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Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 034-049)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6923-7
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LA CONCLUSIÓN
DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE CUARENTA Y UNO

CRISTO: SU PERSONA

(21)

En este mensaje comenzaremos a considerar la persona de Cristo en el cumplimiento de los tipos y figuras del Antiguo Testamento. En Su sabiduría, Dios no solamente se vale de las profecías para predecir la venida de Cristo, sino que también recurre a tipos y figuras para presentarnos a Cristo. Por tanto, podemos ver la persona de Cristo tanto en el cumplimiento de las profecías como en el cumplimiento de los tipos y figuras del Antiguo Testamento. Debido a que una figura a veces es usada en la profecía, ciertos versículos pueden ser usados tanto para el cumplimiento de una profecía como para el cumplimiento de una figura. Debemos aprender cómo entender los tipos y figuras de Cristo en el Antiguo Testamento y su correspondiente cumplimiento en el Nuevo Testamento. Debemos saber qué dice la Biblia con respecto a estos asuntos, no conforme al entendimiento natural, sino conforme al significado espiritual.

O. EN EL CUMPLIMIENTO DE LOS TIPOS Y FIGURAS
DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1. Luz

En Génesis 1:3, la luz es una figura de Cristo: “Dijo Dios: Haya luz; y hubo luz”. La luz es, en realidad, el camino o el medio por el cual Dios hizo existir lo creado. Según Génesis 1, después que la luz llegó a existir el camino fue abierto para que Dios diera existencia a otras cosas. La luz es necesaria para generar vida. Según la revelación en la Biblia, la luz tiene por finalidad la vida. Todo lo creado y hecho por Dios está enfocado en la vida y tiene por finalidad la vida. La luz y la vida van juntas. Por tanto, para la obra de creación efectuada por Dios en Génesis 1, había necesidad de luz. Dios ordenó que la luz viniera, y la luz vino.

La luz en Génesis 1:3 tipifica a Cristo como luz verdadera. Esto es revelado especialmente en el Evangelio de Juan. En Juan 1:4 y 5 vemos que la luz es Cristo, la Palabra viviente de Dios. Cuando Cristo viene como luz verdadera para resplandecer en las tinieblas, las tinieblas no pueden prevalecer sobre Él. En Juan 8:12 el Señor dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, jamás andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. En Juan 9:5 Él añade: “Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo”. En Génesis la luz tiene por finalidad la vieja creación, pero en Juan 1:8 y 12 la luz tiene por finalidad la nueva creación. La vieja creación fue traída a la existencia por medio de la luz física, y la nueva creación está siendo generada por medio de Cristo como luz espiritual. La luz física en Génesis 1, por tanto, es un tipo de Cristo como luz espiritual para la nueva creación de Dios. Cuando recibimos a Cristo, Él se convirtió en nuestra vida, y esta vida ahora es la luz de la vida dentro de nosotros que nos saca de las tinieblas. Además, esta luz abre nuestros ojos y nos da la vista espiritual.

Cuando invocamos el nombre del Señor Jesús recibiéndolo en nuestro ser, la vida divina entró en nosotros. Como resultado de ello, tuvimos el sentir de que algo resplandecía dentro de nosotros, el resplandor de la vida. Este resplandor es confirmación clara de que hemos nacido de Dios. Habiendo recibido a Cristo, quien es la expresión de Dios, ahora le tenemos a Él como nuestra vida, y esta vida es la luz que resplandece en nuestro ser a fin de iluminarnos. Las tinieblas no pueden prevalecer sobre esta luz ni apagarla; más bien, Cristo como luz disipa las tinieblas. Cristo es verdaderamente la luz de la vida para la nueva creación.

2. El árbol de la vida

Génesis 2:9 dice: “Hizo Jehová Dios brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer, y también el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol del conocimiento del bien y del mal”. Aquí el árbol de la vida no es un tipo sino una figura, la cual representa a Dios en Cristo como nuestra vida. Dios desea ser nuestra vida, pero esto no puede ser expresado fácilmente mediante simples palabras. Por tanto, en Génesis 2:9 Él usa una figura —el árbol de la vida— para representar este deseo. El árbol de la vida representa al Dios Triuno en Cristo quien, como vida que genera, se imparte en Su pueblo escogido. En Génesis 2 vemos una figura, pero en el Nuevo Testamento tenemos el cumplimiento de esta figura.

El árbol de la vida es el centro del universo. Según el propósito de Dios, la tierra es el centro del universo, el huerto del Edén es el centro de la tierra y el árbol de la vida es el centro del huerto del Edén. Por tanto, el universo está centrado en el árbol de la vida. Nada es más central y crucial para Dios y el hombre que el árbol de la vida. El árbol de la vida en el huerto era un indicador de que Dios desea ser nuestra vida en forma de alimento.

El Nuevo Testamento revela a Cristo como cumplimiento de la figura del árbol de la vida. Refiriéndose a Cristo, Juan 1:4 dice: “En Él estaba la vida”. Puesto que Juan 1:3 se refiere a la creación en Génesis 1, la mención a la vida hecha en el versículo 4 debe referirse a la vida representada por el árbol de la vida en Génesis 2. Esto es confirmado por el hecho de que en Apocalipsis 22 Juan menciona el árbol de la vida. La vida mostrada por el árbol de la vida en Génesis 2 era la vida encarnada en Cristo. El Señor nos dijo que Él mismo es vida (Jn. 14:6). Además, Juan 15 revela que Cristo es la vid, esto es, un árbol. Por un lado, Él es un árbol, por otro, Él es vida. Si ponemos juntos Juan 1:4 y 15:5, comprenderemos que Cristo es el árbol de la vida. El hecho de que Él dijera en Juan 6 que Él es el pan de vida indica que Él ha venido a nosotros como árbol de la vida en forma de alimento. Por tanto, Cristo, la corporificación de Dios, es el árbol de la vida.

Con respecto a Cristo como cumplimiento de la figura del árbol de la vida en Génesis 2:9, Apocalipsis 2:7 dice: “Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios”. La intención original de Dios era que el hombre comiera del árbol de la vida. A causa de la caída, el camino al árbol de la vida le fue cerrado al hombre (Gn. 3:22-24). Mediante la redención efectuada por Cristo, el camino para llegar al árbol de la vida, el cual es Dios mismo en Cristo como vida para el hombre, ha sido abierto de nuevo (He. 10:19-20). Sin embargo, en la degradación de la iglesia, la religión se infiltró con su conocimiento para distraer a los creyentes de comer a Cristo como el árbol de la vida. Por ello, en Apocalipsis 2:7 el Señor les promete a los vencedores que, como recompensa, habría de darles a comer de Sí mismo como árbol de la vida. La palabra que se tradujo “árbol” en Apocalipsis 2:7, al igual que en 1 Pedro 2:24, es la palabra para “madero” en el griego; no es la palabra que usualmente se traduciría “árbol”. Ya vimos que el árbol de la vida se refiere a Cristo como corporificación del Dios Triuno a fin de ser nuestra vida en forma de alimento. Aquí, en Apocalipsis 2:7, esta expresión hace referencia al Cristo crucificado (implícito en el árbol como madero, 1 P. 2:24) y resucitado (implícito en la vida zoé, Jn. 11:25), quien ahora está en la iglesia, cuya consumación será la Nueva Jerusalén, donde el Cristo crucificado y resucitado será el árbol de la vida para los redimidos de Dios a fin de que éstos le disfruten por la eternidad (Ap. 22:2, 14). Comer del árbol de la vida no sólo constituía la intención original de Dios con respecto al hombre, sino que también será el resultado eterno de la redención efectuada por Cristo. Por la eternidad, el pueblo redimido de Dios disfrutará del árbol de la vida como su porción.

Apocalipsis 22:2 dice: “A uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida” El hecho de que el árbol de la vida crezca a los dos lados del río, indica que el árbol de la vida es una vid que crece y se extiende a lo largo del río de vida para que el pueblo de Dios lo reciba y lo disfrute. Este árbol cumple por la eternidad lo que Dios se propuso desde el principio. En la eternidad el pueblo redimido de Dios disfrutará del árbol de la vida, esto es, ellos disfrutarán a Cristo, el Hijo de Dios, el Cordero redentor, como su eterno suministro de vida.

Apocalipsis 22:14a dice: “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, para tener derecho al árbol de la vida”. Después que fue creado, el hombre fue puesto frente al árbol de la vida, lo cual indica que tenía el privilegio de participar de este árbol. Pero debido a la caída del hombre, el camino al árbol de la vida fue cerrado para el hombre por la gloria, santidad y justicia de Dios (Gn. 3:24). Mediante la redención de Cristo, la cual cumplió los requisitos de la gloria, santidad y justicia de Dios, el camino al árbol de la vida ha sido nuevamente abierto para los creyentes. Por tanto, los creyentes que lavan sus ropas en la sangre redentora de Cristo tienen derecho a disfrutar del árbol de la vida como su porción eterna.


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