Esto realmente sería maravilloso. En principio, los hermanos responsables en los distritos deben ser iguales a los ancianos; ellos también deben preocuparse por los hermanos y hermanas como en una familia. Ésta es una obra bendecida. Ustedes no se imaginan cuánta bendición hay en ella.

Recordemos que esto no es algo que hacemos porque ésa sea nuestra manera natural de ser. El deseo de meternos en los asuntos de los demás y averiguar detalles de sus cosas personales, proviene de la carne. La actitud correcta consiste en aprender la lección delante del Señor y aceptar la carga de pastorear a Sus hijos, esto es, de velar por las almas de los hombres. Es debido a su amor y preocupación por ellos que usted lleva esa carga sobre sus hombros. Si un anciano puede hacer esto, ciertamente la iglesia será bendecida. Hoy, la mayor carencia en las iglesias locales es esta clase de ancianos. Esta clase de ancianos no busca simplemente enterarse de los asuntos ajenos, sino que en su carácter poseen una verdadera preocupación por los demás. Éste es el carácter adecuado que debe tener un anciano al pastorear y enseñar a la iglesia.

VI. SER ADAPTABLE

Un anciano debe tener otro rasgo del carácter: ser adaptable. He hablado de este asunto antes y he dicho que este rasgo del carácter puede ser comparado al pegamento; el pegamento puede aplicarse a cualquier superficie, sea horizontal o vertical, rugosa o porosa, y a cualquier esquina. Puede adaptarse a cualquier forma que tenga el objeto. Si un objeto es rugoso o tiene poros, si está torcido o derecho, recto o inclinado, podemos aplicarle pegamento. Un anciano debe poder adaptarse a los demás de manera similar. Sin embargo, aunque hablamos de ser adaptables, esto no debe ser algo que hacemos artificialmente.

Un anciano debe tener un carácter minucioso, diligente y estable. Debe mostrar preocupación por los demás y ser adaptable. Si su carácter posee estos cinco elementos, definitivamente manejará bien la iglesia. No estoy negando la importancia de ser espirituales, de lo cual ya he hablado bastante. No obstante, si ustedes son muy espirituales, pero carecen de estos rasgos del carácter, su espiritualidad será inútil y vendrá a ser lo mismo que nada. Podemos comparar la espiritualidad a los ingredientes, y el carácter al hombre mismo, que trabaja con los ingredientes. El carácter del hombre está compuesto de su modo de ser natural junto con sus hábitos. El carácter representa a la persona misma. Si usted actúa con lentitud, es su persona la que es lenta; si actúa rápidamente, es su persona la que es rápida; si es descuidado, es su persona la que es descuidada. Si es minucioso, es su persona la que es minuciosa. Usted es esa clase de persona porque ha sido constituido con esa clase de carácter. Una persona no necesariamente produce algo bueno por el simple hecho de usar buenos ingredientes; en su mayor parte depende del obrero que trabaja con esos ingredientes. Si su carácter es deficiente, incluso si tiene experiencias espirituales, éstas no podrán ser aplicadas.

Queridos hermanos y hermanas, esto no es una gran doctrina. Sin embargo, creo firmemente, y puedo garantizarles con mi propia vida, que si un anciano no es una persona minuciosa, diligente y estable, y si él no se preocupa por los demás ni está continuamente dispuesto a adaptarse a los demás, nunca desempeñará bien su función como anciano. Tener ancianos así en la iglesia es como no tener ancianos. Sólo los ancianos que son minuciosos, diligentes y estables, y que se preocupan por los asuntos de los demás y hacen lo posible por adaptarse a los demás, podrán encargarse del manejo de una iglesia. Cuando tengamos esta clase de ancianos, podremos dar gracias y alabar al Señor, pues esa iglesia sin duda tendrá un brillante porvenir y recibirá la bendición espiritual en gran medida.

Hermanos, los ancianos entre nosotros no son profesionales, sino que sirven absolutamente por amor. Servimos como ancianos porque amamos al Señor, a la iglesia y a cada miembro de Su Cuerpo. Incluso si derramamos todos los días de nuestra vida y nuestra propia vida sobre la iglesia, ello merecerá la pena, y aun estaremos dispuestos a hacerlo. Este asunto está estrechamente ligado a la salvación de millones de almas; también está ligado a la edificación de millones de almas. ¡Cuán gloriosa es esta obra!


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