Evangelio de Dios, Elpor Watchman Nee
ISBN: 978-1-57593-940-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Jesús de Nazaret vino al mundo. Mientras estaba en la tierra, Sus obras mostraron que Dios nos ama. Pero al mismo tiempo, El cumplió con la ley. El estaba verdaderamente sujeto a Dios. El era un hombre sumiso y santo. En El vemos un hombre perfecto. Jesús de Nazaret estaba lleno de justicia. El era un hombre justo. A través de la historia sólo hubo un hombre que podía ser salvo por la ley. Este era Jesús de Nazaret. El no necesitaba guardar la ley, sin embargo la guardó. La Biblia dice que sólo los que guardan la ley pueden heredar la justicia que es de la ley. Con justicia, hay vida. La ley dice que el que la guarde vivirá. Guardarla es morar en ella. Todos los que tienen la justicia de la ley tienen vida. El único propósito que Dios tiene al decir esto a todo el mundo es para condenar al hombre y probarle que es un pecador. Dios nos dio la ley para probarnos que somos pecadores. Gracias al Señor. Sólo hay uno que tiene vida por la ley. Este es Jesús de Nazaret.
Dejemos por un momento el hecho de que El es Dios y considerémoslo como un hombre, un hombre común. El guardó la ley y vivió. El vivió en la tierra por treinta y tres años. El no pecó, ni conoció el pecado. El fue tentado en todas las cosas. Pero no fue tentado por el pecado. Observen lo siguiente: el Señor Jesús no fue tentado por el pecado. Cuando muchos leen el libro de Hebreos, lo mal entienden por causa de una mala traducción. El texto griego nos muestra claramente que aunque el Señor Jesús fue tentado en todas las cosas, El nunca fue tentado por el pecado. El estaba en la carne y por lo tanto tenía debilidades. Pero El no conoció el pecado. El nunca fue tentado por el pecado. Si usted consulta con una buena traducción, verá esto claramente.
Los hechos justos del Señor Jesús, ¿son de algún beneficio para nosotros? Por supuesto que sí. Los hechos justos del Señor Jesús prueban que El es Dios. Debido a estos hechos justos, el Señor Jesús no tuvo que morir para Sí mismo. Los hechos justos del Señor lo califican para morir en la cruz por nuestros pecados. Si el Señor Jesús tuviera algún pecado, Su muerte habría sido para El mismo; no podría haber muerto por nosotros. Puesto que el Señor no tuvo pecado, estaba calificado para ser ofrecido como sacrificio por nuestros pecados. La teología cristiana dice que Dios hizo la justicia del Señor Jesús nuestra. Dios transfirió la justicia del Señor a nosotros en la misma manera en que los bancos transfieren dinero de una cuenta a otra. El Señor guardó la ley por nosotros. Nosotros hemos desobedecido la ley. Pero la obediencia del Señor Jesús nos ha ganado la satisfacción de Dios. Pero déjenme hacer una pregunta cortante: ¿Alguna vez la Biblia menciona “la justicia del Señor Jesús”? ¿Quién puede encontrar un lugar en el Nuevo Testamento que hable de “la justicia del Señor Jesús”? Si usted lee el Nuevo Testamento, incluso en griego, descubrirá que el Nuevo Testamento nunca menciona las palabras la justicia de Cristo. Hay un lugar que parece decir así, pero no se refiere a la justicia personal de Cristo. Los hombres no quieren leer la Palabra de Dios hoy en día. Les gusta estudiar la teología. Sin embargo, la teología es creada por el hombre. No viene de la Palabra de Dios. La teología nos dice que Dios nos ha imputado la justicia de Cristo. La Biblia no tiene este concepto. Por el contrario, la Biblia se opone a este concepto. La justicia de Jesús de Nazaret es Su propia justicia. Sin duda es justicia, pero es la justicia de Jesús de Nazaret. Esta justicia lo califica para morir por nosotros y ser nuestro Salvador, pero Dios no tiene intenciones de transferirnos la justicia de Jesús.
Juan 12:24 es un versículo precioso en la Biblia. Dice que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo. Un hombre como el Señor Jesús era sólo un grano para Dios. Sólo después de morir hay muchos granos. La salvación comienza con la cruz. Aunque debemos tener Belén antes de tener Gólgota, somos salvos por Gólgota, no por Belén. El Hijo de Dios es totalmente justo. El era el justo grano. Pero Su justicia no nos puede salvar. No nos puede ser imputado. Dios menciona la justicia de Cristo en la Biblia. Pero El nunca dice que la justicia de Cristo es para nosotros. La Biblia dice que Cristo es nuestra justicia. Nunca dice que la justicia de Cristo es nuestra justicia. Me gustaría exponer esto, pues esto exaltará la cruz del Señor Jesucristo. La Biblia dice que Cristo es nuestra justicia. Cristo mismo es nuestra justicia. Vamos a Dios en Cristo. Cristo es nuestra justicia.
Una vez le pregunté a una hermana occidental qué vestía cuando iba ante Dios. Ella dijo que se pone la justicia de Cristo para ir a Dios. Ella tomó la justicia de Cristo como su vestidura para ir a Dios. Luego le pregunté dónde está esto en la Biblia. La justicia de Cristo no se convirtió en nuestra justicia. Cristo nunca nos ha transferido Su justicia. Más bien, Cristo mismo se ha convertido en nuestra justicia. Somos salvos por la justicia de Dios, no por la justicia de Cristo.
Hemos visto lo que es la justicia de Dios. La justicia de Dios nos trae perdón y nos salva del juicio. La justicia de Cristo no hace esto. La justicia de Cristo es sólo Su calificación que le permite ser nuestro Salvador. Cristo nunca nos ha transferido Su justicia. Si la justicia del Señor Jesús fuera transferible, El podría haber hecho esto mientras estaba en la tierra. No tendría que haber ido a la cruz, y así podríamos haber sido salvos. Si ese fuera el caso, Su vida habría sido una vida rescatadora. Pero no hay tal doctrina de vida rescatadora. Sólo está la doctrina de la muerte rescatadora. Sólo la muerte del Señor Jesús nos puede salvar. Su vida es nuestro ejemplo. No podemos ser salvos por Su vida. Su justicia nos condena. Cuanto más justo El es, más problemas tenemos. No hay ninguna manera para que Su justicia nos sea imputada. Si Dios nos pusiera lado a lado con la justicia del Señor, sólo iríamos al infierno. Pero gracias a Dios que El ha muerto y se hizo nuestra justicia. De esta manera somos salvos. La salvación viene de la cruz. No viene del pesebre. La salvación viene de Gólgota; no viene de Belén. Si la justicia del Señor Jesús nos podría salvar, El no tendría que morir. Por lo tanto, cuando leemos la Biblia, no debemos ser afectados por la teología. Entenderemos más claramente si la Biblia nos enseña en vez de la teología. La palabra del hombre ayuda, pero también daña. Preferimos dejar de lado la palabra del hombre.
Sigamos paso a paso. Primero vimos que Dios debe venir para cargar nuestros pecados. Luego vimos que Jesús de Nazaret vino para cargar nuestros pecados. Pero Su justicia en la tierra nos condenaba más. ¿Cuándo fuimos salvos por el Señor Jesús? Veamos un tipo en al Biblia. Entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo en el tabernáculo, había un velo. Dios estaba dentro del velo en el Lugar Santísimo. Fuera del velo estaba el mundo. La Biblia nos dice que este velo significa la carne del Señor Jesús (He. 10:20). En otras palabras, el Lugar Santísimo sólo puede ser visto por el Señor Jesús como un hombre sobre la tierra y por aquellos que viven una vida como la del Señor Jesús. No todos pueden ver a Dios. Sólo el Señor Jesús puede ver a Dios. Nadie en todo el mundo puede ver el Lugar Santísimo. Ha sido velado. El podía ver el Lugar Santísimo cuando Dios quitaba el velo del cielo y combinaba el Lugar Santísimo, el Lugar Santo y el atrio en uno. Esto se cumplió cuando el Hijo de Dios fue crucificado en la cruz. En ese momento, el camino al Lugar Santísimo fue abierto. Por esto Hebreos 10:19-20 dice que tenemos libertad para entrar en el Lugar Santísimo a través del velo por la sangre del Señor. Este velo rasgado es la carne del Señor Jesús. Ahora tenemos confianza y plena certidumbre de fe para venir a Dios. La justicia del Señor Jesús en la tierra no tiene una relación directa con nosotros. Gracias al Señor que El no se quedó para siempre en la tierra. Si se hubiera quedado en la tierra para siempre, aún sería el único grano. Gracias a Dios que El murió y nos produjo a nosotros los muchos granos. Gracias al Señor por la cruz.
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